La fuga


La creación del SiGaNTU (Sindicato de Gandules No Trabajadores Unidos) había fracasado rotundamente. Tan rotundamente como nuestra intención de ponerle a la agrupación un nombre con punch.
Las cosas se estaban poniendo pesadas. La relación laboral estaba tensa.


Nada parecía salirnos bien. No pegábamos una. Ni siquiera cuando amenazamos con hacer un paro.
“¿Un paro?” exclamó el Amado Líder elevando su ceja y esbozando una amplia sonrisa “¡Me parece excelente!”.
Y a parir de ese momento nos obligó a escribir parados (lo cual era bastante incómodo teniendo en cuenta que, habitualmente, lo hacemos sentados en trapitos en el piso).

Todo eso, mas el ahora casi insoportable dolor de espalda, y el riesgo que implicaba tener que estar medio agachados sabiendo que el Sr. Briks andaba por ahí, nos llevó a tomar una medida drástica y definitiva.
Sabíamos que esto no daba para más y que había que tomar una decisión, aunque fuera dolorosa.
“¡Era hora!” dijo el Sr. Viejex mientras encendía una antorcha “¿Quemamos todo o solo las oficinas de Bugman?”
Tardamos un poco en convencerlo de que no era eso de lo que se estaba hablando, y solo se calmó cuando le prometimos que lo consideraríamos como “Plan B”.
La verdad era que, secretamente, comenzamos a planear una fuga.

Si, una fuga.

Nos iríamos. Escaparíamos hacia la libertad. Correríamos (bueno, digamos que caminaríamos lo mas rápido que pudiéramos. No estamos en muy buen estado físico) hacia el horizonte, sin mirar atrás. Quizás si para los costados, por las dudas, porque si hay que cruzar una calle por ahí no mirás y te tira a la mierda un auto, pero así. La idea era esa.
Irnos, para no volver.

Sería el fin de Men In Blog, pero bueno, todo lo que tiene un principio tiene un final. Todo concluye al fin. Nada puede escapar. Todo tiene un final. Todo termina.

La operación “La Fuga” (pasamos días decidiendo el nombre) se planeó durante semanas.
Cuando finalmente llegó el día “D”, o sea, el día D la fuga, al atardecer, el operativo se puso en marcha.
Nos tiznamos las caras (bueno, menos el Sr. Briks) y repasamos una vez mas el curso de acción.
“Bien señores” dije “Este es el flan” y les mostré una caja de flan Royal.
“Bueno, ahora el plan: Sabemos que a esta hora el Amado Líder toma su habitual baño de espuma con aceites aromáticos y pétalos de rosa mientras escucha temas de Kenny G a todo volumen. Eso nos va a dar el margen de tiempo necesario como para que, uno por uno, nos escabullamos por el ventiluz que tenemos en la parte superior del sótano y, protegidos por las penumbras de la naciente noche, podamos atravesar el patio, eludir a los perros, evadir los detectores de movimiento, saltar el paredón, pasar por los alambres de púas, arrastrarnos por las inmundas alcantarillas llenas de basura y excrementos y, si la fortuna nos acompaña, llegar por fin a la calle ¿Estamos?”.

“Che ¿Y si mejor salimos por el portón del patio?” dijo el Sr. Pablo, como siempre, con su mano apoyada en el mentón “Creo que hace rato que no tiene llave”.

Todos estuvimos de acuerdo.
Es lo bueno de tener un profesor en el grupo. Ve cosas que el común de la gente pasa por alto.

En fin… Todo estaba listo.
Era el momento de la verdad. A la cuenta de tres, nos pondríamos en movimiento.

“¡NO!” gritó de repente el Sr. Mariano con énfasis “¡Me niego a huir como una rata! ¡Eso no! Conmigo no cuenten. De ninguna manera. Yo no soy de los que huyen. ¡Yo de acá no me muevo ¿Me escucharon? ¡¡No-me-mue-vo!!”. Y de inmediato, con una agilidad asombrosamente felina, de un salto ganó el ventiluz y desapareció dejando tras de si apenas una estela de humito como en los dibujos animados. No dijo ni chau.

Luego, uno a uno, hicimos lo mismo, algunos con mas dificultad que otros, pero finalmente, todos logramos escapar.
No fue un momento emotivo. No hubo adioses. Ni despedidas. Ni “nos hablamos ¡que no se corte!”. Ni nada.
Cada uno tomó un rumbo distinto, y acordamos no ponernos en contacto por un tiempo.
Para evitar ser encontrados, viviríamos en la clandestinidad y el anonimato, tratando de sobrevivir como pudiésemos.

Así, yo intenté plasmar mi amor por el cine escribiendo una nueva versión de "Terminator" pero interpretada por Chuck Norris. Todavía no resultó.
Supe por trascendidos que al quedar vacante el rol del “Hombre Antorcha” en “Los Cuatro Fantásticos” el Sr. Viejex se postuló para el casting, pero lo rechazaron cuando incendió el estudio (aparentemente se confundió cuando le dijeron que el Hombre Antorcha era un tipo que “se prendía fuego” y no “un tipo que prendía fuego todo”).
El Sr. F. siguió dedicándose a sus estudios aunque, extrañamente, hay quienes dicen que se la pasa estudiando en el hipódromo.
El Sr. Pablo volvió a la filosofía, y aparentemente hace semanas que está pensando en algo.
Del Sr. Briks solo supimos que consiguió casa nueva y está redecorando, pero parece que tiene algunos problemas para conseguir la bola de espejitos para colgar del techo (El Sr. Briks viene a ser como el Glenn Quagmire del grupo).
Del Sr. Mariano lo último que se supo es que alguien lo escuchó decir que ni loco se iría a vivir a Mar del Plata. Coincidentemente, algunos enanos marplatenses radicaron varias denuncias de acoso en diversos juzgados de esa ciudad.
Y el Sr. Bigud se siguió dedicando a… bueno… a lo que sea que haga. Nadie sabe bien aún cual es su trabajo. Y se dice que es mejor no saberlo.

Sin embargo, ningún plan es perfecto, y un poco por inquietud, un poco por falta de costumbre, y otro poco porque somos medio pelotudos, cometimos un pequeño error. Inocente, pero imperdonable.
Como luego de un tiempo (al otro día) todos teníamos curiosidad de saber que había sido del Amado Líder luego de nuestra partida, quebrantamos la regla de no contactarnos y nos pusimos de acuerdo para volver y espiar como estaban las cosas en la mansión.
¿Su Ilustrísima Calva nos habría reemplazado? ¿Tendría ya siete nuevos gandules? ¿Se habrá dejado crecer el pelo? ¿Estaría sufriendo al descubrir que, finalmente, lo habíamos burlado?
Estábamos ansiosos por regodearnos en nuestro triunfo.
Tan ansiosos, que como era mucho esfuerzo trepar otra vez el muro, fuimos y tocamos el timbre.

Y aquí estamos nuevamente. En el sótano.

El ventiluz ahora tiene rejas y, según el Amado Líder, el tiempo que estuvimos fuera se cuenta como vacaciones adelantadas (teniendo en cuenta que nuestras vacaciones constan de salir al patio un día en el año, creo que vamos a estar acá mucho, muuucho tiempo).

La fuga duró poco. La curiosidad mató al gato.

Men In Blog está de vuelta.




Por ahora…