Diez Coronas

-Hola, ¿Harald?¿Qué dice, hombre, cómo va eso? Bien, bien, todo muy bien. Sí, sí, fabuloso, muchas gracias, fue toda una sorpresa. Mire, no quería...¿Cómo? Sí, si claro, siempre estoy dispuesto  escuchar chistes de fiordos. Ajá...ajá...ajá...¡Jajajajajaja! ¡Es buenísimo! ¡jajajaaa!...en fin...lo molestaba porque aquí, Gargiullo.Gargiullo...el tipo que me mandó...¡salud! Ah, el nombre...bueno...como se llame...me está planteando algunos inconvenientes que...¿Cómo dice? Bueno, gracias, Harald...sí, sí, ya le paso. Un abrazo, saludos a la familia.

Miré a Gargiullo, que había sufrido una notable transformación cromática. Estaba de un color verdoso pálido, que se acentuó cuando le pasé el teléfono anunciándole:
-Quiere hablar con usted.
Mentiría si dijera que no disfruté las caras que el infortunado emisario iba poniendo mientras balbuceaba cosas como "Sí, Su Majestad... no, Su Majestad... no, no quiero pasarme el resto de mi vida limpiando fiordos, Su Majestad...es que...no me parece pruden...lavado de...sí, Su Majestad, como usted diga, Su Majestad, hasta luego Su Majestad".
Gargiullo colgó el teléfono con una mezcla de rabia y resignación. Se quedó mirándome unos segundos, mientras yo intentaba no empeorar su humillación con una sonrisita de perdonavidas. No lo logré.
-Bien-dijo al fin-tiene carta blanca. No se qué clase de relación tiene usted con nuestro Rey, pero me ha dicho que le de todo lo que usted pida, incluyendo tirarme desde un puente o comerme mi propio pie. ¿Quiere que me coma mi propio pie?
Tardé un poco en responder, y puse cara de estar pensándolo. Gargiullo se puso aún más verde y aún más pálido, si eso fuera posible. Decidí liberarlo, a pesar de lo mucho que me estaba divirtiendo.
-Pero no, Gargiullo, cómo se le ocurre semejante cosa. ¿Ustedes suelen comerse sus pies?
-¡No, no, claro que no, era una forma de decir!
-Ah, porque mire que yo respeto las costumbres...
-No, no, para nada, para nada, le aseguro que no...-Gargiullo buscaba desesperadamente cambiar de tema-Con respecto a ese "enjuague de cerebro"...¿Qué tiene en mente, Bugman?
-Ah, eso...la verdad no estoy seguro...¿les puedo meter cualquier idea en la cabezota?
-Oh, claro, absolutamente. Lo que quiera. El único límite es su mald...eh, su imaginación.
-Caramba. Pero supongo que debo tener algún cuidado, no forzar sus delicados equilibrios mentales...
Gargiullo me señaló las pantallas. En una se veía al Señor Bigud vestido con un minúsculo traje de baño escapándose de una imagen mía ataviada con vestido. En la otra, a él mismo disfrazado de zorro cantando "me gusta la mugre, la basura y el lodo...". En la tercera estaba el Señor Renegado caracterizado como Teletubbie.
-¿Qué decía sobre delicados equilibrios mentales, Bugman?
-No... nada, no me haga caso. Entonces...¿cualquier cosa?
-Cualquier cosa. Puede crearles temor reverencial, amor incondicional o fidelidad absoluta. Puede convertirlos en niños de cuatro años, mentalmente hablando. Los puede transformar en incansables máquinas de productividad y trabajarán hasta la muerte si se los ordena. Y sin proferir una sola queja. Matarán por usted, si le divierte.
-Bueeeeno...no nos pongamos tan dramáticos...yo no pediría tanto...
-Lo que quiero decirle, Bugman, es que puede hacer lo que le plazca con ellos. Están totalmente a su merced.
¿Qué va a ser?¿Sumisión?¿Amor?¿Temor?¿Respeto?¿Esclavitud?¿Todo junto?
-¡Espere! ¡Espere! ¡No me deja pensar! Y este...hummm...cambio...¿es irreversible?
-Me temo que sí, Bugman.
-Con mayor razón, déjeme pensarlo. Ahora vuelvo. Me gusta pensar mientras camino. O caminar mientras pienso. Lo que sea.

Salí del ahora impecable sótano devenido en laboratorio. Subí las escaleras (¿les podré pedir que pinten un poco las paredes antes de irse?) y me dirigí a la sala de redacción de MIB. Lentamente, observé los cubículos de los gandules. Algunos tienen fotos de sus familias, ahí se pueden ver las sobrinas del Señor Briks, todas de origen humilde, a juzgar por la ausencia de ropas. Las manchas que pequeños incendios han dejado en el entorno del Señor Viejex. Las máscaras del Señor Bigud, los libros del Señor Pablo, los sofisticados implementos de investigación del Señor Renegado (una cámara de fotos de plástico y una libretita), un artículo a medio terminar del Señor Mariano, junto a un cartelito que dice "no vuelvo en 15" ,un pequeño pony sobre el asiento ergonómico (un trapito doblado en cuatro) del Señor F. Por todas partes, trabajo atrasado, calendarios tachados y llenos de enmiendas, planes hechos y vueltos a hacer docenas de veces. Gandules. Si dedicaran la mitad del tiempo que invierten en quejarse en escribir, publicaríamos todos los días. Esto se puede corregir. Estoy a un puñado de palabras de transformar este desorden en un brillante, eficiente, brutal aparato de producir. Sin reclamos. Sin excusas, sin demoras, sin imprevistos. Sin...
Sin...
Diantres. Recién ahora lo comprendo.
Bajé otra vez por la escalera hacia el sótano (no creo que se nieguen, un poco de pintura, nomás, un lavadito de cara).

Me dirigí a Gargiullo, que ya había actualizado su coloración hacia un saludable gris sin nada de verde.
-Bueno, lo estuve pensando mucho, y ya tomé mi decisión.
-¿Lo estuvo pensando mucho ? Bugman, no hace cinco minutos que salió de aquí.
-Es que pienso rápido.
-Bueno, usted sabrá. ¿Qué les va a decir?.
-Nada.
-¿Cómo que nada? ¿Nada de nadar ?¿Quiere que naden? ¿Qué le pasa, Bugman?
-No, nada de nada. No les diga ninguna cosa. Tráigalos de vuelta.
Gargiullo sonrió, inclinó la cabeza y trató de escudriñarme, de adivinar qué estaba pensando en ese momento. Creyó haberlo logrado.
-Entiendo. Ahora que conoce sus miedos, sus peores pesadillas, ahora que han posado mentalmente desnudos ante usted, los va a manipular, digamos, en forma artesanal, ¿verdad?. No es que lo apruebe, pero tengo que reconocer que usted es un malvado con algo de refinamiento.
-No, no, no quiero hacer nada parecido. Los quiero de vuelta, como son. Rebeldes, quejosos, desorganizados. Si han de respetarme, será por su voluntad. No por una artificialmente impuesta. Sabe, estuve a punto de cometer un error. MIB está formado por un hatajo de gandules indisciplinados dirigidos por un neurótico. Si desgandulizamos a los gandules, ¿que queda?. No conteste, por favor, es una pregunta retórica. En todo caso, lo que quedaría no sería MIB.Señalé hacia las pantallas. Ojalá no hubiera visto eso. Desearía no recordarlo.
Gargiullo amplió su sonrisa, y entonces descubrí que los noruegos tienen más dientes que nosotros.
-¿De veras?-dijo-Porque eso también puede arreglarse.
-¿A qué se refiere?

En algún lugar de Noruega

Harald V sonreía con esa sonrisa olímpica que ostentan los noruegos cuando confirman que tenían razón desde el principio.
-Me debe diez coronas, Gargiullo.
-Sí, Su Majestad. ¿Le puedo hacer una pregunta?
-Ya sé lo que va a preguntarme. Conozco a Bugman mucho más que usted. Tal vez mucho más que él mismo. Hace seis años que lo vengo investigando, leyendo, secuestr...eh, invitándolo a visitar nuestro país. Jamás dudé sobre cuál iba a ser su respuesta.
-Ejem...no, Su Majestad, le iba a preguntar por qué me sigue llamando Gargiullo.
-¡Oh! eso, es para beneficio de los lectores. Su verdadero nombre es impronunciable.

El Rey Harald y...digamos, Gargiullo, estaban viendo la escena en el monitor mental de Bugman, que físicamente se encontraba desnudo y flotando en una especie de líquido amniótico adentro de una cápsula transparente llena de cables en una habitación contigua.

-Bueno, ¿entonces lo liberamos, Su Majestad?
-Sí, ha pasado la prueba, no lo retengamos más.
-¿Y qué le decimos?
-Nada. Que no recuerde nada sobre la prueba ni sobre lo que vio de los gandules. Que crea que vuelve de un viaje de negocios, algo así. Los detalles se los dejo a usted.
-Será como usted dice, Su Majestad.
-Más le vale... Gargiullo. (jijiji).


-¿A qué se refiere?
El Señor Renegado se miraba los pies, dudaba al elegir las palabras, me dedicaba unas miradas cortas y huidizas.
-El mundial de fútbol, Amado Líder. Pasión de multitudes, usted sabe.
-Yo no sé nada, Señor Renegado. Y de entre las cosas que no sé, una muy señalada es cómo un acontecimiento que se trata de veintidós millonarios en calzoncillos corriendo detrás de una vejiga inflada puede constituir, precisamente, un acontecimiento.
-Bueno, entiendo que a usted no le interese, seguramente tendrá otros pasatiempos más acordes con su elevado intelecto, pero a mí, y a los muchachos, nos pareció, que...bueno, es cada cuatro años, nada más...y que...tal vez...si nos traemos un televisor...podríamos...eh...
-Concrete, Señor Renegado, no tengo todo el día.
-Digo...si a usted no le molesta...lo ponemos bajito...y no gritamos, ni nada...
-¿Me va a decir qué demonios quieren, o no?
-Eh... bueno, que cuando juegue la selección...eh...si podemos...uh...eh...
-¿Qué?¿Qué? ¿QUÉ?
Renegado hizo una profunda inspiración y soltó rápidamente la frase que tenía que decir, merced a haber perdido un sorteo entre sus compañeros.
-¡Sipodemosverlospartidosdelaselecciónportelevisióncuandojuegueenhorariodetrabajo!
-Hummm...

Renegado salió de la oficina visiblemente confuso. Sus compañeros lo miraban, expectantes.
-¿Y?-pregunto el Señor F. ¿Que dijo? Que no, ¿verdad? En fin, ya sabíamos, pero valió la pena intentarlo.
-Bien que si fuera el Abierto Británico no tendría problemas-dijo el Señor Briks con evidente malicia.
-¿A qué clase de persona no le gusta el fútbol? -se preguntó el Señor Pablo.
El Señor Bigud miraba el piso y negaba con la cabeza.
-Igual yo no lo voy a ver- repetía el Señor Mariano.
El Señor Viejex sostenía en sus manos una bengala y la miraba con los ojos llenos de lágrimas.
-Hay que ser, ¿eh?
-Bueno, tampoco tenía la obligación....
-¡Sí claro, defendelo, ¿qué te dió? ¿Un trapíto nuevo?
-Ahora me va a escuchar, ese...
-Como el agua y el jabón para un hippie...

El Señor Renegado habló por primera vez desde que había salido de la oficina.
-Que sí.
Se produjo el silencio. Todos lo miraron.
-Dijo que sí. -repitió.
-¿En serio?-preguntó el Señor Briks, interrumpiendo el dibujo del Amado Líder siendo sometido a prácticas contranatura por Batman que estaba haciendo.
-En serio-respondió el Señor Renegado.
-Pero...¿qué quiso a cambio? ¿Qué negoció? ¿ Ahora que tenemos que hacer? ¿Trabajar por las noches? ¿Lavarle el auto? ¿Hacerle de caddie? -el Señor Bigud no acababa de creerse la noticia.
-No, nada raro-dijo el Señor Renegado pausadamente- Pidió que no hiciéramos mucho ruido y que no nos atrasáramos con las entregas. Nada más.
Se quedaron callados unos minutos. Estaban confundidos.
Al final, el Señor Pablo murmuró:
-Debe ser el jet lag. Estos viajes de negocios lo dejan un poco desorientado. Ojalá viajara más seguido.

Y todos asintieron.

Bueno, sí, les hice una pequeña concesión. Nada grave. Tampoco es cuestión de que me odien. Además, si están al día con las entregas, si no hacen demasiado alboroto...
Estaba tratando de racionalizar mi decisión, pero me estaba engañando. La verdad es que, por alguna razón que se me escapa, mientras el Señor Renegado me hablaba, yo me lo imaginaba como un Teletubbie. El rojo, no me acuerdo cómo se llama. No me podía concentrar, esperaba que de un momento a otro dijera ¡abazzoooo! En esas condiciones no se puede discutir seriamente, lo tuve que despachar rápido y la forma más expeditiva era darle lo que pedía. Qué cosas que se me ocurren. El jet lag. Eso debe ser. Estos viajes de negocios me dejan un poco desorientado.

24 - 35 - 69 - 76 - 92 - 95

Previuosly on MIB…


Me despierto mareado. Tengo la boca reseca, la garganta hecha trizas, varias yemas de los dedos ampolladas y una sensación de náuseas importante… Estoy sentado contra el tronco de un árbol. Alrededor todo es vegetación. Espesa… Lentamente vienen a mi memoria las imágenes de la aquella noche de farra…

Si le resultó un resumen un tanto pobre, inconexo y sin demasiado sustento como para comprender de qué va la mano, le sugiero que haga clic acá.


Tomo la lata de atún y me preparo para revolearla en caso de ser necesario. Consigo distinguir al menos tres figuras que se acercan a pie en dirección a mí. La vegetación, que ya aclaramos es espesa, me sirve como escondite. Intento agudizar la vista y el oído. Sólo logro captar palabras sueltas, onomatopeyas sonoras, vocablos pronunciados en una lengua extraña. Distingo lo que parece ser un hombre disfrazado de zorro. Lo acompañan un aparente señor de negocios calvo y otro que viste ropas de rey. Por un momento me ilusiono y busco entre la maleza al Principito, al Farolero y al Geógrafo, pero no veo a nadie más. Todos bien sabemos que lo esencial es invisible a los ojos. Lograr un mejor contacto visual requiere resignar cierto resguardo que, como habrá podido intuir, no estoy dispuesto a resignar. Se los nota bastante compenetrados, ensimismados (de hecho me llamó poderosamente la atención la corta distancia que separaba a uno de otro), absortos en lo que supongo debe tratarse de una reunión de trascendencia mayúscula. “Korps”, “hjerne”, “sovende”, “jævlig”, “snørehull”, “eksperiment”, son los vocablos que puedo reconocer, aunque no estoy del todo seguro de que se trate de una interpretación acertada. En cuanto pasen de largo tendré que jugármelas con un movimiento rápido, ágil y arriesgado, cruzar el pequeño sembrado de girasoles y ganar aquella barranca en dirección al este, allí donde comienza aquel bosque tenebroso, del cual es demasiado probable que no salga con vida. Inspiro profundamente, junto coraje y me preparo para llevar a cabo la jugadísima maniobra.

De golpe, una voz bastante familiar interrumpe mi plan de escape: “¡Señor Mariano, qué sorpresa!”.

“¡Me rindo!”, grito a viva voz al tiempo que le salgo al paso, con las manos en alto, a los tres desconocidos. A veces me gustaría ser un tanto menos impulsivo.

-Baje la manos, gandul, que no corre ningún peligro… por ahora, muejeje muejeje…
-Bu… Bu… ¡Bugman! (éste es el momento en el cual comprendo la preciada utilidad del rollo de papel higiénico)
-¿Qué anda haciendo por acá? Si mal no recuerdo usted tiene una entrega pendiente… y, como es su costumbre, se ve que prefiere estar echado en medio de la nada, jugando con esa pelotita de tenis a “María tenía una burra”… ¿Ve Su Majestad lo que le digo? Disciplina, estos párvulos necesitan dis-ci-pli-na… (“Su Majestad” me miró fijamente, levantando muy sutilmente su ceja izquierda)
-Pero Bugman –inquirí de forma repentina- déjeme explicarle… resulta que estábamos en medio de una fiesta con el resto de los muchachos, en un momento Briks, que llevaba el cuerpo completamente aceitado, se balanceaba arriba de una mesa mientras repetía hipnóticamente “mira cómo se menea, menea, menea, digo corazón que tu te ves bien buena, bien, bien buena”…
-¡Suficiente! –interrumpió el Amado Líder, tomándose el nudo de la corbata- Dejémonos de rodeos, ¿usted sabe por qué está acá?
-Sí, por culpa del Señor Pablo que me incitó a beber de esa jarra que contenía líquido para frenos mezclado con bebida cola…
-No señor, no se haga el chistoso… usted se encuentra acá para trabajar su discip…

En ese preciso instante un destello cegador, acompañado por un agudísimo sonido similar al que realiza el mandril enano de Borneo al momento de eyacular se apoderó de toda la escena.
Abro los ojos. Es de noche. Estoy en el mismo lugar, pero esta vez me encuentro solo. Llueve copiosamente. A lo lejos distingo una silueta que atraviesa corriendo el llano. Y está desnudo. Es una figura que me resulta conocida y viene en dirección hacia mí. Y viene gritando. Conforme se va aproximando comienzo a reconocerlo. Y a escucharlo. Es el Señor Briks que, completamente desencajado (y desnudo, reitero), se acerca vociferando una y otra vez algo así como “Los Otros, los Otros, nos cuelgan, tres”. Probablemente, vaya uno a saber bajo qué circunstancias, esté aquí por el mismo motivo “disciplinario” que busca llevar adelante el Amado Líder. Y, también, es probable que haya dado con alguna tribu de nativos a la cual ahora denomina “Los Otros” y éstos tengan planes poco favorables para nosotros. Intento detenerlo pero me es imposible. Y digo que me es imposible porque, lisa y llanamente, con la fuerza de mil demonios me lleva puesto y ambos rodamos varios metros por el suelo. Se incorpora, y con los ojos inyectados en sangre vuelve a repetir su incoherente frase, pero en esta oportunidad de modo claro y entendible: “Los Ortos, los Ortos, noruegas, tres”. Acto seguido retoma la carrera y se pierde entre la frondosidad de la vegetación.

Nuevamente el destello cegador y el sonido agudo.
Esta vez, lo primero que visualizo es a un jovencísimo Señor Viejex, lo cual, reparo un segundo, representa una paradoja espeluznante. Estamos en el patio de un colegio primario. Viste delantal. Y está sentado hablando con un grupo de palomas. La imagen me provoca ternura. Cuando me dispongo a hablarle, veo que del bolsillo de su pantaloncillo corto extrae un encendedor y, por lo que calculo, se dispone a experimentar qué tan resistentes al fuego pueden resultar esta clase de aves.

Una vez más me interrumpe la luz y el chillido.
¿Qué hace el Señor Pablo con la camisa anudada a la altura del ombligo entonando temas de Pablito Ruiz en este galpón abandonado?

Sin siquiera poder moverme, vuelvo a experimentar el resplandor y el sonido agudísimo.
Y así una y otra vez. Diversas situaciones, en las que el Señor Bigud, el Señor F. y el Señor Renegado (este último animando un trencito de la alegría enfundado en un coqueto traje de Twitty) son claros protagonistas pasan ante mis ojos antes de volver a quedar en presencia del Señor Bugman. Ahora en un sótano, los dos solos.

-¿Se siente bien? (me interroga el Amado Líder, evidentemente a raíz de mi expresión simil japonés con conjuntivis)
-Si… bah, no sé… la luz… el mandril enano de Borneo… los muchachos…
-Descuide… –repuso Bugman, con tono cuasi paternalista- Todo lo que vivió o experimentó en este pequeño lapso de tiempo es irrelevante, lo que usted…
-Redundancia…
-¿Cómo? ¿Qué dice? ¿Está intentando marcarme un “error”? Mire que según la Real Academia Española, a partir de su edición del año 1992, lo acepta como correcto…
-Redundancia…
-¡Pero le estoy diciendo!
-“Año 1992”… redundancia…
-¡Bueno, basta! Que acá estamos para otra cosa. ¿Ve esa computadora que está allí?
-Ajá…
-Bien, tome este papel. En él encontrará una secuencia numérica. Tiene que ingresarla en la computadora cada 108 minutos. Tres minutos antes de llegar al tiempo indicado, comenzará una cuenta regresiva seguida de un pitido, una alarma, la cual se irá acentuando conforme pasen los minutos y podrá monitorear dicha cuenta en aquel panel colocado en la pared de enfrente. Si usted…
-¿Y si no hago a tiempo? Si no los pongo, ¿qué pasa?
-Mariano, tiene 108 minutos… es imposible que no haga a tiempo. Ese es su trabajo. Con esto pongo a prueba su disciplina, su constancia. Si se hace de costumbre, con algo tan simple como esto, usted podrá volver a la redacción convertido en otra persona. O la misma, pero con hábitos más acordes a un ser humano promedio y responsable.
-Ok, pero qué pasa si el contador llega a cero…
-No puede permitir que eso pase. Si el contador llegase a marcar cero y usted no ha ingresado los números, Dios se apiade de nuestras almas… Algo innombrable podría ser liberado…

Dicho esto, girose sobre sus propios talones y marchose. Es admirable cómo, además del truco de la ceja, Bugman sabe girar sobre sus talones.
Despliego el papel y leo la secuencia: 24 –35 – 69 - 76 – 92 - 95
Durante varios minutos analizo los números. “Deben tener algún tipo de significado”, me digo a mí mismo, en un claro gesto de locura transitoria ya que lo hago en voz alta. Pienso. Analizo. Luego de un rato comienza a sonar la chicharrita. Corro hacia el teclado e ingreso los benditos números. El contador vuelve a 108. Sigo buscándole la vuelta a los números. Estaba a punto de claudicar cuando me iluminé. Mis años como asistente de mi tío Eduardo, eximio levantador de quiniela clandestina, sirvieron de algo. Tomo un lápiz y comienzo a anotar, los significados vienen a mí como la grasa a Ricardo Arjona:

24 = El Caballo = Señor F.
35 = El Pajarito = Twitty = Renegado
76 = Las Llamas = Viejex
69 = Los Vicios = Briks
92 = El Doctor = Abogado = Yoni
95 = Los Anteojos = Pablo

“Este dolape es un crack”, pensé mientras me recostaba en el comodísimo sillón ubicado en la sala contigua al escritorio donde reposaba la computadora.
Y cuando digo comodísimo entiéndase co-mo-di-si-mo. Tanto que me dormí. Setenta y nueve minutos más tarde, aquella estúpida chicharra me sacó brutalmente de mi reparador descanso. Corrí. Miré el contador. Cuatro, tres, dos, uno… Me paralicé. Los números del contador comenzaron a girar como poseídos por el espíritu errante de un ventilador. Me horroricé. De a poco, lo que antes contenía números, ahora comenzaba a mostrar un mensaje. Letras. Recordé las palabras de Bugman: “Si el contador llegase a marcar cero y usted no ha ingresado los números, Dios se apiade de nuestras almas… Algo innombrable podría ser liberado…”.

Y ahí lo ví.




Antes de que finalizaran los dos últimos espacios escuché a mis espaldas un fortísimo rugido. Giré sobre mis talones (soy muy bueno observando cómo lo hace Bugman) y ahí estaba. Una intimidante columna de humo negro se aproximaba lentamente, como estudiándome, listo para caerme encima. Cerré los ojos. Lo que pude intuir como aquel fulgurante destello, volvió a repetirse.

Abrí una vez más los ojos. El pitido de la caja registradora parecía querer devolverme a la realidad. Mientras la cajera pasaba una a una las siete latas de atún y los siete packs de papel higiénico (el Amado Líder nos deja salir una vez por mes para comprar suministros) la sensación percibida ante la presencia de aquella columna de humo negro se hizo carne en mí nuevamente. Con miedo voltee la cabeza. Y ahí estaba. El Señor Viejex me miraba sonriente. “¿Llevan algo más?”, preguntó la cajera. “Sí, estos siete trapos de piso y esta caja de acuarelas color beige… al Señor Renegado le gusta el café livianito”, sobrepuso el Señor Viejex en tono cómplice mientras me guiñaba un ojo y, tímidamente, también pasaba una caja de fósforos. Mientras el Señor Viejex pagaba, tomé una lapicera, un trozo de papel y escribí aquella reveladora palabra.


Ahora sólo restaba encontrar al Señor Briks.

A ver... ¿quién fue el cómico?



Acápite: Atentado en el corazón del cubículo. Conjeturas y más conjeturas. Nada en concreto.



Bien. Parece que esta nada gloriosa ola de regresos a la redacción ha traído con ella, también, el clásico sentido del humor de los integrantes de MIB. La inclinación natural hacia la broma pesada y hasta dañina. El tristemente célebre humor de cubículo, tan combatido en su momento por el Amado Líder (no por compasión hacia las víctimas, sino por estrictas razones de productividad).

Cuántas veces les habré dicho que NO-SE-ME-TAN-CON-MIS-CAS-COS.

Con lo que cuesta limpiarlos…



Abro la puerta de mi cubículo y salgo al pasillo principal de la redacción. Hacia la izquierda, silencio absoluto, uniforme, sobrecogedor. Hacia la derecha, el rumor de unos pasos que por milésimas de segundo alcanzan a escabullirse de mi campo visual.

Arrojo una mirada sospechosa en todas direcciones. Esa que incluye ojitos entrecerrados, nariz fruncida y dedos tamborileando en el marco de la puerta. Y así me quedo por varios minutos, para asegurarme de que este simpático pintor de feria perciba el sello detectivesco que pienso imprimirle a este incidente.

Luego cierro la puerta, me siento sobre un trapo húmedo que tomé prestado del cubículo vecino y dejo que mi mente sea devorada por un océano de conjeturas.



Esto no puede ser obra del Amado Líder. El hombre será lo que ustedes quieran, pero carece por completo de sentido del humor. Además suele ponerse a gritar como un desaforado desde su oficina cada vez que deja de escuchar el tic-tic de la máquina de escribir (no, no tenemos computadoras, ¿cuántas veces quiere que se lo diga?) en algún cubículo. Contando los instantes de estupor que viví ni bien prendí la luz, ya van más de diez minutos que no escribo una sola letra. Es imposible que semejante atentado contra la productividad de la empresa haya venido desde la dirección.

Descartado el Amado Líder, mi primera opción es el Señor Briks. Pero las pinturas carecen de motivos o alusiones sexuales, así que estoy obligado a descartarlo también.

¿Cómo dice? ¿El Señor Viejex? No, yo también lo pensé, pero no existen rastros de ningún incendio. Descartado también.



Pienso vagamente en el Señor Renegado, pero de inmediato recuerdo que le dan pánico mis cascos. No estoy hablando de un simple miedito. Es un terror malsano. Casi siempre se desmaya. Incluso en las épocas en que el Amado Líder nos dejaba ir a la cafetería llegó a pedirme que no concurriera al mismo tiempo que él, o que en su defecto lo hiciera sin casco.

No, no pudo ser el Señor Mariano. Sin un programa informático de por medio solo es capaz de dibujar algunos palotes. Y enanos. Pero nada más.

Sí, es cierto que el Señor F. tiene –precisamente- ese humor retorcido que hace falta para llevar a cabo un atentado como este, pero no pudo haber sido él. Últimamente no se deja ver por los pasillos de la redacción. Solo circula de noche y por el ducto del aire acondicionado. El Amado Líder opina que el aire acondicionado es un lujo asiático, así que en mi cubículo no tengo.

¿El Señor Pablo? No, no da el perfil. Los filósofos, al igual que el Amado Líder, carecen de sentido del humor. Son indecisos y no demasiado expeditivos. Si hubiera sido él lo habría sorprendido en plena faena, meditando sobre los motivos a estampar en cada casco. O sobre el Ser y el Ente. Pero meditando al fin.



Ustedes podrán acotar, por cierto muy atinadamente, que como consecuencia de estas simpáticas reflexiones nos hemos quedado sin sospechosos.

Y yo les diré que tienen razón. Que nadie les dijo que al final del artículo alguien iba preso. Que esto no es un policial de Agatha Christie, y que al fin y al cabo el que tiene todos los cascos pintados soy yo.

Si a alguien se le ocurre alguna idea, bienvenida sea. Yo estoy en cero, así que escucharé en silencio.


¡¿PERO QUÉ DIABLOS PASA EN EL CUBÍCULO NÚMERO CINCO?! ¡¿QUIÉN ES EL DEL CUBÍC…

¡BIGUUUUUUUUUUUUUUUD! ¡NO OIGO EL TIPEO EN SU OFICINA! ¡¿QUÉ LE PASA BIGUD?! ¡¿QUIERE QUE LE SAQUE EL FRANCO?! ¡PORQUE SE LO SACO EH… YO NO TENGO NINGÚN PROBLEMA!


Lo único que les pido es que no me vengan con que fue el Amado Líder. No me hagan perder el tiempo, que después me quedo sin franco.


Tengan ustedes muy buenas noches.

NORRUEGAS - FINAL

Si ud es un novel visitante de este espacio…lamento notificarle que no entenderá un ápice de lo que leerá a continuación.
Ud se ha perdido el génesis de esta historia… y no por culpa nuestra...UD ES UN POLTRÓN.
¡Largo de aquí maldito indolente !!! ¡Holgazán !! ¡GANDUL !!
¡OOPS !!

Tapo mi boca con ambas manos.
Han transcurridos dos meses desde que me anoticié de mi parentesco con el Sr Bugman. Siento que “mi estilo” ha cambiado, mi letra, mi verba, no es la misma…
La imagen que me devuelve el espejo me indica que ese no es el único cambio experimentado.

Me resistí a creerlo desde el principio
Todo mi ser repudiaba el hecho de que fuera verdad, sin embargo, la documentación que respaldaba sus dichos era contundente.
Era extraño, sí, que las partidas de nacimiento estuvieran escritas en lengua nórdica. Tan extraño como que – según ellas – mi verdadero nombre fuera STOR PIKK, aún cuando fuera muy bien con mi naturaleza, como luego me explicaron.
Lo que nunca me pudieron aclarar es el por qué de mi tez oscura tan opuesta a la del Sr Bugman. Ni el empeño de éste en maltratarme
- no es maltrato - dijo una de ellas, - Bugman lo está preparando para los difíciles tiempos que se avecinan.
- ¿Acaso no es un mandato familiar que lo hermanos mayores sean un tanto severos con los más pequeños?
- Me hace dormir en el piso
- Como los monjes budistas. Famosos en el mundo entero por su temple a prueba de todo
- Nos hace trabajar por demás, con jornadas verdaderamente extenuantes.
- El trabajo es un derecho esencial, él respeta eso. El hombre se dignifica a través de su trabajo y Bugman los quiere dignos, probos, austeros…
- ¡Austera es la comida !! bah…comida…
- El cuerpo es el templo del alma. Bugman no es más que un arquitecto..
- Y nosotros seríamos como peones de la construcción sin ART
- Ud no entiende…
- Lo que no entiendo es cómo es que hace instantes era el elegido para combatirlo…
- ¡¿Combatir??! Habremos dicho com – par – tir …
- No, no, me pidieron que lo desenmascare.
- Ah sí, lógico, ud. como sangre de su propia sangre es el único capaz de lograr que Bugman deje de lado esa mascarada de ser insensible y cruel.
- Y despiadado, malvado, vil, mezquino, injusto, perverso, maquiavélico, pérfido, diabólico…
- Es hora de otra pastilla azul

DOS MESES DESPUÉS

Su majestad Harald V:
Nos llena de orgullo poder afirmar que la misión ha sido todo un éxito. El sujeto ha respondido como lo esperábamos. Los informes psicológicos preliminares resultaron de lo más acertados. El Sr Briks - otrora el más rebelde de los integrantes del MIB - no acataría ninguna directiva emanada de autoridad alguna.
Incluso los trabajos realizados en las psiquis de los otros integrantes (con resultados más que satisfactorios) hubieran fallado; el Sr Briks no responde en forma normal a los estímulos comunes del resto de los seres humanos. Nuestros científicos aún se encuentran abocados a descubrir si se trata de un ser excepcionalmente dotado o un perfecto estúpido. Lo cierto es que – como predijimos – descartada la posibilidad de manipular su razón fue un acierto atacar sus sentimientos.
Hacerle creer que lo une un lazo sanguíneo con el Sr Bugman ha sido una maniobra soberbia.
Podemos afirmar sin duda alguna que el Sr Briks es, ahora, un incondicional aliado de su “hermano”, el Sr Bugman.

OFICINAS DEL MIB

- Bienvenido Briks
- ¡Bugman! – intento abrazarlo. Él lo impide deteniéndome con una mano en el pecho.
- Evitemos este tipo de manifestaciones delante del resto. No quiero crear un ambiente hostil hacia su persona
- ¿No me tuteas?
- Mismo argumento.
- Maldita caterva de poltrones…ellos te convirtieron en esto que ahora sos…
- Si y no. Sí son una caterva de poltrones…
- Y no te convirtieron en lo que ahora sos?
- No, digo que no me tutee. Pasemos a su oficina
- ¿Oficina? Veo que sigo con el mismo trapito…el mismo cajón de manzanas…ya sé, es para evitar hostilidades.
- Exacto. Me gusta este nuevo Briks. Póngase a trabajar.

Apenas saludos al resto con un mínimo movimiento de cabeza. Veo en los ojos del Sr F cierto pavor por mi rasurada crisma. Lo ignoro.
En un santiamén completo mi artículo, el mismo versa:

Un hombre ha dejado en su casa un cuarto absolutamente vacío. No hay muebles, ni cuadros, ni nada.
También la puerta es blanca.
Él se sienta allí, en un rincón y se queda durante horas…
”tengo una teoría sobre la tristeza”, dice, “la tristeza necesita de objetos. No puede avanzar por el vacío. Necesita cosas así como decepciones o lugares comunes; tardes de domingo, un desengaño amoroso, nombres, fotos, esas cosas, en cambio, acá no hay nada que recuerde nada. Uno hace con la tristeza la política de la tierra arrasada. No le deja nada. Mire este cuarto. La tristeza puede querer entrar pero es resbaloso, no hay nada a lo que pueda agarrarse, entonces se desliza y cae. Eso es lo que importa. No dejarle ningún objeto a mano por el que se pueda infiltrar. Ya ve usted, esto es una isla y estoy a salvo de la tristeza…”
Por el contrario, YO necesito de mis objetos queridos, mis hermosas porquerías, mis inútiles posesiones sin valor. Cada una de ellas trae consigo la risa franca del amigo, el beso apasionado de una amante o el calido abrazo del familiar querido.
Claro que la tristeza puede querer colarse entre esos objetos, pero la alegría de haber vivido plenamente cada momento impide todo intento inútil de esa melancólica sensación.

Estoy conforme.
Me dispongo a entregárselo a Bugman.

Se me acerca el Sr Bigud. Lo ignoro. Hago lo mismo con el Sr Renegado. El Sr Pablo mira con desconcierto como me desembarazo con desprecio del Sr Viejex que procura detenerme mas no lo logra, sin embargo, no advierto la proximidad del Sr Mariano quien me toma de ambos brazos y con lágrimas en los ojos pronuncia palabras que no alcanzo a comprender.
Forcejeamos y logro apartarlo de mi camino, no sin antes que él coloque un papel en el bolsillo de mi camisa

Prosigo mi marcha hacia las oficinas del querido Bugman

(apretar play)


No es que me importe…pero me intriga saber qué dice el papel que el Sr Mariano me entregó.


Tomo ese bollito infame.


Estoy en las puertas del despacho de mi hermano


Antes de golpear… desarrugo ese insignificante papel…



No estaba preparado para leer lo que allí decía…


Un calor interno aflora por mis venas…
viejas sensaciones reviven en mi…ahora veo todo con claridad


Tomo el artículo y lo rompo en mil pedazos.






HE VUELTO !









Crónica de una Fuga.


Heme aquí, lector. Arrastrándome por un ducto de aire acondicionado, agradeciéndole a la Naturaleza por ser tan flaco. Ya sabía que para algo me tenía que servir. El ducto, por suerte, es sorprendentemente ancho para un aire acondicionado argentino. Ya de por sí, es medio raro que un edificio en Buenos Aires tenga aire acondicionado central… por lo general tienen esos aires individuales que afean tanto a las fachadas. Trato de darme cuenta de en donde estoy. (En un ducto, gil) Digo, qué será este edificio. Busco ver a través de las rendijas, pero éstas están tapadas.

Raro. Es como si el que diseñó el edificio no quisiera que se ventile. Voy avanzando como puedo, arrastrándome mientras empujo para adelante las benditas botas (qué peste que tienen! Para mí que Bugman las compró en una casa de rezagos del Ejército Rojo) mientras me adentro en la oscuridad, rogando por que haya una luz al final del túnel, y que Sueiro no la haya apagado.

De repente, en la oscuridad, mis manos golpean algo. Mi primer instinto es, claramente, largar una puteada. Para mi sorpresa, esta sale censurada (la p&%a madre, el maldito alopécico instaló el Buguermatic acá también??). La segunda, es ver qué es. Bueno, lo de ver es figurativo, porque acá no se ve nada. Tenía que pal… digo, toc… digo, an… ESTUDIARLO con el tacto. Y claramente, era una escotilla.

Abro la escotilla, y me sorprendo que, abajo mío, pasa otro túnel, sólo que éste está iluminado. Me asomo un poco más, para ver de donde venía la iluminación… y veo que provenía de unos puntos blancos que hay en el piso. Intrigado, trato de alcanzar uno.. y pierdo el equilibrio, cayendo de cara al piso.

AY.

Pero bueno, aunque sea ahora los tengo a mano. Interesante. Son como esferas blancas luminosas.. pero no son lámparas..

De hecho, parecen comestibles… como si fueran un caramelo gigantesco y luminoso. Y esférico. Parto una para sacarle un pedazo, y al probarlo, me doy cuenta de que sabe a menta..

No pude estar más tiempo rascando las bolas (digo, las esferas), porque de repente, escucho un ruido extraño y agudo a mis espaldas.. me doy vuelta y no puedo creer a mis ojos… un monstruo gigante y celeste se acerca, mirándome con ojos saltones e idos.. ¡¡¡AAAAH!!! ¡Que es esto! ¿Donde estoy? Me largo a correr por el pasillo, y tomo una bifurcación, y luego otra, hasta perder al monstruo. Y me doy cuenta que, lo que a primera impresión parecía un pasillo, es en realidad un laberinto.

Laberinto, bolas comestibles, monstruos... esto me suena demasiado familiar. No puede ser…. No es posible….

Escucho un ruido lejano, constante, acercándose. No es el mismo que el del.. fantasma? Es mas fuerte.. y está por confirmar mis peores sospechas:

wakawakawakaWakaWakaWAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKA

estoy en un Pacman!

No es posible! Me largo a correr, escapando de la bola amarilla, antes de que me coma. Porque, por más que no me parezca para nada a un sugus redondo (yo sería mas bien un palito de la selva morocho) dudo que ese coso le haga asco a nada.

WAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKA

Doblo una esquina, rogando por que no me vea. El sonido se vuelve ensordecedor.. hago lo posible por no tocar las pelotitas, pero sospecho que Pacman no solo las ve, sino que las huele (algo difícil de confirmar, ya que no tiene nariz visible). Mientras corría, pensaba en cómo haría pacman para saber dónde estaban las bolitas, o los fantasmas.. como ese rojo que AH LA PUT; UN FANTASMA! AAAAGH!

Qué hago? Trato de tirarle una bota, a ver si con eso se espanta…

La bota lo atraviesa. (Fantasma. Duh. Eso fue tonto hasta para vos, F.) Bueno, plan B. ¡Corramos!!

WAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKA

Me doy vuelta, intentando escapar, corro, con el fantasmita rojo siguiéndome, hasta que me encuentro en un callejón sin salida* Ya veía venir mi muerte inminente, y rogaba tener una vida extra, cuando, de repente, una alarma antibomba comienza a sonar.

(zafé) Giro, y veo que el fantasmita tan temible se había vuelto azul.

Cagaste, Casper.

Al grito de “Vení y agarrame esta fruta, espectro endemoniado!”, corro hacia el fantasmita, atravesándolo. Sus ojos, aterrorizados, flotan un segundo en el aire, para luego desaparecer rápidamente.

Sé que no tengo mucho tiempo. Tengo que salir de este mundo y volver al ducto.. Tengo que encontrar la salida, pero ¿cómo? El techo no es muy alto, pero está oscuro. Tengo que ir tanteándolo, saltando cada tanto a ver si veo el hueco.

Vuelvo sobre mis pasos, a los saltitos. WAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKA La alarma se detuvo. Menos mal. Por este pasillo ya no hay bolitas, pacman ya debe haber pasado.. está oscuro, carajo.. Comienzo a correr hacia una esquina iluminada..

Me tropecé con algo. Tanteando, me doy cuenta de que es la bota que le tiré al fantasma. Aunque sea, estoy en el buen camino. Me calzo la bota (me cansé de andar con esos cosos en la mano) y sigo caminando hasta llegar a un pasillo con bolitas. De repente, me doy cuenta de que una de las bolitas está partida... debe ser la que agarré yo! Miro para arriba y en efecto, ahí estaba la escotilla. Me aprestaba a saltar, cuando… EFEE!! WAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKAWAKA

Me doy vuelta, y veo a Pacman viniendo hacia mí.

Ahora, Dudo que alguno de ustedes haya visto a un Pacman de frente. Y no sé si son todos iguales, pero este era pelado… y tenía cejas.

Era PAGMAN!

Salto con todas mis fuerzas, alcanzando a agarrarme del borde de la escotilla y a meterme antes de que me alcance el pagman. Me arrastro por el ducto varios metros más, doblando por varios recovecos como puedo, hasta que por fin veo una luz… una rejilla. Con las pocas fuezas que me quedaban, golpeo la rejilla hasta romperla, y caer de cabeza en el piso de una oficina.

Cuando recupero la conciencia, me doy cuenta de que estoy en el piso de la oficina de Bugman… con Bugman parado frente a mí.

Agarrándome de sus rodillas, me arrodillo, y casi llorando le digo

-JEFE! PERDON; LO SIENTO! NO MEREZCO TRABAJAR AQUÍ, PROMETO NO VOLVER A PASAR NINGÚN VIDEO; A ENTREGAR LOS ARTÍCULOS A TIEMPO, A NO QUEJARME MAS, PERO POR FAVOR NO ME COMAAA!

-¡Cálmese, Botarate! ¿Qué, me vio cara de caníbal? Me alegra su compromiso, Efe, de todos modos, y le acepto sus disculpas. Es más. Estoy de tan buen humor hoy, que no voy a hacerle limpiar el enchastre que hizo en la fiesta. Igual, le sugiero que se limite con el alcohol en el futuro.. eso de colgarse del proyector es imperdonable.

-¿Qué pasó con el proyector?

-Básicamente, usted se colgó del cable al grito de “Jeronimooo!”. Obviamente, se cayó, con usted encima. Usted se desmayó, y por eso lo trajimos acá. 2500 pesos, cuesta el arreglo. Claramente, se lo descontaría de su sueldo, si es que tuviera alguno. Ya veré como hacérselo pagar. Por lo pronto, usted se quedó sin café por un mes

(no me quejo para nada), y va a tener que agregarle una sección nueva a sus artículos.

-Bueno, ya veré que hago. No hay problema, jefe. Gracias por entender… Puedo ayudarlo en algo más? (miro de reojo la ventilación. Estaba intacta. Casi como nueva. Miro mis pies, y tengo las zapatillas de siempre. Habrá sido todo un sueño etílico?)

-No, nada más, F. Vuelva a su baño, digo, a la oficina- me dice Bugman, mientras saca de su bolsillo un paquetito de Mentitas Ambrosoli…..


*Usted me dirá que en el Pacman no había callejones sin salida, pero en este sí.


Saludos!

Volver, con la frente marchita

No se cuanto tiempo anduve, alejándome de la banda del licenciado G. hasta que dí con un promontorio rocoso, que tenía la particularidad de tener un borde filoso. Decidí que era hora de comer algo y esa roca era perfecta para abrir la lata de atún.

Posé la lata sobre el borde y comencé a frotarla de atrás hacia adelante y viceversa, frenéticamente, como cuando uno...como cuando....uno...trata de abrir una lata de atún sin un abrelatas.

En pocos minutos, la lata estaba totalmente deformada, pero inconmoviblemente cerrada.

El hambre me acuciaba, por lo que proseguí con  mi intento de erosión acelerada hasta que una chispa saltó de la piedra a la hojarasca que habia en el suelo.

La apagué inmediatamente, no necesitaba hacer fuego y lo cierto es que hace rato que quiero deshacerme de esta fama de piromaníaco que me endilgan.

Traté nuevamente de raspar la lata, pero ésta estaba ya tan caliente por el frotamiento que me quemó los dedos y la solté instintivamente, cayendo del otro lado de la piedra.

Al asomarme para recuperarla mi sorpresa fue mayúscula: la chispa que había apagado no era la única que generé. Del otro lado de la piedra, oculto a mis ojos se habia desarrollado un pequeño fuego. Para no quemarme nuevamente, envolví mi mano con un poco del papel higiénico y traté de alcanzar la lata caida.

No preví que el fuego iba a prender tan fácilmente en el papel, de modo que comencé a tratar de desenvolver la mano con desesperación. Yo sé que no me lo van a a creer, pero en minutos el bosque ardía contrariando mi voluntad.

Un viejo extraño me habló. Estoy seguro de conocerlo de algún lado

-Pero vo so loooco, viteh!?

-¡Yo no quería! - protesté.

-No trate de engañarme, viteh? Si de verdad queria abrir la lata no necesitaba hacer todo este espamento-dijo, y acto seguido tomó la lata y con un sencillo movimiento levantó una presilla como las de las latas de cerveza o gaseosa y la tapa de la lata se abrió sin dificultad

-¿Como sabia...?

-Es irrelevante, viteh? -dijo, mientras me mostraba un nudo ballestrinque,  hacía un gesto obsceno y remató levantando su ceja izquierda.




Me desperté gritando, sentado en mi escritorio(*). Bugman a mi lado me instaba a mantener la calma .
Estuve tentado de desahogarme y contarle mi sueño, pero preferí no hacerlo.

-¿Se siente bien, Viejex?

-Si, Bugman, estoy bien, fue sólo una pesadilla.

-Eso le pasa por dormirse en horas de trabajo. Esta semana no habrá café para usted.

-Tiene razón, amado líder.

Bugman pareció conformarse con esa respuesta y se encerró en su oficina. Fue entonces que percibí que de allí provenía la inconfundible tonada del Twist de Luis. Y la perversa risa de Bugman.






(*) entiéndase por esto que estaba sentado en el suelo, sobre mi trapo de piso.

NORRUEGAS (parte II)

Esto viene de ACÁ y sigue así:


Desperté en una habitación completamente blanca, sin muebles ni ventanas. Una poderosa luz iluminaba el inmaculado recinto. Mi desnudez había sido cubierta con ropas de un género desconocido por mi. De hecho, a mi me sacan del algodón y ya no sé de qué tela estamos hablando.
En el aire flotaba, casi tangible, un zumbido permanente. Imaginé que provenía de algún circuito electrónico o alguna especie de motor de energía alternativa…

Era un mosquito

Di buena cuenta de él
Casi en simultáneo otro zumbido, pavorosamente mayor, se exteriorizó a mis espaldas.
Rogué a San Crusino – patrono de los camioneros que escuchan música country – que no se tratara de un familiar del insecto aniquilado.
- Buenas noches Sr Briks – dijeron al unísono las rubias pulposas que entraron a través de unas puertas corredizas.
Giré hacia ellas ocultando mis manos por detrás de la espalda. El aspecto que ahora presentaban en nada se parecía al que yo recordara, de hecho, las tres vestían idénticos trajes de látex negro y gafas oscuras. Notando mi perplejidad se presentaron nuevamente
- Yo soy No
- Yo soy Rue
- Y yo soy Gas
- Juntas somos Noruegas – repitieron en perfecta sincronía y sin reforzar las R, como cuando las conocí. – nos alegra que haya aceptado encarar el desafío que representa saber...LA VERDAD; que no tema enfrentar el seguro destino de penurias y suplicios que le significará correr el velo de la mentira, que tenga el coraje de vivir el calvario que...
- Yo sólo tomé una pastillita de nada…una cosita azul…
- Briks, Ud es un elegido
- Me han dicho cosas peores
- Sólo ud puede desenmascarar a Bugman
- El de la máscara es el Sr. Bigud
- El fuego con fuego se combate
- Ah! Para eso mejor lo llaman al Sr Viejex, si me permiten ahora me reti…
- Briks, durante todo este tiempo, acaso alguien escuchó las quejas de los integrantes del MIB?
- Bueno…eso debería ser trabajo del Sr. F…pasa que…
- Es hora de hablar a calzón quitado !!
- Demonios !! eso sí es lo mío…
- Hay algo del Sr Bugman que ud. no puede ignorar.
- SABIA! Es una de esas personas que libremente ha elegido, por fuera de los cánones convencionales, su sex…Concéntrese Briks!! Esto es importante. Ud sabe inglés?
- wi
- Eso fue un chiste?
- wi
- puede dejar de hacerlo?
- wi (jijiji)
- Perfecto. Qué significa “BUG”?
- Es el diminutivo de una marca de cerveza; “bugweiser”. Me gustaría tomar una en este momento. Hay onda?
- otro chiste?
- Nou
- Ok, el significado de BUG, por favor.
- Bolsa
- Está mal
- Cartera
- No, no…
- Morral, saco, COSTAL, BOLSO !!
- No, Briks, no. Lo que está mal es que no le pedimos la definición de BAG sino de BUG
- Ah…es que la pronunciación…
- Entonces?
- Error informático
- BICHO !! Eso significa ! BICHO !
- AH PERO ERROR, TAMBIEN ! tiene varias acepciones.
- (suspiro) Prosigamos.
- Para ser nórdica es bastante calentona ud, no tiene pariente italianos ?
- Quién come bichos ?
- Marley
- NO! Bueno…si, pero que “otro” animal ?
- Las arañas patonas
- No
- Si ! Cómo no?
- Ok, ok pero qué oootro animal ?
- Las arañas areneras
- Otro
- Las arañas de jardín
- OTRO !
- Las arañas lobo
- POR EL AMOR DE ODIN !! olvídese de las arañas !!
- AH !! Qué más quisiera ?? Me dan un cuiqui…
- Los murciélagos, Briks, los murciélagos.
- No, los murciélagos no me dan miedo, incluso hasta simpatizo con ellos. Se comen a las arañas
(sollozo)
(pausa con los ojos cerrados y presionando el seño con sus dedos índice y pulgar)
- A ver…
No encuentra ninguna relación entre Bugman y los murciélagos ?
- Si claro. Me recuerdan a un personaje…
- EXACTO !! a quién le recuerda ?
- A Drácula, Bugman es un chupasangre, un inhumano, un…ud está llorando ?
(interviene otra de las noruegas y retira a la que gimotea. La restante toma el lugar de la primera)
- Briks…(titubea)…a ud le gusta Batman, verdad ?
- Wi
- Batman, El hombre murciélago. La fonética de Bugman es “bagman”.
Batman…Bagman…
Hombre murciélago…hombre insecto…
- OIGA !! QÚE INSINUA ?!!! QUE YO ME COMO AL PEL…SEPA QUE SOY MUY HOMBRECITO !!! SI BUSCA UN FLOJITO EN EL MIB APUNTELE MAS BIEN AL PUT…cálmese Briks cálmese; lo que queremos hacerle notar es que ambos se encuentran muy relacionados y…QUE NO ES CASUAL
- Qué cosa no es casual ?
- Que ud y el Sr Bugman se encuentren en íntima unión
- AHÍ VAMOS DE NUEVO !!! Mire señorita (entrecerrando los ojos y apretando los dientes) que yo nunca golpee una dama pero…
- Le voy a ser absolutamente sincera. En lo que a Ud respecta, Bugman tiene sentimientos encontrados
- Lógico. La única manera que ese individuo tenga sentimientos es si se los encuentra por ahí
- No, no, lo que quiero decir es que – aunque no lo parezca – ud está entre sus más caros afectos
- JA! Pues claro que lo parece!! Sin duda estoy entre los más caros y ya se sabe que ese alopécico es un miserable, es un tacaño, es un avaro, es…
- Es su hermano
- WHAT THE F... !!!



MIENTRAS TANTO, EN OTRO LUGAR DEL RECINTO…

- Su Majestad… habla el agente "RUE"…si…todo marcha según lo planeado…exacto…el agente “NO” acaba de comunicarle al sujeto lo que ud nos indicó…si Majestad…lo mantendremos al tanto, por supuesto su Excelentísimo. No, no sospecha nada…si mi Señor. SALVE !!

(continuará)

A prueba de casi todo

Me cuesta despertarme. Miro alrededor, intentando reconocer el lugar pero no hay caso, no reconozco nada. No se que hago acá ni como llegué. Recuerdo vagamente una salida con los muchachos. Una fiesta o algo así, pero no estoy muy seguro.
(Si le interesa saber como fue que terminé así, haga
click aquí. Si no, sepa que es Ud. un desalmado).


Mientras intento enfocar la vista que aún tengo algo nublada, de repente, medio de reojo, noto que mi cuerpo está completamente teñido de rojo.
-¡¡Sangre!!- grito -¡¡Estoy bañado en sangre!!.
Y ahí me desmayé. No porque sea un pusilánime que se desmaya cuando ve sangre, sino porque, bueno, capaz que porque estaba todavía medio débil por lo que sea que me hayan dado para narcotizarme. O quizás por el hambre. No se.
Recupero la conciencia como a los veinte minutos.
Me incorporo lentamente. Sacudo un par de veces la cabeza. Otra vez estoy algo mareado.
Miro alrededor. Miro mi cuerpo. Lo veo completamente rojo.
-¡¡Oh por Dios, sangre!! ¡¡Estoy bañado en sangre!!- grito. Y me desmayo otra vez.
Despierto como a la media hora. Me siento algo sofocado. Tengo mucho calor.
Me levanto como puedo, apoyándome en un árbol.
Me refriego los ojos. Miro mi cuerpo. Veo que está completamente rojo.
-¡¡Sang….- Ya me estaba sintiendo mareado de nuevo cuando reparo en algo.
Estoy todo rojo menos en la parte del estómago, donde tengo como un cuadrado gris. Me miro con mas detenimiento y ahí me doy cuenta de algo importante: todavía llevo puesto este ridículo traje de Teletubbie.
Flashes de imágenes se disparan instantáneamente en mi cabeza. La fiesta. La música. Las bebidas. El calor. Y tengo como una borrosa imagen de un enorme bulto amarillo, monstruoso, que por alguna razón hace que se me erice la piel, pero no se exactamente por qué.
Aún no alcanzo a distinguir qué fue real de todo lo que recuerdo, y que no.
Algo es seguro, sin embargo.
Una vez mas yo terminé vistiendo un traje de lo mas absurdo. Evidentemente tengo que empezar a ponerme límites de una buena vez.

Me quito este traje de porquería.
Afortunadamente y después de lo que me pasó la última vez con el disfraz de Barney, esta vez llevo ropa debajo (una camiseta musculosa y unas elegantísimas bermudas rojas con corazoncitos blancos).
Ya mas cómodo, fresco y despierto, comienzo a planear la manera de salir de este infierno verde, aromático y silvestre. La verdad que no sé por que, porque esto no está nada mal, pero en las películas cuando uno está perdido siempre trata de volver a la civilización, así que supongo que yo debo hacer lo mismo.
Si sale en las películas por algo debe ser.
Lo primero que hago es un reconocimiento visual del lugar.
Miro todo con detenimiento y llego a la conclusión de que, efectivamente, estoy en el medio de lo que parece ser un ambiente de vegetación abundante, casi selvática y también, además, confirmo que estoy perdidísimo.
Sigo mirando (así con los ojos entrecerrados y expresión muy concentrada).
En eso, reparo en un bulto de color rojo que asoma detrás de una mata de hierbas.
Me dirijo hacia él, lentamente. No alcanzo a distinguir lo que es, pero su color hace que resalte contra el verde circundante.
Por las dudas agarro un palo y cuando estoy cerca le pego tres o cuatro golpes (No es que sea cobarde. Para nada. Simplemente soy muy precavido).
Luego lo toco, con el mismo palo, a ver si se mueve o algo. No pasa nada.
Me acerco despacio y lo levanto (con el palo, claro). Es una cabeza. Mas precisamente la cabeza del disfraz de Teletubbie rojo.
Por un lado me tranquilizo, pero por el otro siento un poco de vergüenza de solo pensar que yo tenía eso puesto.
Estoy a punto de alejarme del lugar, cuando me doy cuenta de que la cabeza estaba cubriendo una pequeña caja.
-¡Una bomba!- murmuré mientras daba un felino salto hacia atrás y rodaba hasta la seguridad de una hondonada (debo reconocer que a veces soy medio dramático).
Estuve ahí acurrucado como veinte minutos hasta que me atreví a volver al lugar.
Lentamente y siempre usando el palo, empecé a empujar la caja hasta tumbarla para ver que contenía.
Al final no era una bomba.
Contenía una lata de atún, un rollo de papel higiénico empezado y una nota.
No tengo como abrir la lata, y ganas de hacer lo segundo no tengo, así que tomo la nota que, aparentemente, es lo único útil que puedo conseguir.
La misma decía “Si quiere saber de que se trata esto, busque una caja igual a la que acaba de encontrar. Allí hallará las respuestas. No pierda tiempo intentando descifrar quien soy. Jamás lo sabrá. Mi identidad le será revelada en su debido momento. Busque la caja. Ahora. Firmado: Bugman”.
-¿Y como cuernos sé para donde ir? Este bosque parece inmenso. La caja puede estar en cualquier lado- digo hablando en voz alta porque total estoy solo.
Doy vuelta el papel, y allí en el reverso decía “La caja está veinte pasos en dirección norte, escondida dentro del tronco hueco de un árbol. Firmado: El calvo anónimo también conocido como Bugman”.
-Bugman-
digo entrecerrando los ojos y apretando los dientes.
Un nuevo flash mental me lleva al recuerdo de esa noche de fiesta. Recuerdo el whisky. Y la ceja levantada del Amado Líder mientras uno a uno íbamos cayendo como moscas.
-¿Qué estará tramando ese calvo maléfico?- me pregunto.
Miro de nuevo el papel y en un rinconcito decía “Ya lo sabrá. Firmado: El misterioso (Bugman)”.

Todo esto empieza a perturbarme un poco. Acá pasa algo raro.

Igual desisto de continuar perdiendo el tiempo pensando y comienzo a caminar los veinte pasos hasta el árbol.
Cuando llego al lugar, efectivamente hay un árbol y tiene un hueco. Un hueco oscuro.
Y allí es donde, supuestamente, hallaré la otra caja.
Debería ir por ella pero, repito, es un hueco, en un árbol. O sea, es un lugar mas que propicio para que haya algún tipo de alimaña. Mas precisamente una alimaña que se arrastra, es fría y saca una lengua bífida.
No es que tenga miedo de meter la mano porque puede haber víboras. Nada que ver. Yo no les tengo miedo a las víboras. Les tengo respeto, nada más. Y si lloro, salto y pataleo cuando se me cruza una es solamente por el respeto que les tengo.
De todas formas, sabiendo que en ese lúgubre orificio podría hallarse la clave para mi supervivencia y que, por el momento, no tengo mejores opciones, cierro los ojos, respiro hondo y meto la mano.
En efecto, allí había una caja. La tomo y con sumo cuidado la deposito en el suelo para ver que contiene.
Para mi sorpresa, contenía un pequeño reproductor de cassettes y un papel que decía “Poné play”.
Pongo play.
-Buenas tardes Sr. Renegado- me dice una inconfundible voz.
Me quedo mirando al aparato, esperando el resto del mensaje.
-Dije buenas tardes ¿No le enseñaron a saludar en su casa?- me dice la voz.
-Eeehhhm si, si, perdón. Buenas tardes. ¿Cómo sabia que yo no iba a….
-Eso es irrelevante- responde la voz -Escúcheme bien. Esta es su situación: Ud., estimado gandul, está en un sitio secreto que no le será aún revelado.
-¿Y entonces para que cuernos me hizo meter la mano en ese agujero para buscar esta caja de porquería si no me iba a decir nada?-
digo algo molesto.
-No me interrumpa. Todavía no terminé. Si me va a interrumpir a cada rato esto va a tardar mucho. ¿Puedo seguir?- dice la voz con un cierto tono de fastidio.
-Si, perdón. Continúe, continúe…- respondo mirando de reojo para todos lados, buscando una cámara oculta o algo.
-Bien, gracias. Decía que la naturaleza de este sitio no puede revelársele, pero eso no tiene ninguna importancia para Ud. ahora. Lo que a Ud. debe interesarle es que este lugar lo pondrá a prueba y que su único objetivo en este lugar, Sr. Renegado, será intentar … sobrevivir.
-¿Sobrevivir? ¿Eso es todo?- digo mientras tomo aire preparándome para largar mi risa maléfica. Llevo los brazos a la cintura, inclino la cabeza y el torso ligeramente hacia atrás y río: JURUJUJAJA JURUJUJAJA (tengo que trabajar un poco esto de la risa maléfica. Creo que no me sale muy creíble).
-Ay Bugman, Bugman- digo meneando la cabeza -Inocente calvo. Si se hubiera tomado el trabajo de conocerme un poco sabría que este ambiente para mi no representa ningún desafío. Si quería plantearme un verdadero desafío me hubiera abandonado en el microcentro y sin plata para el taxi, pero aquí, en la naturaleza, estoy en mi mundo. Este es mi hogar. Esto será para mi como vivir unas plácidas vacaciones.
Vuelvo a tomar aire, adopto nuevamente mi posición de risa maléfica y río otra vez: JUI JUI JUI JUI JUIIIIIIIIII (No, no hay caso. No me sale, será de Dios)
-¿Terminó?- dice la voz de la grabadora.
-Eehhmmm si, si …- le respondo.
-Ah bueno, porque yo no había terminado. Le iba a dar mas información pero ya que es tan canchero, sospecho que no le hace falta. Era algo de vital importancia, algo sobre las elecciones que debe hacer, pero bueno, no digo nada. Total…- me dice la voz haciéndose la interesante.
-Bueno, pero si quiere digamelo. Si es algo tan importante …
-No. Ahora no quiero. Arrégleselas. Esta grabación se autodestruirá en cinco segundos- dice la voz.
Cinco segundos después el aparatito comienza a echar humo y explota haciendo apenas un ruidito.

Mentiría si dijera que no me quedé algo intrigado, pero bueno, no tengo tiempo de ponerme a pensar en lo último que dijo Bugman en la grabación.
Ahora debo comenzar a buscar la manera de salir de este lugar haciendo uso de todos mis conocimientos de supervivencia y mis años de experiencia en ambientes silvestres.
Tomo la dirección del viento, observo el comportamiento de las aves, determino la orientación en la que crece el musgo, y percibo el sutil lenguaje de la vida salvaje que me rodea hasta volverme uno con la naturaleza.

Finalmente, fijo un rumbo y comienzo mi viaje.

Doy dos pasos, me tropiezo y me caigo a un pozo. Me di un golpe bárbaro. Casi me mato.
Me levanto medio maltrecho, me sacudo un poco y amago a seguir caminando, medio tambaleante, pero con tan mala suerte de piso mal en un borde y me voy al diablo.
Caigo rodando por una ladera. Habrán sido como veinte metros.
Llego al fondo, completamente cubierto de tierra, pasto, abrojos y ramitas. Trato de incorporarme con cierta dificultad.

En ese momento un zumbido ensordecedor comienza a llenar todo el ambiente al mismo tiempo que el cielo y todo lo que me rodea se ve inundado por una intensa y cegadora luz blanca.
Segundos después, así como aparecieron, tanto la luz como el zumbido desaparecen.

Miro a mi alrededor.

La selva ha desaparecido. Estoy en un patio. Un patio grande de un edificio que me resulta familiar. Y todo me resulta como mas grande.
Me miro y ya no visto las ropas que tenía. Ahora tengo un guardapolvo blanco.
Se escucha un timbre, y en segundos el patio se ve colmado de niños también de guardapolvo.
Se me congela la sangre. Me invade la desesperación. ¡No puede ser! ¡Es imposible!

¡Soy un niño otra vez y estoy en la escuela primaria!

¡¡Esto es horrible!! ¡¡Es una de mis peores pesadillas!! ¿Qué pasó? ¿Cómo llegue hasta este lugar? Esto tiene que ser un sueño. No puede estar pasando.
-¿No? A mi me parece que si- escucho decir a una vocecita algo aflautada detrás de mí.
Me doy vuelta. Allí, de pie contra una columna, un niño me mira con una socarrona sonrisa en el rostro.
-¿Y vos quien sos?- le pregunto -No sos ninguno de los compañeros que recuerdo haber tenido en la primaria.
-Claro que no lo soy señor Renegado-
me responde el niñito levantando su ceja izquierda.
-¡¡No puedo creerlo!! ¡¡¡Bugman!!!- exclamo casi sin aliento.
-Si, soy yo- dice el niño -Vine a explicarle sus alternativas: Uno, acepta volver a la redacción de MIB, prometiendo que de ahora en mas no se va a quejar tanto, ni va a reclamar cosas, ni va a pretender que se le pague por su tiempo, ni que se le dé de comer, ni nada de eso.
-¿Y la otra opción?- pregunto.
-La otra opción es quedarse en este lugar, en este cuerpo y en está época, para hacer nuevamente toda la primaria en un ciclo infinito.
Me quedo mudo.
El solo pensar en volver a hacer toda la primaria de nuevo una vez es algo que me aterroriza hasta los huesos. Tener que repetirla una y otra vez para siempre, directamente me hace pensar que sería preferible suicidarme hasta morir aquí mismo.
-Es tiempo de tomar una decisión Sr. Renegado- me dice el diabólico niño.
Intento pensar lógicamente. Esto no puede ser real. No es posible. Tiene que ser una trampa, una artimaña, uno de los típicos juegos mentales del Amado Líder para tenernos a su merced.
Decido correr el riesgo.
-Bueno, me quedo acá- le digo cruzándome de brazos.
El rostro del niño se transforma con una mueca de profundo disgusto.
-Ahora vas a ver- dice y, acto seguido, sale corriendo al grito de -¡¡Señorita, señorita, este alumno está diciendo palabrotas!!- mientras me señala.
De inmediato, una señora vieja y pequeña pero de gesto severo viene hacia mi. La reconozco enseguida. Es mi maestra de primer grado, la señorita Lía.
-¿Así que tenemos un sapo por acá?- dice con su voz chillona (Les decía “sapo” a aquellos que supuestamente eran malhablados).
-¡No! ¡No! Yo no dije nada. Es mentira. Yo no dije nada-
me defiendo al borde del llanto como solía hacerlo cada vez que esta maldita vieja me acusaba injustamente.
-¡¡Cállese la boca!! Vamos a la dirección- me dice agarrándome de un brazo y arrastrándome por el patio.
Miro al alcahuete de Bugmancito, que me mira con una amplia sonrisa de satisfacción.
-¡No me importa!- le grito -Yo voy a la dirección pero vos no te saliste con la tuya. Igual vos perdés- tomo aire y lanzo mi risa maléfica: Ji ji ji ji jiiiii (bueno, esta vez tenía la excusa de que era un niño).
Al pequeño futuro calvo se le borra la sonrisa instantáneamente y me señala como diciendo “Vamos a ver”.

En ese momento suena el timbre. Es el fin del recreo. Pero el sonido del timbre comienza a transformarse en un zumbido. El mismo zumbido de antes seguido por la misma luz cegadora que todo lo invade.

Cuando la luz y el zumbido se desvanecen, todo ha cambiado otra vez.

Me miro. Visto jeans rotos en las rodillas, zapatillas, una remera de Harley Davidson y una campera también de jean algo descolorida. Observo mi reflejo en un vidrio. Tengo el pelo largo hasta la mitad de la espalda.
Me invade la felicidad. ¡Tendré unos 18 o 20 años! ¡Estoy en mi mejor época!
-¡Te salió el tiro por la culata Bugman!- grito elevando mi puño al cielo JUEE JUEE JUEEE JUEEE (se ve que lo de la risa maléfica nunca me salió).
-¿De que se ríe caballero?-
escucho decir a una voz a mis espaldas.
Me doy vuelta. Un hombre vestido de militar me mira con cara de pocos amigos.
En ese momento miro alrededor y se me atraganta la risa.

¡Estoy en el cuartel donde tuve que ir a hacer firmar el documento cuando me salvé de la colimba!

¡No puede ser! ¿Cómo llegué a este lugar? ¿Por qué tengo que pasar por esto de nuevo?
Ya estaba por empezar a hacer pucheros cuando me percaté de algo (fundamentalmente porque lo acababa de decir): yo del servicio militar me salvé. O sea ¿De que me preocupo? Ya sé lo que va a pasar ¡¡Se equivocó!! ¡¡Bugman se equivocó!!
El militar seguía mirándome fijo como no entendiendo por que estaba yo hablando solo cosas sin sentido.
-Vengo a que me firmen el documento- le digo sacando pecho con absoluta confianza una vez que terminé de monologar.
-¿Número de orden?- pregunta el tipo secamente.
-388- le respondo con una amplia sonrisa.
-¿388? … Allá, a reclutamiento- me dice el soldado señalándome una fila de muchachos que ingresaba en una oficina.
-¿¡Cómo reclutamiento!?- digo medio tartamudeando.
-Si, reclutamiento. Allá en aquella oficina le van a decir donde se tiene que hacer la revisación médica y si es apto, el destino que le toca. Ah y por supuesto, le vamos a cortar ese pelito- me responde con sorna.
-¡No! ¡No fue así! ¡Yo me salvé! ¿Cómo puede estar pasando esto?- le digo medio sacado.
El milico me mira desconcertado, se encoje de hombros y me señala la fila otra vez.

Me pongo en la fila.

Pienso que esto al igual que lo del colegio no puede ser cierto. Intento tranquilizarme, pero no puedo. Todo se siente demasiado real.
Llega mi turno. El oficial detrás del escritorio me pregunta el número de documento y el número de orden sin siquiera mirarme.
Le respondo con un hilo de voz.
Recién en ese momento lentamente levanta la cabeza y me mira a los ojos.
Yo no puedo creer lo que estoy viendo.
-Nos volvemos a ver Sr. Renegado- me dice el oficial Bugman.
-No puede ser- digo, sintiendo como la desesperanza se apodera de mi persona.
-Si, es- me responde levantando la ceja -Ahora bien, esta es su última oportunidad: o vuelve a la redacción en mis términos o lo mando a revisación y termina en Ushuaia. Es su elección.
Esta vez no necesito pensarlo demasiado. El pelado maléfico jugó bien sus cartas.
No se como pudo cambiar la historia, o que tanto mas es capaz de cambiarla.
No puedo arriesgarme.
No soportaría tener que hacer la colimba. No soy bueno recibiendo órdenes y, probablemente, me pasaría años pelando papas en un calabozo por desobediente, como mínimo.

Creo que no tengo opción.

-Está bien- le digo entredientes y dejando escapar un ahogado suspiro -Vuelvo a la redacción.
-¡Aahhhh! ¡Estupendo!- me dice con una gran sonrisa, mientras me sella el documento dando un fuerte golpe.


El sonido del golpe me despierta.

Estoy en el suelo de la redacción, acurrucado en posición fetal.
Me incorporo lentamente. Me siento raro. Desorientado. Y un poco acalambrado.

-Buenas tardes Sr. Renegado ¿Durmió bien?- escucho decir a la inconfundible voz del Amado Líder.
-¿Dormir? ¿Estuve dormido?- pregunto todavía medio confundido.
-Efectivamente. Se ve que estaba algo agotado por el exceso de trabajo. No me imaginaba que era tan flojito pero bueno, no importa. Lo importante es que ya se encuentra recuperado y con ganas de trabajar ¿No es así?
-¿O sea que todo fue un sueño?
-No se a que se refiere pero si ya está bien creo que es tiempo de que retome sus actividades. Las vacaciones terminaron.

Me dirijo lentamente a mi cubículo y me siento en mi trapito, sin dejar de pensar en todo lo que viví.
Encuentro algo sobre el teclado. Algo que reconozco de inmediato. Es mi viejo y maltrecho documento de identidad.
Empiezo a temblar sospechando lo que significaría.
Lo abro en la parte donde dice “Para ser utilizado exclusivamente por autoridad militar”.
Está sellado. Dice “Exento” en grandes letras rojas tal y como lo recordaba pero, además, mas abajo y escrito a mano con impecable caligrafía decía “Por ahora”.

Me corre un frío por la espalda.

Pongo el documento a un costado y, temblando, me pongo a escribir.