La Perfecta Pareja.


Una Aproximación Psicológica


por Mona Loca





Las mujeres queremos héroes. Es así.

Es un comprobable empírico. Un observable de la clínica. Un axioma. No me venga con pavadas de la sensibilidad y esas cosas. Hasta la mayor admiradora de las poesías recitadas a la luz del ocaso quiere un héroe que la salve de peligros.

Claro que estos peligros ya no son lo que eran, pero todavía existen: los insectos voladores o rastreros, los ratones y las cosas pesadas que no podemos levantar son una buena excusa para dejarnos rescatar por nuestros caballeros.

Los hombres, por su parte, asumen con orgullo ese lugar. No hay uno que no quiera aparecer como una especie de Batman frente a la mujer que ama (o pretende).

Ahora bien: la condición de superhéroe se legitima a partir de un detalle. No, no es la existencia de un villano. No, tampoco es la defensa de valores esenciales. Menos aún un trauma originario.

La condición que constituye a un superhéroe como tal es la presencia de un observador. De un observador femenino, por supuesto. No hay mérito en que el Cacho vea cómo aplasta una asquerosa cucaracha, máxime si Cacho es capaz de lograr que haga más ruido.

A mi modesto entender, ésta es la explicación de la necesidad de la presencia de la mujer cuando el señor del hogar decide que va a reparar algo en la casa.

Suele suceder que el hombre que luego de haber postergado la cuestión durante un par de meses, decide realizar un arreglo doméstico de cualquier envergadura (cambiar un cuerito, arreglar la puerta de la alacena, reparar el tubito flexible del bidet, o rasquetear una pared) requiere que la mujer se quede a su lado “ayudando”.

¿Qué significa “ayudando” en este marco? Es claro que no se trata de dar indicaciones técnicas de cómo emparejar los cables (blanco-azul, blanco-naranja, blanco-verde…), de ser así, lo haríamos nosotras. Tampoco se trata de sostenerle la carcasa del calefón, porque pesa, y además, se quiebran las uñas (y nadie quiere eso, ¿verdad?)


¿Entonces?


“Ayudar” en este caso, es legitimarlos como superhéroes. Una debe quedarse cerca del lugar donde están trabajando y aplaudir. No, a ver, no sea concreta. No se ponga a aplaudir, querida. Es un sentido figurado. Tiene que tener la actitud de aplauso.

¿Cómo lograr la mencionada actitud? Siga estos sencillísimos consejos:


1- Párese en la puerta del ambiente donde se desarrolle la actividad. Muestre que lo admira por emprender tan ímproba tarea.

2- Mírelo permanentemente. Intente poner una cara de asombro creíble. Como si él estuviera resolviendo una ecuación espacial o algo similar. Asegúrese de que él no la vea mientras pispea la novela de reojo.

3- Alcáncele lo que le pida, pero mal. Si le pide un destornillador Philips, entréguele uno plano. Si le pide una llave inglesa, alcáncele una pico de loro. Asegúrese primero de aprenderse los nombres de las herramientas, para poder ofrecérselas mal y que él pueda corregirla.

4- Evite, una vez terminada la chapuza ( perdón, el trabajo) protestar porque dejó todo “hecho una mugre, al final tanto lío por un cuerito”

5- Agéndese mentalmente llamar el lunes al plomero, pintor o profesional que corresponda. Argüir que “ justo pasó el portero y lo apretó un poco nada más, porque había quedado una gotita”


Luego, una bebida fresca, una picadita variada, y listo el pollo. Durante el resto del día haga mención al hecho. Será de buen gusto decir, por ejemplo: “qué suerte que lo pudiste arreglar…ya estaba cansada de que se cayera la puerta del vanitory, no lo podía usar para nada”.Y si se presenta la oportunidad, no dude en elogiarlo delante de sus amigos contando la hazaña (puede exagerarla un poco, sería una licencia poética), su amiga sabrá poner la cara que corresponde y entre ellos minimizarán el asunto. Es lo que indica el guión.

De esta sencilla manera, usted y su hombre se aseguran largos años de armonía familiar. Él salvándola, y usted dejándose salvar. Bueno, no es sólo con eso…pero por algo se empieza.

El convite // World Wide Webo VII - El poder de una buena historia

Hace un par de meses, cuando los integrantes de Men In Blog debatíamos sobre cómo íbamos a dar forma a este espacio(*) alguno de nosotros propuso invitar a algunos de nuestros lectores a escribir artículos.


En una epifanía, decidimos referirnos a esos lectores-autores como "invitados".

Bien, el momento de publicar se acerca para nuestro primer invitado, o debo decir, para nuestra primera invitada.

Para matizar la espera hasta el lunes 30 de noviembre de 2009, les dejamos este vídeo que nos hiciera llegar hace algún tiempo nuestra lectora Stella (que bien podría haber sido nuestra primera invitada, pero no, fue otra)






(*) Yo lo llamo espacio, el común de ustedes lo llama "blog" y algunos dinosaurios le dicen "weblog"

El duende de San Juan: La batalla

Escribe Oscar Ángel "Marciano" Lunaretti - Investigador Profesional de Fenómenos Paranormales y Guerrero de la Luz.

La primer parte de esta apasionante historia, puede encontrarla haciendo click aqui -> culo.


Martes, 02 de Septiembre de 2009 – 11:15 A.M.

Por desgracia me tomó mas tiempo de lo esperado desarrollar la logística para este caso, especialmente por las complicaciones surgidas en la parte de conseguir fondos.
No se que está pasando últimamente pero mi “aportante primario” (o “papá” como le gusta que le diga) está como medio insistente con eso de que “ya soy grande, y me tengo que dejar de joder y conseguirme un trabajo de verdad”. ¡Ja! Como si ser investigador profesional de fenómenos paranormales fuera verdurita. Como si enfrentar los misterios del Universo fuera ... No se … Mas verdurita … Pero otra.
Si no fuera que no tengo un peso, que dependo completa y absolutamente de sus aportes, y que me daría un poco de miedo vivir solo en una casa, me ofendería y me iría.

Pero bueno, finalmente, luego de arduas negociaciones, algunas discusiones, un poco de llanto de mi parte y la oportuna mediación de mi “aportante secundario y asistente especial” (mi mamá) conseguí los fondos necesarios para poder realizar el viaje.
Eso si, averigüé que la aldea esa de San Juan queda un poco mas lejos de lo que me imaginaba (incluso tuve que contactar a mi profesora de Geografía del secundario para confirmar unos datos que saqué del Google Map) y parece que yendo en micro tardaría mucho, así que debido a que en esta misión el tiempo es un factor clave, esta vez voy a tener que viajar en avión (este fue uno de los puntos mas enfáticamente discutido por mi aportante primario que sigue sin entender que mi profesión es un sacerdocio, y que pagarme un pasaje de avión para que vaya a detener un posible ataque perpetrado por duendes no es “tirar la plata” sino “invertir en el bien de la humanidad toda”).
Afortunadamente todo resultó bien y un rato después era conducido por mi asistente personal (a mi mamá le divierte que la llame así jajaja. Que genia) hasta el aeroparque.
A poco de llegar tuve un pequeño inconveniente con la seguridad del lugar cuando al revisarme los bolsos encontraron los elementos “extra” que esta vez tuve la precaución de llevar por si se da el caso de que tenga que enfrentar al duende ese (o incluso a todo su ejercito), o capturarlo, o aunque sea pegarle un buen susto antes de salir corriendo; pero como de inmediato le expliqué al señor guardia (medio en voz baja y mientras le mostraba disimuladamente mi credencial) quien era yo los motivos por los que estaba transportando una red, un tubo de gas pimienta y una pistola de dardos tranquilizantes (cuya adquisición, dicho sea de paso, fue otro punto de discusión con mi aportante primario, pero que pude conseguir otra vez gracias a mi mamu) después de lanzarme una mirada rara que bien podría definir como de lástima o compasión y menear levemente la cabeza, suspiró y me dejó pasar sin problemas.

Estoy muy emocionado porque esta es la primera vez que me subo a un avión. Es mi primer vuelo.
¡Por fin voy a sentir lo que sienten las aves!
Ya me imagino surcando el cielo infinito, maravillándome con la visión de la tierra ahí abajo y arrobándome ante la comprensión de nuestra insignificancia.
Es algo que siempre había querido hacer. Es como un sueño hecho realidad.
Apenas puedo contener mi alegría, ahí sentado en mi butaca, mirando por la ventanilla, embargado de impaciencia y ansiedad a la espera de ese maravilloso momento en el que el cielo y yo seamos uno.

Por desgracia ni bien sentí que el avión empezó a moverse y se elevó apenas del suelo, me descompuse y me desmayé.

Me despertó una azafata ya en San Juan.

Me perdí de todo, pero bueno, como siempre digo, son gajes del oficio.

Lo primero que hice, luego de deambular por aproximadamente una hora por el aeropuerto (porque me perdí y no sabía por donde salir) fue intentar comunicarme con algún lugareño, a fin de recabar información y ver como llego hasta la localidad de Chimbas, que es donde habían capturado al famoso duende.
No estaba muy seguro de que idioma hablan los sanjuandorinos así que, luego de mostrar mi credencial como corresponde, por medio de señas y un hablar muy muy pausado modulando cada palabra, le indiqué a un remisero cual era mi destino.
Me miró medio raro, seguramente porque aquí no deben estar acostumbrados a ver gente proveniente de la gran ciudad, pero se ve que algo mas o menos entendió porque luego de resoplar meneando la cabeza y murmurando algo que no llegue a entender (Pero que, curiosamente, al igual que en mi último caso también terminaba con “ludo” o “tudo”. No se. Esto de las similitudes entre dialectos será un misterio que quedara para mas adelante) puso mis bolsos en el baúl y emprendimos el viaje.
Luego de unas cuantas horas de viaje (Es increíble las vueltas que hubo que dar. Los paisajes son hermosos pero confunden un poco. Por momentos parece que uno esta dando vueltas en círculo y pasa siempre por los mismos lugares. Es re loco) llegamos a destino.
La verdad es que el traslado me salió una fortuna, pero supongo que bien lo vale dada la importancia de la misión que vengo a cumplir.

Finalmente, en el portón de su casa me recibe Ariel, el muchacho aquel que había capturado al duende la primera vez.
De inmediato me identifico mostrándole mi credencial y le explico los motivos de mi visita.
Él me mira esbozando una sonrisita de cortesía, como si le hubiera hecho una broma, y me hace pasar muy amablemente.
Ingresamos a la casa, nos sentamos en la mesa del comedor y comienzo con mi interrogatorio.
El joven responde a cada pregunta como si las hubiera estudiado de memoria (o como si ya hubiera respondido a las mismas preguntas un millón de veces).
Ante cada respuesta y cada minuciosa descripción del duende, mí nerviosismo se incrementa.
Me muestra la jaulita donde lo tuvo cautivo. Me muestra la foto original. Me muestra el platito donde le daban la comida.
Yo trato de mantener la calma pero se me hace difícil.
No puedo dejar de pensar que, mientras nosotros hablamos, quizás afuera, en este mismo momento, se esté gestando la primera avanzada duenderil.
Me imagino decenas y decenas de esos pequeños y horrendos seres acercándose sigilosamente a la casa.
Comienzo a sudar. Miro para todos lados. Oigo ruidos. Los perros ladran enloquecidos. Tengo un presentimiento.
De repente, a espaldas de Ariel se corre una cortina que da a otra habitación y veo asomarse a una figura pequeña, encorvada, de rasgos completamente arrugados que se acerca lentamente hacia donde estamos con algo entre sus manos.
"¡¡Cuidado!!" le grito al descuidado muchacho, mientras de un salto llego hasta mi bolso, tomo la red y dando un grito mezclado con llanto se la arrojo al espantoso ser, que, completamente enredado y sorprendido, cae redondamente al suelo entre gritos y quejidos.
"¡¡No no!! ¡¡¿Qué hace señor??" me dice Ariel abriendo mucho los ojos y visiblemente sorprendido..
"¡¡Atrás!! ¡¡Vos ya tuviste tu oportunidad!! ¡Ahora deja que me encargue yo que soy un pro fe sio nal!" le grito mientras le sigo arrojando todo lo que tengo a mano a la figura que se retuerce en el piso.
"¡¡No señor no!! … ¡Espere!…" me dice el joven casi como en una suplica.
"¡¡No nada!!" grito presa de un ataque de adrenalina "¡¡No pasarán!!".
En ese momento, desde la misma puerta donde había surgido el primer ser, salen otros dos seres, bastante mas pequeños pero igualmente horrendos, que comienzan a gritar y a emitir unos chillidos insoportables al ver a su congénere en el suelo atrapado por mi red.
"¡¡Lo sabia!!" grito como poseído de un brote de pánico mezclado con euforia "¡¡Yo tenía razón!! ¡¡Nos están atacando!!".
Enloquecido, tomo el tubo de gas pimienta y gritando desaforadamente "¡¡Vengan horribles seres!! ¡¡Vengan!! ¡¡¡This is Spartaaaaaa!!!" los rocío generosamente.
Las pequeñas criaturitas dando gritos y llorando caen al suelo y comienzan a dar vueltas y a retorcerse.
"¡¡Basta señor!! ¿¿Qué hace??" grita Ariel petrificado en un rincón y evidentemente superado por la situación.
Afortunadamente yo estoy imparable (tal vez por esas pastillas que tuve la precaución de tomar antes de venir); ya derroté a tres y estoy listo para mas.
De repente, a mis espaldas, escucho un grito estremecedor.
Me doy vuelta y allí, bloqueando la puerta de entrada, otro ser horrible me mira con los ojos desorbitados y un evidente gesto de estar a punto de atacarme.
Con un rápido movimiento le rocío lo que queda de mi gas pimienta directamente en los ojos, pero como es poco y para no correr riesgos, le arrojo el envase por la cabeza, le pateo una rodilla y, en un rápido movimiento, me arrojo sobre mi bolso, tomo mi pistola de dardos tranquilizantes y le disparo un par de veces.
El ser emite un quejido y cae pesadamente al piso.
Inmediatamente me doy vuelta y le disparo al ser de la red, y luego a los dos pequeños seres que aun lloran y se retuercen a su lado, con sus espantosas caritas enrojecidas.

En segundos, los potentes tranquilizantes surten efecto.

Todo se silencia de golpe.

La casa es un caos.

Solo se oyen los quejidos, apenas perceptibles, de la armada de duendes derrotados por mi heroica intervención.

Al final no eran tantos. O quizás al verme los demás decidieron retirarse.

Parece que he logrado detener el ataque.
¡Por fin! Mi misión ha sido cumplida con éxito.

Lo miro a Ariel, que me mira estupefacto y con la boca abierta.
Luego recorre con la mirada a los seres tirados en el suelo y, mirando al que yace a mis pies, con apenas un hilo de voz le dice “Vanesa”.
"¿Qué? ¿Ya les pusiste nombre?" le pregunto mientras trato de recuperar un poco el aliento.
Ariel se acerca lentamente al ser cubierto por la red que todavía se queja, y se arrodilla a su lado.
“Mamá” le dice casi haciendo un puchero.
"¿Mamá? ¿Cómo mamá?" digo mientras voy guardando todo.
Ariel se inclina y toma entre sus brazos a los otros dos pequeños seres.
“Marito, Juanita” alcanza a decir antes de emitir un ligero sollozo.

“Bueno, bueno … Me parece que acá hubo una pequeña confusión eh jejeje” digo mientras me dirijo hacia la puerta pasando por encima de la que, ahora, sé que se llama Vanesa.

El muchacho me mira con sus ojos inyectados en sangre, mientras comienza a intentar desenredar a su madre de la red.
“Esta es mi mamá, que nos venía a ofrecer un mate” me dice apretando mucho los dientes “Esa es mi hermana y estos son mis sobrinos”.

“Uy… jeje …Que macana… Bueno, sory ,, ¿Cómo iba a saberlo?” le digo mientras me voy alejando lentamente caminando para atrás “Se aparecieron así de golpe y, bueno, con esas caripelas... Un error lo comete cualquiera. No te vas a calentar.
Capaz que mojándoles la cabeza se les pasa. ¿Podemos seguir con la entrevista? ¿No? O si querés vamos a buscar al duende de verdad ¿Eh? ¿Querés? ¿Eh? ¿No? ¿Tampoco?"
.

El pibe me mira fijo y en silencio.

Algo en su mirada me dice que no se lo esta tomando muy bien, así que decido que quizás lo mejor, sobre todo para mi, va a ser dar por terminada la misión

“Bueno, yo me tengo que ir porque se me va el avión” digo medio gritando ya desde el portón de entrada “Gracias por todo eh. Cualquier cosita ahí te deje mi tarjeta. Si volvés a ver al duende llamame. ¿Dale? Quedamos así. Chau. Gracias por todo. Que no se corte …".

Y salgo corriendo mientas detrás mío escucho al muchacho gritando algo como “dijo una ruta” o “algo de una gran fruta”. No se. No escuché bien porque iba corriendo.

Por suerte, a las pocas cuadras encuentro una remiseria y pido un auto para dirigirme, de ser posible urgentemente, al aeropuerto.

Creo que voy a cambiar mi vuelo para hoy mismo. Total, evidentemente el duende no va a volver a aparecer.
No tiene caso quedarme en este lugar.
Quizás haya sido todo un fraude. Quien sabe.

Voy reflexionando en eso, mientras miro pasar el paisaje por la ventanilla del auto.

Al costado del camino veo el tronco de un árbol caído.
Sobre él, un ancianito muy pequeño, casi exageradamente pequeño, todo arrugado, medio chueco, orejón y con un ridículo sombrerito que parece un bonete, me mira pasar, me señala y me hace un gesto obsceno tomándose la entrepierna con sus manitos, mientras se ríe a carcajadas.

Bueno, maleducados hay en todos lados.

Para mi, ya es hora de volver a casa.

Atrapado con salida


Por Gustav Grundjohnsen Swahili para el Mermeladeburryngtonshire Times


Revisionismo de lo publicado: alejándose de los a prioris teóricos, Gustav decide proceder en su investigación inductivamente. Decidido a llegar hasta lo más profundo de la cuestión, no lo quedaba otra que comenzar por el subterráneo, experiencia de la que salió indemne. O casi.

Quienes -en su lentitud- todavía no entiendan el alcance de aquellas fatídicas palabras de Seung Kyu publicadas en la última edición, deben saber que en el subte no sólo encontré la famosa "calidez" latinoamericana (debían hacer unos 40° en ese condenado lugar) sino también la calidez de una mujer en particular. Aquella robusta señorita no sólo se bajó de la formación sino que, habiendo interpretado no sé qué convite en mis gestos, me siguió hasta mi casa sin percatarse de las indirectas del paso apurado, el trote indisimulado y la carrera franca. Andrea -tal es su nombre- llegó hasta la puerta del Bulín boqueando como un pajarito (o quizás como un animal de dimensiones mayores) pero, al parecer, divertida.

"Le pido disculpas, soy extranjero y no sé cómo son los ritos de conquista en este país" me excusé. "La verdad es que yo tampoco" me respondió ella con una mirada candorosa. La respuesta era tan sincera en sus formas como cruel en su contenido. No sé si para salir de la incomodidad o simplemente porque me pareció una buena idea, le conté sobre mi proyecto y la invité a hacer una exploración de campo sobre los métodos de conquista de los argentinos. Aceptó gustosa. Entonces me dirigí a Don Adalberto para consultarle sobre el mejor lugar para realizar el muestreo.

"Don Adalberto, ¿sabe de algún buen lugar de divertimento nocturno?".


Me miró; la miró a Andrea de arriba a abajo; me volvió a mirar y -con el ceño fruncido y una expresión que denotaba entre sorpresa y repugnancia- me preguntó: "¿En serio me lo decís, pibe?".

"Hablo de un local bailable". "Ahhhh, sí, sí, ya te paso una dirección".

La información previa que pude recabar apunta a que el abordaje ha ido cambiando generacionalmente. Frases del estilo "¿Solita?"; "¿Estudiás o trabajás?" o "¿venís mucho por acá?", que alguna vez hicieron las delicias del predador nocturno, han caído en un pavoroso desuso merced de la indiferencia, el escarnio o las órdenes de restricción.

Los piropos no han tenido mejor suerte. "Te dicen que quieren escuchar cosas lindas, pero después no es tan así" se me quejó entre lágrimas el poeta juvenil Hermenegildo Perotti. Perotti es un muchacho con un doctorado en rechazos que me referenció el profesor Gimenez. "Supuestamente como respuesta deberían sonreír tímidamente. La última chica a la que le dije un piropo me escupió en el ojo. ¡Me escupió, loco!" se desespera este cantor de gestas ingestas. Y seguidamente me muestra algunos de sus fracasos más recientes, eternizados gracias a la cámara del celular de un amigo. Lo que pude ver fue algo así:

Escena 1:


Perotti: - ¿Ya te cansaste?


Chica 1: - ¿de qué?


Perotti: - De dar vueltas por mi cabeza.


Chica 1: - ¡Uy, qué salame!


(Chica 1 se retira, le comenta algo a Chica 2, ambas miran a Perotti y se ríen cruelmente)

Escena 2:


Perotti: - ¿Ya te cansaste?


Chica 3: - ¿qué te pasa, estúpido? Tengo mejor estado físico que vos.

(Cachetazo violento. En la imagen Perotti se ve desconcertado. No se puede apreciar si es por la respuesta o por la contusión)

Escena 3:

Perotti: - ¿Ya te cansaste?


Chica. Ah, no, pará, es un chico: -¿de qué?


Perotti: - De dar vueltas en mi cabeza.


Chico vestido de chica: - ¡Ay, qué galante! ¿Querés que vayamos a otro lugar?


Perotti (entusiasmado): - Dale.


Chico vestido de chica: - Tenés plata ¿no?


Perotti: - No entiend...


En ese momento Perotti me arrebató el teléfono de la mano. "No es nada" -me dijo mientras guardaba el teléfono apresuradamente- "una confusión. Ahora viene al futbol de los martes".

Y no es que se trate simplemente de la frase concreta, cómo se podría pensar. Perotti me explicó que lo que me había mostrado era simplemente una sección. Que tiene otros compilados de rechazos con otras frases, que han mostrado ser igualmente ineficientes. "¿Quién dejó abiertas las puertas del cielo? Porque se les escapó un ángel", "Se te cayó un papel. El que te envuelve, bombón" o "Lindas piernas ¿a qué hora abren?" son algunas de las ocurrencias que han dejado a Hermenegildo al borde del coma en varias oportunidades. "Lo más cerca que estuve de qué siquiera supiesen mi nombre fue la vez que una me dijo '¡Andate de acá, Gil!'.

Hermenegildo Perotti ha sido una ayuda inconmensurable para enterarnos de lo que no hay que hacer si uno pretende perpetuar la especie pero, en la próxima entrega, con Andrea trataremos de descubrir cómo los argentinos logran escaparle a la soledad.

¿Ya te cansaste?

El día del miserable



Acápite: La banda de los hermanos Campbell. El asalto al tren. La muerte de Archie Coughlan. Documentos secretos. El día del miserable. Brindis.



El seis de noviembre del año 1875, la banda liderada por los hermanos James y Charles Campbell asaltó con éxito un tren de Union Pacific en el estado de Nebraska. Luego de reducir a varios guardias sin disparar un solo tiro lograron forzar las compuertas del vagón del correo y volaron la caja de seguridad, alzándose con una verdadera fortuna en lingotes de oro y dinero en efectivo.

Dos semanas más tarde, Archie Coughlan, un joven bandolero que era miembro del grupo desde sus comienzos, y que había tomado parte en el atraco, fue hallado muerto en el estado de Oklahoma. Tenía un disparo a la altura del omóplato derecho, y el abdomen abierto desde el estómago hasta el ombligo.

Según la reconstrucción efectuada por las autoridades de aquel momento, luego del robo la banda huyó hacia el sur y dividió el botín en un rancho cercano al paraje donde luego apareció el desafortunado malhechor. Sin embargo, jamás volvió a saberse nada sobre el paradero de los hermanos Campbell, o de ningún otro miembro de la banda, y la investigación se cerró en el año 1880 con muchas más incógnitas que certezas.


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Hace una semana, un miembro de mi equipo de investigación (al que denominaremos Señor Chulengo para no revelar su identidad) se topó –casi por casualidad- con unos documentos secretos mientras requisaba clandestinamente los cajones de la mesa de luz de un alto funcionario de la Afip en la localidad de Tigre, en busca de expedientes que pudieran comprometernos. Los mismos prueban –los documentos secretos digo- que James Campbell falleció en la ciudad de Buenos Aires en 1915, a la edad de setenta y cinco años, y revelan, además, el rumbo tomado por cada uno de los bandoleros luego del atraco y la forma en que fue dividido el botín (la Afip jamás pierde las esperanzas cuando de hurgar en la riqueza ajena se trata).

Como yo no soy ningún batilana, no pienso exponer públicamente un secreto que ha permanecido oculto por casi ciento treinta y cinco años.

Tranquilos, detengan los abucheos. Lo que a nosotros nos interesa no es el dinero (doy fe de que ha sido bien gastado) o la vida lujuriosa que luego se dieron a sí mismos estos intrépidos bandidos. No. Nosotros queremos echar luz sobre la misteriosa muerte de Archie Coughlan, y para ello contamos con un valioso fragmento de las memorias de James Campbell que a continuación se transcribe en forma exclusiva para los lectores de Men in Blog:

“Maldito Archie, la codicia lo cegó. Estúpido miserable. Cada uno de nosotros recibió xxx (censura del expositor) dólares y xxx (censura del expositor) lingotes de oro. Las veinte monedas de plata eran sólo la frutilla del postre. Un divertimento. Ni con todas juntas podría haberse comprado un solo caballo sin herrar. Los siete éramos inmensamente ricos.”

Sigo yo.

Según parece, Archie Coughlan montó una verdadera escena en aquel rancho de Oklahoma porque no pudo tolerar el hecho de que sus seis compañeros se quedaran con tres monedas cada uno, y a él, por ser el más joven, le tocaran sólo dos.

Luego de una feroz discusión, el muchacho aprovechó un descuido de Charles Campbell, le arrebató una moneda y huyó por la ventana al grito de “es mía, es mía”, pero fue alcanzado por una bala (en el omóplato) mientras intentaba montar su caballo.

Sin duda una historia impactante, repleta de odios, miserias y traiciones.


El veinte de noviembre del año 1875 en la era de Nuestro Señor Jesucristo, Archibald Coughlan, de veinte años, huérfano, bandido, asesino y miserable de ley, tendido boca arriba sobre la tierra seca de Oklahoma con el último aliento de vida escurriéndosele entre los dedos, tomó una moneda de plata que según él le pertenecía, abrió las fauces lo más grande que pudo y se la comió. Era uno de los hombres más ricos de los Estados Unidos de América.

De más está decir que de poco le sirvió ese último arrebato de codicia, ya que unos minutos después de su muerte, James Campbell en persona le abrió el vientre y extrajo la pieza que lo había conducido a las tierras de la locura.


Se comenta en algunos círculos que desde hace más de cien años, cada veinte de noviembre, miles de personas se congregan alrededor de la tumba de Archie Coughlan, en el estado de Oklahoma. Y que lo que allí se celebra no es otra cosa que el Día del Miserable.

Desde esta humilde sección de Men in Blog, y dado que el tema es de nuestra mayor incumbencia, no queríamos dejar pasar la oportunidad de levantar nuestra copa en honor al señor Archibald Coughlan, fallecido a la edad de veinte años, huérfano, bandido, asesino y miserable de ley.

Veinte de noviembre, Día Internacional del Miserable.

A la memoria de Archibald Coughlan (1855-1875).

Salud.


Tengan ustedes muy buenas noches.

Artículo que escribiendo robot de automatización automático.


He estado muy ocupado con asuntos que no vienen al caso (este no es un blog personal), y como quien no quiere la cosa se me vino encima la fecha límite de entrega de mi artículo para MIB. (Porque nosotros tenemos fechas de entrega. A quién se le habrá ocurrido semejante idea). 
Así las cosas, tuve que recurrir a mi viejo Buggermatic 2.1, el escritor robot. Como todavía en esta versión no tiene creatividad propia,  le tuve que dar un tema. Le dije que reescribiera el cuento "La zorra y las uvas". 
Con ustedes, el futuro de la escritura.


Esta ha sido una caída, y el zorro que vivía en un escondite en la selva, cada noche se mantuvo en los ratones, que fueron muy gorda en el momento del año, y los jóvenes idiotas, porque se les permite cazar con la instalación. Una verdad que revela Fox tuvo una comida favorita de pollo tierno huesecitos bueno, pero con el tiempo la guardia de perro grande del gallinero era un poco deseable, y es necesario para cumplir con el bosque ofrece ratones, ranas y un lirón.

En cualquier caso, una mañana me desperté un zorro con cierta sequedad en su garganta, y con deseos de comer algo más que comer de refrigeración se usa. Por ejemplo, uvas bien pocas. Y de la brisa ricos creció uva moscatel. "Bueno - se dijo en el zorro. Hoy el cambio hace mucho. Después de todas las veces, la carne de los ratones, me sentaré algunos buenos frutos." Y fue un escalador de vid, que se percató de que el olor. Vigas colgadas firmemente detrás de ella. Había grandes de cantidad, pero ... "Es sorpresa! - Se reprendió a los animales, pensando que no eran tan altas. Con un buen salto para ponerse al día.

Esto llevó la carrera y saltó sin aliento. Pero: ¿qué va! Esto llegó a un montón de escala: el salto lo había dejado corto. Sin embargo, el zorro no se anima negativo. De nuevo, esto tuvo la carrera y saltó de nuevo, ¡nada! Trató nuevamente insistió en la prueba, pero las uvas parecían cada vez más mucho de altura grande. Respirada difícil de cansino por sus esforzando, la zorra es convencida que era inútil repetición de empírico. Paquetes eran demasiado altura grande para  alcanzar de un salto.
Se retiró desde entonces, el despido de las uvas, y esto estuviera sucediendo de nuevo en el bosque cuando se dio cuenta de que una rama cerca de un pájaro se observó completa  escena. ¿Qué papel jugaron este ridículo! Así es, la mujer de Fox no había querido aprobar. Pero en este punto que pensó que encontró una salida bien ventilado
- ¿Sabes? - Él dijo, ve al pájaro ", me advirtieron que tenían más edad, pero veo que todavía están verdes. Así que no voy a tomarlos. Sour uva no es un plato adecuado para que esto tiene el paladar y bueno como yo.

Y esto era arrogante, que para quedar con dignidad, mientras que tanto las aves de entretenimiento sacudió la cabeza.




Nota: Los comentarios de lectores que amables es encargo de amo Bugman que Buggermatic 2.1 contestará.

El lemoncello lo tengo yo


¿Y ahora qué les pasa? (el Sr. F responde)


Consultorio de ramos generales para el lector atribulado (o la lectora atribulada), by El Sr. F.


Me emocioné, che.

El público (o sea, ustedes, queridos, genios, grosos) se portó muy bien, y ahora tengo unas nueve preguntas por responder!

(Voy a ser sincero: al hacer este llamado, no tuve en cuenta de que, de ser exitoso, yo iba a tener que trabajar en serio.. en fin, ya no puedo volver atrás)

Veamos:

(Por razones de espacio no transcribo las preguntas de manera textual. Si quiere leerlas en el formato original, clic aquí)

El Flaco nos trae una pregunta de índole religiosa:

¿Donde pone los huevos el Ave Maria?

Pregunta polémica, flaco. Mi catequista de la secundaria te diría que María es el mayor ejemplo de la valentía, el sacrificio y la abnegación, y de entrega a Dios y a toda la Humanidad. En otras palabras, María pone huevo' en todas partes.

Por otra parte, los estadounidenses llaman Hail Mary (Ave María) a un pase largo en el fútbol americano, en el cual se usa la formación shotgun, la cual usualmente utiliza a cinco wide recievers. Todos los receptores corren patrones Fly (van a máxima velocidad hacia la zona de anotación casi sin cambiar de dirección). El quarterback lanza el balón hacia la zona de anotación, con la esperanza de que alguno de los receptores pueda atrapar el balón, aunque esto es altamente improbable, ya que el Hail Mary se usa en los últimos minutos de un juego cuando el equipo defensivo espera un pase largo. (yo tampoco entendí nada. Esto lo saqué de wikipedia) Pero básicamente, si consideramos a la pelota de fútbol americano, por su forma ovalada, un huevo, podríamos decir que el Ave María es poner el huevo en la zona de llegada.

¿Se entiende?

La Madre del Flaco
nos escribió a continuación, pidiéndonos ayuda para salvar a su hijo de la herejía y el consecuente castigo eterno:

Señora: Más que por preguntarle al catequista sobre el Ave María y el Ave César, si el Flaco va a tener problemas para entrar al cielo católico va a ser por Democracia China. Bah, al menos, eso le va a traer problemas para entrar al cielo católico que te venden los católicos.

En fin: Siendo yo mismo agnóstico, no creo que pueda ayudarla. Lo que sí, le sugiero que, antes de gastar plata en exorcistas, intente la táctica que usaba mi madre para llevarme a la iglesia: ir a comer pizza después de misa.

La Solitaria nos cuenta que tiene que sufrir a un jefe "egocéntrico, manipulador, frustado y por si fuera poco feo" y nos pregunta si no conocemos a "un par de muchachos que por 600 pesitos me arreglen el problema"

Señorita, estamos escandalizados por su pregunta, y ofendidos por la misma. Este es un servicio legítimo, público, temeroso de Dios y respetuoso de la ley y de la vida humana, incluso de la de aquellas personas particularmente insufribles como su jefe. Así que de ninguna manera podemos tomarnos algo como el homicidio como el chiste, y de ninguna manera podemos decirle que vaya el martes a las 6 a Corrientes 1066, pregunte por Massetti y le diga que la mandamos nosotros. Por favor, absténgase de realizar esos chistes en esta página, o en cualquier otra.

¡Siguiente!

La Candorosa también parece estar interesada en conseguir un sicario, pero en este caso, para su hermana, que aparentemente le "saca plata":

Teniendo en cuenta los mismos miramientos y principios que para la anterior respuesta, le digo que, de todos modos, el fraticidio es una opción bastante engorrosa y poco práctica. Si lo piensa, sólo conseguirá que su hermana no le devuelva jamás la plata que le sacó.

Mejor, consiga una caja de ahorro. O ponga candado en la alcancía, yo que se.

Briks quiere saber lo siguiente:

mi pregunta CASI tiene rivetes misticos...

existe el Sr Renegado?

y su hermana?
(la de Renegado no la suya)

Veamos:

Como frecuentemente Renegado (y su hermana) participan de manera virtual pero activa en este blog, en el suyo propio y en algunos más, puede decirse que, de alguna manera, sí existen, aunque sea, como personajes (de por sí, bastante interesantes). Ahora, si me pregunta si Renegado y su hermana tienen existencia física y tangible...., andá a saber. En este mundo todo es posible.

Sin embargo, y esto tómelo como una opinión personal, tan válida científicamente como las investigaciones de Lunaretti o mi "Tratado de posibles causas de la desaparición del Proxicaptor", para mí que Renegado no existe. Son los padres.

Fabiana también insinúa el homicidio, solo que ella quiere matar a su suegra.

Lo mismo que antes. Pero piense en sus lectores, la última opción nos garantiza posts interesantes para los próximos 4 años!

Carugo nos hace tres preguntas sobre el asado:

1)(Quiere) Saber en qué estado quedó la troupe de MIB después del asado

2) En que estado quedó el el sr. Briks

3) Pagaron a la romana? Y si fue así, le cobraron la parte a Renegado? (porque él se fue a morfar a la Feria de las Naciones....)

1)Muy bien, y más que satisfechos, muchas gracias.
2) Ídem 1, que yo sepa
3) Sí, pagamos a la romana. A Renegado no le cobramos, porque no vino y somos unos caballeros (y porque no tenemos idea de su dirección, su cara o de si existe)

Para finalizar, Marina nos pregunta si la podemos ayudar a conseguir auto.

Marina, sepa perdonar el apuro, pero tengo que ir cerrando el kiosko. Le aconsejo que lea mis primeras entradas, en las que trato el idéntico problema de V. de Tigre.

Saludos!

¿Y ahora qué le pasa?


Consultorio de ramos generales para el lector atribulado (o la lectora atribulada), by El Sr. F.




Queridísimos lectores:



La falta de entusiasmo que generó esta sección en nuestro público está minando mi ya alicaída autoestima (¿no me quieren? ¿Por qué no me hablaaan?)


Sin embargo, después de un exhaustivo análisis, llegué a un par de conclusiones que explican la falta de consultas:
Para empezar, no es cierto que mis lectores no tengan problemas. Mis lectores (o sea, ustedes) están llenos de problemas, dudas e inquietudes. Eso se demuestra por el simple hecho de que son bloggers, y los bloggers son, sin lugar a dudas, seres quejosos y atribulados por antonomasia.

Sí, te hablo a vos. No pongas carita. Te conozco, lector, tenés más mambos que Tito Puente.

Pero, (hay un pero) parece que los lectores no están abiertos a compartir sus problemas con nosotros (conmigo, bah). Seguramente no es porque me tengan miedo (chicas, saben que soy adorable) o por timidez (algo de lo que carecen buena parte de los personajes que nos visitan). Lo más probable, concluí, es que los lectores encuentren el proceso de consulta (mandar un mail a yahoraquelepasa@gmail.com) bastante engorroso.

Así que, si Mahoma (ustedes) no va a la montaña (yo), la montaña va a Mahoma.

Dando muestras una vez más de un innato deseo de agradar al lector, y simplificarle la vida, decidí cambiar el sistema, para que usted, lector, pueda compartir sus inquietudes con nosotros, para que, con amor, cariño y un poco de sana ironía, pueda ayudarlo.

El nuevo método es así de simple:

USTEDES dejan sus inquietudes en los comentarios.

YO las contesto mañana.

¿Se entiende?

Bueno, si queda alguna duda, estoy más que dispuesto a contestársela.

Simplemente deje un comment.


Saludos!

TU CASA O LA MIA? (primer entrega)

Si Ud, querido/a lector/a, recuerda nuestro anterior post, rememorará – también – que hube de trasladarme a las soleadas costas de St. Pete Beach (USA). Un lugar paradisíaco con muy pintorescas costumbres.
El de hoy no es más que el coletazo inevitable y consecuente de mi visita a tan acogedor paraje.


LA PLAYA.

Sitio romántico por excelencia. La naturaleza toda se confabula con ud para facilitarle las cosas a la hora del amor. El ruido de las olas al romper se me antoja la música más adecuada para el encuentro amoroso ya que, incluso, pareciera marcarle el ritmo permitiéndole regular a su antojo el momento del éxtasis final
La noche le proporciona el maravilloso espectáculo de las estrellas que, junto a la luna reflejada sobre el mar, le brindan a ud el marco perfecto para una velada de arrebato pasional.

Eso si, asegúrese de estar en una playa tropical.
Las costas Argentinas suelen caracterizarse por la notable baja de temperatura junto a la puesta del sol. Uno aconseja siempre en estos menesteres lograr la mayor “dureza” posible. Trate más bien que no sea la dureza propia del congelamiento.
El buen amigo Febo podría evitarle este padecer pero acarrea consigo otros numerosos inconvenientes tales como la mirada de los curiosos (una tarde soleada del mes de enero en Mar del Plata implica la presencia de 3.224.006 curiosos)
En esos casos, siempre se podrá apelar al inefable recurso del disfraz. Ud. que es un maestro del camuflaje no tendrá inconveniente alguno en mimetizarse con la vegetación de la costa: los arbustos de piquillin.
Eso si, me permito recordarle también que esos arbustos – escasos, por cierto - suelen ser utilizados por las señoras mayores para tomar mate al reparo del viento. He visto amigos con quemaduras horribles, producto de algunas vaciadas de termo. Para peor, proliferan los muchachotes que gustan de hacer sus necesidades entre la antes mencionada vegetación.
Deje!
Por qué mejor no se aleja un poco?
Sólo debe caminar cientos y cientos de kilómetros buscando una playa desierta y allí sí entregarse a los placeres del amor.

Otra vez me veo obligado a formular otra advertencia; la caminata y el encuentro amoroso serán debajo del inclemente sol del verano. Si ud no quiere que su espalda o la de su compañera queden más colorada que la camisa del dictador Venezolano H. Chavez, le sugiero el uso de una buena crema protectora….lo que nos remite a otro punto interesante:

LA ARENA.

Puede ser su mejor aliada o su peor enemiga.
La práctica del sexo oral adquiere un nuevo significado para el caballero.
Ud puede llegar a sentir que busca atrapar una almeja solo con su boca como toda herramienta (la metáfora es notablemente perfecta) probablemente termine escupiendo arena por un par de días o el equivalente a una duna de 3 metros.

En el caso de la dama, la incomodidad surgirá con el mal llamado “efecto milanesa” producido por la crema protectora – O LO QUE ES PEOR AUN - por sus partes húmedas y la arenilla costera. No resulta nada gracioso descubrir en pleno acto las cualidades abrasivas de la arena.
Sugiero para aquella que no lo haya probado y quiera conocer la experiencia, frotar la zona baja de las nalgas o el interior de los muslos con una lija fina de carpintería hasta lograr una irritación de grado 3.

Ud, llegado a este punto, bien puede decirme “tranqui, papá! Lo hacemo’ en el agua y lisssto el pollo” (mientras se frota las manos o - lo que es peor - se acomoda el interior de la malla que se ha colado por entre sus nalgas).
Me parece perfecto pero a riesgo de pecar de pesado le haré un par de observaciones.

Aguas como las de Necochea se caracterizan por las bajas temperaturas y la violencia con la que besan la costa.
Otra vez se recomienda hacerlo de día.
Olvídese del sexo oral salvo que sea capaz de aguantar la respiración por más de 10 minutos. La única pose posible es “de parados” lo que requiere en el caballero un notable sentido del equilibrio similar al de los atletas chinos del circo rojo de Beinjin.
Ud no deberá preocuparse tanto por el agua que las olas le harán tragar sino más bien por los surfistas que – sin intención, lógico - probablemente lo decapiten al barrenar una de esas olas que amenazan con ahogarlo o en su defecto revolcarlo, abrazado a su chica, llenándole las partes nobles, de arena (esa misma que trató de evitar entrando al mar).

Aguas más tranquilas y cálidas son las del balneario de Monte Hermoso pero (siempre hay un pero) allí tenemos el inconveniente de la fauna. Existen las llamadas “aguas vivas”. Unos bichos asquerosos de consistencia gelatinosa que - si lo rozan con uno de sus filamentos – le harán sentir el mismo efecto que el producido por la amputación de su miembro viril a manos de un caniche rabioso enajenado por el consumo de paco (las damas imaginen un parto multiplicado por tres). Nadar entre “aguas vivas” es lo mismo que hacerlo en un mar infectado de tiburones, la única diferencia es que los tiburones no suelen atacar al hombre.

Eso dicen.

Politicamente Incorrecto


El tipo se aparta del paso de la señora mayor, no sin antes ofrecerle una amplia sonrisa y entregarle en mano la siguiente nota:





Estimada señora:

Espero sepa disculpar la calidad de mi grafía, pero descuento que usted comprenderá que escribir de pie en un tren en movimiento es una buena excusa para escribir tan feo.

Quiero comentarle que gracias a la naturaleza, a Dios, a la providencia, como ud. quiera decirle, gozo de una salud envidiable, una familia amorosa y un buen pasar. Es decir, no nado en la abundancia pero no paso necesidades ni apremios económicos de ningún tipo, así como no sufro ninguna dolencia.

Disfruto cada minuto de mi vida, por eso me gusta levantarme temprano. Esta mañana, sin ir más lejos, me levanté una hora antes para preparar el desayuno a mi familia y tener tiempo suficiente de llegar a la terminal de tren y dejar pasar un convoy para conseguir asiento.

Supo darme la vida también valores y educación. Por eso no dudé en cederle mi asiento al señor que venía con esa niña en brazos, el cual bajo un par de estaciones atrás.

No sé cómo decirlo amablemente, pero me molestó mucho que usted se abalanzara sobre el asiento, pisando y empujándome para conseguir el asiento que de todas maneras yo le hubiese cedido, sin siquiera pedir permiso o haberme dado las gracias.

Tengo una memoria excelente, por lo que no olvidaré jamás ninguna de sus numerosas arrugas, ni ese desagradable gesto que hace para acomodarse la dentadura, ni su andar encorvado, como dispuesta a lanzarse al suelo como el sórdido reptil que anida en su naturaleza.

Dudo que usted, con esos potentísimos anteojos que usa vaya a reconocerme jamás, pero sepa que cuando un hombre de traje la mire insistentemente, probablemente sea yo dirigiéndole todo mi desprecio.

Eso si, le mostraré respeto.

Pero estimo que ya sabrá en su interior que respeto es lo último que usted me inspira.








Vieja puta.

El duende de San Juan

Escribe Oscar Ángel "Marciano" Lunaretti - Investigador Profesional de Fenómenos Paranormales de todo tipo (mientras no sean muy terroríficos).

Antecedentes a disposición del lector. Búsquelos Ud. mismo. Yo no soy su asisitente.



Viernes 28 de Agosto de 2009 – 16:45 P.M.

Apenas si me estaba recuperando del stress que me provocó mi última investigación, cuando me llega la “data” de otro caso escalofriante.
En realidad me llega es una forma de decir ya que lo encontré yo solo y, para ser sincero, medio de casualidad (tan de casualidad que casi me da un síncope).
Resulta que estaba en mi “oficina” (así llamo ahora a mi habitación. Me parece que queda un poco mas serio) buscando en la Web a ver si había algún curso on line como de técnicas de autocontrol o algo así porque, después de lo que me pasó la última vez, creo me resultaría bastante útil para el mejor desempeño de mi profesión. Mas que nada teniendo en cuenta que constantemente debo enfrentar situaciones de extrema tensión, en las cuales es indispensable mantener la sangre fría y un absoluto control de las reacciones y que de ello, quizás, en algún momento, pueda depender mi vida (Y un poco también porque mis papás me dijeron que si vuelvo a perder otra cámara de fotos no me van a comprar mas nada).
Como luego de buscar y buscar como por diez o quince minutos no encontré nada que me satifa … sastisf… satifasc … bueno, que me convenciera, y ya casi era mi hora de la merienda, decidí que era un buen momento para hacer un pequeño “break” y descansar un poco la mente (este trabajo es realmente agotador aunque no lo parezca), así que me preparé una chocolatada con vainillas y me puse a mirar un poco de porn … ejem … a leer algunos diarios on line para mantenerme informado.
No va que justo en el primero que abro me encuentro de sopetón (no se como esta gente no pone alguna clase de advertencia para cosas impactantes como esta) con la noticia de que en la provincia de San Juan un tipo había capturado un duende ¡Y encima hasta había una foto!.


Esta es la foto. El duende es el que está adelante, encerrado en la jaulita.

De la impresión que me agarró por ver así de golpe la imagen del bicho ese quise gritar, pero como justo tenía una vainilla en la boca me atraganté, me ahogué un poco, tosí y me salio chocolatada por la nariz, y después tosí de nuevo pero mas fuerte y escupí todo, dejando el monitor y el teclado decorados con un salpicré bastante poco agradable.
Casi me muero.
Después de recostarme unos minutos para recomponerme un poco, de limpiar el chiquero que había quedado, y de tomarme unas pastillitas para calmarme, me puse a leer bien la noticia para interiorizarme debidamente del caso y ver si daba para una investigación (Porque siendo un pro fe sio nal tampoco es que voy a invertir tiempo y recursos en cosas que por ahí son poco serias. Ante todo tengo que cuidar mi credibilidad).
La cosa es que parece que el tipo este andaba una noche por el cementerio (¡¡Otra vez un cementerio!! ¿No hay otro lugar donde pasen cosas? ¡¿¡Por que tiene que ser un cementerio!?! ¡¡¿Qué tenía que andar haciendo en el cementerio de noche?!! ¿¿Está loco??) y se cruzó con este ser que andaba por ahí vaya uno a saber haciendo que, y como lo vio así petisito, extraño, y con apariencia de duende dijo “¡¡Uy!! ¡¡Un duende!!” (debe ser un colega investigador, como yo) y ahí nomás fue, lo agarró, se lo llevó para la casa y lo metió en una jaulita.
Y ahí recién recapacité y me calmé. Y me reí. Ja Ja Ja. Así me reí. Ja Ja. ¡Claro! Antes, con la impresión de verlo de golpe, no había reparado en el detalle. ¡El duende está encerrado en una jaula! Y es un duende. O sea, por lo que sé por mis años de estudio, son mas petisos que un enano (además se ve en la foto), así que muy muy peligroso no puede ser.
Ahí nomás me llené de entusiasmo y, después de dar unos saltitos gritando "¡¡Viva!! ¡¡Vivaaa!!", empecé a hacer el bolso, dispuesto a viajar cuanto antes al pueblo ese de San Juan.
¡Es emocionante! ¡Por fin voy a poder decir que soy un investigador in ter na cio nal!
De solo pensarlo me dieron palpitaciones, me empezó a faltar un poco el aire y me dio como un mareo (soy un poco sensible a las emociones intensas), así que tuve que parar un poco y sentarme unos minutos con la cabeza entre las piernas a esperar que se me pase.
Me desperté mas o menos una hora después, no sé si porque me quedé dormido o me desmayé, con un dolor de cuello y espalda espantosos.
Mientras intentaba estirarme seguí leyendo otro poco, con la tranquilidad de saber que, afortunadamente, mucho apuro para ejecutar la misión no había ya que el duende está encerrado y no va a ir a ningún lado.
La nota continuaba diciendo que la gente de los alrededores hasta pagaba para verlo, y que, según relatan los testigos, es chiquito, medio verdoso, tiene la cara arrugada, orejas puntiagudas, cuatro dedos en cada mano y está desnudo de la cintura para abajo (Uy … jijijji … ¡Pobre, que vergüenza!).
Además cuentan que gruñe y, cuando llega la noche, como que se pone loco y da unos alaridos estremecedores.
A pesar del instante de duda que me generó este último dato (un instante que me duró como media hora de respiración entrecortada) decidí que de ninguna manera podía dejarme intimidar por un enano chillón y me mantuve firme en mi idea de ir a investigar el caso personalmente.
Al fin y al cabo es mi trabajo. Mi profesión. Mi vocación. Mi camino.

Y además el duende está en una jaula.

Mientras seguía poniendo unas cosas mas en el bolso, seguí leyendo el artículo solo por curiosidad, nada mas que para ver como terminaba la cosa, y ahí fue cuando casi casi se me vino el mundo abajo, junto con la presión, que se me bajó de golpe y casi me desmayo (otra vez).
La nota finalizaba diciendo que como el tipo que lo había capturado había empezado a notar que el duende se veía triste, enojado, y que ya no comía nada, sintió lástima del pobre bicho, lo llevo de vuelta al cementerio donde lo había encontrado, y lo soltó.

Lo soltó.

El tipo que lo tenía encerrado… LO SOL TÓ.

O sea … El duende, ahora, anda suelto. Y por el cementerio.

Empecé a sacar todo del bolso, pensando en que por ahí ya no tenia caso ir hasta allá.

No porque ahora me de miedo el duende porque anda suelto. Nada que ver. No es eso, de ninguna manera. Faltaba mas ¿Cómo me va a dar miedo un duendecito? Pfffffff. No, ni ahí.
Lo que pasa es que deduzco que si al tipito lo soltaron, con todo lo que pasó debe haberse asustado y seguramente ya se habrá ido a esconder a su casita, y no creo que vuelva a salir.
Es mas, yo creo que difícilmente se lo vuelva a ver.
Pobre. Con la vergüenza que debe haber pasado, encerrado en una jaulita y con el pitilín al aire mientras la gente iba a mirarlo y a sacarle fotos.
Seguro se debe sentir re mal.

Pero por otro lado … ¿Y si se quedó resentido por todo eso y ni bien lo largaron se fue a juntar con todos los demás duendes, organizó un ejército de duendes, y en este mismo momento está planeando vengarse lanzando un ataque a gran escala contra los humanos?

¿Y si además los duendes unieron fuerzas con otros seres mitológicos como los trolls, los gnomos, los elfos y los esquimales?

No se. Por ahí tal vez no sea el mejor momento para ir a investigar.

Aunque, pensándolo bien, también sería mi deber como investigador profesional y experto en estos temas el ir a advertir a esos pobres sanjuadoreños del posible desastre que se les avecina.
Quizás, en estos momentos, sea yo la única esperanza de ese pueblo.
No vaya a ser que uno de estos días me entere que esa pobre gente fue arrasada por una horda de duendes enardecidos, y me quede con cargo de conciencia.

Si. Está decidido. Mi vocación es mas fuerte. Es mi deber.
Y además tengo que honrar el juramento que hice cuando me recibí (porque yo hice un juramento. Esto no es joda).

Tengo que ir a San Juan, capturar al duende y evitar la guerra.

Bueno, capturar, capturar, no se.
Capaz que lo mejor sea organizar un encuentro diplomático y ver si se conforma con una disculpa pública para dejar las cosas en paz.

Aunque para eso igual tendría que tenerlo cerca y no se, nunca traté con un duende. Me dan la impresión de ser medio traicioneros. Que se yo. Y mas este que seguro todavía debe estar medio caliente.

No se, no se … Tengo que trazar muy bien la “logística” y diseñar el “plan de acción” adecuado para esta misión.
Es una situación muy delicada.

Pero primero lo primero …

Pedirle fondos a mis “aportantes”, y ver si consigo un mapa para averiguar donde queda San Juan y que colectivo me deja.



Continuará ....

Bajo tierra


Por Gustav Grundjohnsen Swahili para el Mermeladeburryngtonshire Times.

Revisionismo de lo publicado: luego de su llegada, Gustav creyó encontrar la punta del ovillo para desentrañar la argentinidad en el amor por los deportes. Pero resultó que esa madeja conducía simplemente a un fuerte dolor de cabeza.

Cuando los ruidos amplificados por la resaca se apaciguaron, una idea logró hacerse oír en mi cabeza: te falta la diaria. "¿Qué?" le pregunté a aquella peregrina idea. "Te falta la diaria, campeón. Nunca podrás saber qué repercusión tienen los grandes eventos si no estás imbuido en el espíritu receptor. O sea, ponete a caminar la calle, mosstro". Algo sorprendido por la tonada porteña que habían tomado mis ideas, pensé que el concepto estaba bastante bien. Caminaría la calle entonces.

En realidad, mi físico todavía no estaba como para "caminar" la calle, así que decidí que investigar el transporte público era una opción válida. Si bien escuché hablar de que las líneas de colectivos "te dejan en cualquier parte", mi primer acercamiento se dio a través del transporte subterráneo. El famosos subte. Como dato de color, la línea "A" del subte fue la primera de América del Sur y todavía conserva las formaciones originales. Por otro lado, el resto de las líneas se han actualizado con vagones traídos directamente desde Corea, algunos de los cuales aún conservan las inscripciones en el idioma original*.

La cosa es que me encontré a las 6 de la tarde en el andén de la estación 9 de Julio de la línea "D" con un grupo importante de gente. Cuando llegó la formación, venía repleta. No había lugar para nadie más. Con resignación, miré hacia el costado. Un Señor mayor de bigote canoso me devolvió la mirada y me alcanzó a decir “subordinación y valor”. En ese momento, las puertas se abrieron y -antes de que pudiese decir 'agua va'- me vi arrastrado por una marea humana que, desafiando las leyes físicas, consiguió introducirme en el vagón hasta su centro mism...¿cómo qué por qué dije 'agua va'? Es una expresión. No, no tiene nada que ver con la marea humana, eso es una metaf… No, hace referencia al tiempo. Es como si dijera, “antes del tiempo que toma decir “agua va” me vi empuj… ". Que se yo, calculo que menos de dos segundos. Bueno, bueno, reformulo. Ya va. Ya va.

Las puertas se abrieron y -1 segundo y 43 milésimas después- me vi arrastrado por una marea humana que, desafiando las leyes físicas, consiguió introducirme en el vagón hasta su centro mismo. Mis manos quedaron atrapadas a los costados de mi cuerpo. Mi propia movilidad lejos estaba de depender de mí. La oleada me iba llevando de un lado para el otro. Hasta que, en un momento, todo quedaron inmovilizados en un lugar. Después de semejante bacanal táctil, la falta de movimiento dio paso a un encuentro de múltiples olores y fragancias que se confundían en el exiguo aire que compartíamos todos: se podía oler el desodorante de uno y la falta de desodorante de otro; llegaban hasta mí el olor a cereza de un caramelo fundiéndose con el escabeche de un en-mala-hora-venido-al-mundo que tuvo que optar por un ambiente cerrado para trasladarse. Hasta aquí todo me daba incluso cierta gracia.

Pero lamentablemente para mí, quedé en contacto -entre varias personas- con lo que podríamos denominar "un radiador humano". Se trata de una persona que emite un calor desde su cuerpo que se puede percibir casi que sin llegar al contacto directo. Un calor húmedo que ha logrado traspasar su ropa y cuyo contacto trata de evitar todo bípedo implume con vestigios de racionalidad. Pues bien, haciendo gala de mis vestigios de racionalidad, y haciendo un descomunal esfuerzo con mi gemelo derecho, me incliné un poco hacia adelante. Pero las leyes de la física nos indican que los gases se mueven de lugares de mayor presión a otros de menor, por lo que -acto seguido- el radiador ocupó el espacio vacío y quedé en la misma situación, agregándole ahora un inminente desgarro que no debía tardar en llegar más de dos estaciones.

El indecible dolor de gemelo amainó cuando, después de parar en la estación Tribunales, el tetris humano había reacomodado las piezas de una forma que ignoro pero que agradezco. Sólo sé que mis manos seguían aprisionadas. Y que me empezó a picar la nariz.

Lo que estoy por relatar debe haber ocurrido en relativamente poco tiempo. Pero si a alguien alguna vez le ha picado la nariz, sabrá que no existe otro respuesta que la inmediatez. No se admiten demoras. No se permiten dilaciones. Ahora bien, mi brazo derecho estaba apretado firmemente contra un mastodonte que se encontraba enfrente a la izquierda. Por otro lado, mi mano derecha no podía venir en mi auxilio sin pasar rozando de forma más que sospechosa las andaderas de una señorita. Y descubrí que, cuando los brazos se encuentran aprisionados de forma paralela al cuerpo, uno no llega a rascarse con los hombros. ¿No me cree? Pruebe. No, no meta los brazos para adentro, dejelos a los costados. ¿Ve? No se puede.

En mi desesperación, concebí un plan extremo. Me rascaría contra la espalda del mastodonte. Pero como no quería perder la nariz de un golpe luego de rascármela, tendría que hacerlo de una forma disimulada. Lo que alcancé a pergreñar en esas milésimas de segundo fue que aprovecharía la siguiente frenada para realizar un rápido rascamiento homoplático. Ya había identificado el punto. El tren disminuyó un poco su velocidad. A esa altura, eso me pareció suficiente. Me lancé con todo cara adelante pero, cuando estaba a punto de llegar, aumentó nuevamente la velocidad y me fui para atrás.

Totalmente fuera de mí, empecé a hacer esos gestos estúpidos que uno hace con los rasgos faciales cuando se trata de rascar la cara con la cara misma. Empecé a hacer muecas. Sacudí la cabeza. En ese momento de angustia, me pareció que una robusta señorita que estaba tres cabezas más adelante me sonreía mientras me guiñaba el ojo, como diciendo "capté la indirecta". Sin que ya me importase nada más, saqué mi mano derecha ante el grito de la chica involuntariamente involucrada. Me rasqué frenéticamente y bajé, sin importarme cómo me mirasen los pasajeros que quedaban en el vagón. Sin importarme en qué estación estaba. Sin importarme que la robusta señorita también hubiera bajado. El alivio era más fuerte.

De vuelta en el bulín Don Adalberto, Washington y Seung Kyu se desternillaban de risa (la recurrencia de este fenómeno me hace pensar que tengo que aprender a decodificar esta práctica) Incluso llegaron a contagiarme una sonrisa hasta que Seung Kyu, en el paroxismo, exclamó lo inexclamable: "y ahola Gustav debe salir con golda".


* traté de copiar una para preguntarle a Seung Kyu qué era lo que decía. Y no sé si lo hice mal o qué, pero cuando le mostré el ideograma me miró fijo, me dio un cachetazo y siguió con sus cosas.

Consultorio jurídico para el miserable de ley



Acápite: Consultorio jurídico para el miserable de ley. Introducción. Consultas.




Cuando inauguramos esta sección, allá lejos y hace tiempo, establecimos que cada tres o cuatro artículos íbamos intercalar el consultorio jurídico gratuito con el objeto de que los miserables que se hubieran compenetrado más de la cuenta con su rol, cruzando de ese modo la barrera entre la canallada y el delito penal, pudieran evacuar sus dudas en un ambiente seguro y amigable.

Bien, una promesa es una promesa, así que me visto con mi mejor traje, me peino a la gomina y me hago presente con el código penal debajo de la axila, dispuesto a dar mi mejor esfuerzo para que otros eviten ese destino que a la luz de sus confesiones merecen largamente.

Ante todo deseo aclarar que me arrepiento de haber ofrecido este humilde servicio. Durante el último mes y medio he recibido decenas de estrambóticas consultas que pueden dividirse en tres categorías bien diferenciadas: Vergonzosas, pavorosas e inmorales.

Ustedes me dan asco. Es muy probable que gracias a la combinación de mis consejos con una buena dosis de fortuna, algunos logren escapar de las garras de la justicia humana, pero sepan que también existe una instancia superior frente a la cual no habrá gurú que los salve. Sí, me refiero a la justicia divina; y espero sinceramente que las audiencias sean públicas, así las puedo presenciar.

A lo nuestro.

Por ser la primera entrega expondremos tres casos de variada gravedad:

1- Empecemos por la señorita M, que es la única persona decente que me escribió, y que está preocupada por el solo hecho de tener la costumbre de ocultar el Casancrem dentro de un envase no transparente de mermelada de naranja para que los miembros de su familia, que consideran incomible ese producto (me refiero a la mermelada), no lo encuentren.

Señorita M: Lo suyo puede ser gula, egoísmo tal vez, pero ciertamente no constituye un delito. No solo le sugiero que no se castigue, sino que la insto a continuar con esa noble práctica. Sin embargo le pido que se quede a leer el compendio de barbaridades que preocupan, y con mucha razón, a sus simpáticos compañeritos.


2- El señor D, en pareja desde hace siete años, nos cuenta que está muy enamorado de su novia, y que por fin logró convencerla de que se mude con él.

Tomando como norte el proyecto común, la señorita accedió a vender su departamento de tres ambientes en barrio norte y su coche último modelo, quedando el dinero debidamente custodiado en una caja de seguridad que es propiedad de la pareja.

Sin embargo el señor D tiene dudas, ya que la decisión de compartir la cotidianeidad con otro ser humano es demasiado importante para ser tomada a la ligera.

Según parece, lo que sí se animó a tomar ligero fue el dinero de su novia, y ahora nos escribe desde Palma de Mallorca, sitio en el que se encuentra abandonado a una profunda meditación sobre su futuro inmediato.

Entretanto nos pregunta qué debe hacer.

Señor D: Me tomé la libertad de hacer algunas averiguaciones con los datos que me proporcionó, y lo primero que le sugiero es que bajo ninguna circunstancia se le ocurra regresar al país. No sé si está usted al tanto de que su prometida (porque mientras no exista una charla cara a cara lo sigue siendo) es la única hija de un juez federal que, dicho sea de paso, es algo temperamental.

He visto –tengo mis contactos- una foto suya, muy sonriente por cierto, entre los veinte criminales más buscados por INTERPOL (por lo visto su suegro también tiene sus contactos).

Mi consejo es que pague todos sus gastos en efectivo (asumo que eso no será un problema para usted) y que incendie todas sus identificaciones personales, además de cualquier calzoncillo que lleve bordado su nombre. Luego tíñase el pelo de un color no demasiado llamativo y si en los próximos diez años alguien se le acerca a menos de dos metros, aunque más no sea para pedirle la hora, corra. Deje todo atrás, incluido el dinero.


3- El señor T nos confiesa que desea comerse a la novia de su mejor amigo, pero por ahora no ha encontrado el valor necesario. O el momento preciso, quién sabe…

Luego escribe una serie de desvaríos en nada relacionados con el planteo inicial, y que en lo personal me infunden una mezcla de temor y desesperación.

Señor T: Usted está enfermo. Todas las conductas que describe en su correo se encuentran tipificadas en el código penal, y los momentos en los que usted sospecha que pudo haber cruzado la frontera de la legalidad no son más que circunstancias agravantes de esos delitos primitivos, o bien nuevos delitos que operan en concurso con aquellos.

Usted no es un miserable, es un criminal. Hecho y derecho.

Contestando estrictamente su pregunta, no sé cuánto tiempo se conserva un hígado en el congelador, y tampoco deseo saberlo, pero esta inquietud suya tiende un oscuro manto de literalidad sobre la confesión inicial, que hasta este momento era lo único rescatable entre todas las barbaridades que me relató.

Ya no me escriba.


Hasta aquí las respuestas.

Sigan enviando sus consultas a la casilla oficial del blog, o bien a mi casilla personal: thecraq@gmail.com

Aprovecho la oportunidad que se me brinda para anunciar que por razones que no puedo develar en este artículo, las consultas sobre evasión impositiva serán respondidas en forma privada.

Vergüenza debería darles.


Tengan ustedes muy buenas noches.