Un sol para M.I.B.

 Y un día llegaron las redes sociales.

Y las gentes se volcaron en masa a ellas. 

(Zuckerberg 14:16)



Ayer...

Las mieles del éxito. El perfume de la gloria.

Teníamos el embriagador beso de la fama ahí nomás, al alcance de la mano. Bueno, de los labios.

Contábamos con el aprecio y la admiración de millones y millones de lectores que deliraban de satisfacción ante cada nuevo artículo, y que reclamaban con énfasis, profiriendo gritos y hasta veladas amenazas, el posteo de nuevas y, tal como eran calificadas, extraordinarias piezas de lectura, con las que llenar sus momentos de ocio.

Provocábamos en el público femenino deseos tan ardientes e irrefrenables que las llevaban a dejar de lado cualquier resto de moralidad y recato para dar rienda suelta a sus mas bajos instintos, realizándonos insinuaciones y propuestas que harían sonrojar al mismísimo Marqués de Sade.

Logramos convertir este humide espacio en el blog mas leído del país. Del continente. De la Tierra. De la Vía Láctea. De...

De....

Bueno, por ahí exagero un poquito.

Lo cierto es que un día como hoy, pero hace cuatro años atrás, el Amado Líder daba por iniciado este proyecto.

Tan solo meses después, otros portales notaban nuestra presencia.

Un año y algo después llegábamos a la final de un concurso internacional (si, in-ter-na-cio-nal) como "Mejor Blog de Humor" (No ganamos porque hubo fraude, como todo el mundo sabe).

Y apenas un año después de eso, este sitio festejaba que recibía las primeras cien mil visitas.




Hoy...

 Fotografía gentileza de un transeúnte ocasional.

El amargo sabor de la desolación. La soledad y el olor a humedad del abandono.

La fama hace rato que, pegándonos un sopapo, nos dió vuelta la cara gritando "¡¡Salgan de acá manga de sinvergüenzas!!" .

Aquellos días felices del pasado son solo un recuerdo lejano, y hoy nos asalta la incetidumbre. Y la pobre incertidumbre se va con las manos vacías, porque nos das vuelta y no se nos cae un peso. Ni una idea.

Nos han olvidado. 

Hoy no nos visita ni un vendedor de repasadores. Un poco porque por ahí ya no hay vendedores de repasadores (y menos por internet), pero mas que nada porque todo el mundo está pelotudeando en Facebook. 
Cuanta ingratitud.

La moral del grupo está por el piso. Convengamos que nunca fue muy alta, pero ahora directamente da pena. Tanto que estamos pensando en que, quizás, sea hora de buscar nuevos horizontes. O dedicarnos a otra cosa. O ponernos a trabajar en serio.
Y encima no se sabe a ciencia cierta que fue del Amado Líder. Nadie tiene noticias de él. Ni una pista. Ni un indicio. Nada. Y eso que estamos atentos a todo eh. No se nos escapa nada. Pero aún así no sabemos nada.
Hay rumores del bajo mundo (lo comentó un enano hace unos días), de que luego de un largo retiro espiritual en una paradisíaca isla tropical, Su Ilustre Alopecía habría decidido incursionar en el mundo de la política pero, claro, son solo rumores. Y como suele ocurrir con los rumores, son incomprobables.


Por lo pronto, lo único cierto y definitivo, por ahora, es que el futuro de M.I.B., hoy, es un interrogante.




Gracias Facebook. Gracias eh...

CON UN DEMONIO !!


Bueno... la cosa es así,
si usted me conoce apenas un poco sabe que soy fanático de las películas en general y de las de de terror en particular.
Es un género que me divierte muchísimo.
También sabe que una tarde de sábado, nublada y fría, es un escenario perfecto para que yo me tire, café en mano, a disfrutar una de las tantas joyas del séptimo arte.

DEMONIOS DE LA GUERRA
  


 Así se titula el prometedor film que llegó a mis manos.
Una obra nuevita…de este año y con semejante carátula… LISTO!
A verla !
Ya le adelanto que de terror tiene poco (excepto por el desempeño de los actores) y que parece más bien una spot político…
porque como dije al principio, promete sí, pero no cumple NADA.

Básicamente la historia se trata de un grupo comando que viaja a tierras polacas (ocupadas por los nazis) porque estos germanos, que están majaretas, ya se sabe, tienen la bonita idea de invocar demonios para que peleen en lugar de ellos.
Para llevar a cabo tan maléfico plan, una rubia…esta rubia: 



Ataviada con su pintoresco uniforme (que de marcial tiene bastante poco) no le hace asco a nada - en lo que a gustos sexuales se refiere - mientras juega a la ouija y se carga a las vírgenes del pueblo en rituales satánicos.
No, todo junto no, primero una cosa y después la otra.

Cuando digo “se carga” no me refiero a encuentros lésbicos sino a sacrificios humanos. Para los encuentros lésbicos tiene a una asistente
  


Que es, en realidad, un agente doble, gracias a Yisus.

Como antes de los 10 minutos del film ud ya la vió actuar pésimamente y chaparse a la secretaria en tarlipes, se pregunta – no sin razón atento la trama desarrollada hasta el momento - si no es en verdad una peli porno.
Pero no, se da cuenta que en realidad debe ser una comedia porque en un corte de cámara y en otro escenario (el interior de un avión), nos muestran a los bravos muchachos americanos, ataviados con el uniforme nazi a fin de arrojarse en paracaídas en tierras ocupadas e infiltrarse entre los enemigos…claro..digo que es una comedia porque uno de ellos…ES NEGRO.
Detalle que poco importa, ya sabemos por infinitas películas de guerra que los nazis son bastante giles.
Como si no fuera suficiente vestirlo de nazi, el negro tiene delirios de samurai. POSTA 



No los voy a aburrir con el relato completo de tan desopilante  film.
Mal actuado, peor musicalizado, lleno de clichés y, a mi entender, con errores de edición tiene cosillas que no puedo dejar pasar, esto es:

1.- Ya en tierras enemigas el grupo de soldados (van 6 pero al poner pie en tierra se mueren 3) (yo creo que es por problemas de presupuesto) rescatan a una señorita del lugar; virgen ella, que había sido secuestrada de una aldea cercana.
Luego de matar a los 35 nazis que la custodiaban, ellos tres solitos y casi a puño limpio, la rubia rehén (todas las mujeres que aparecen son rubias) (ignoro si natural o teñidas) solicita un favor más. No le alcanza con que le hayan salvado la vida y entonces les pide – POR - FA – VOR - que no la dejen volver virgen a la aldea.
Y bueno…la lucha por el mundo libre no conoce de sacrificios y uno de ellos se la tiene que garchar, quéselevaahacer

2.- a la rubia mala del principio se le acaba la guita (pa`mi que se la reventaba en chongos) y recibe la visita de un jerarca nazi que quiere saber cómo vienen la mano para liberar más fondos o no. Por suerte para la rubia, al tipo no le interesa tanto el poder del oscurantismo como que lo aten a la pared y le den nalgadas con un látigo de cuero. Menos mal que ya dijimos que a la rubia le cabe de todo (yo creo que literalmente). La cosa es que le dieron la beca.

3.- la doble agente se escapa, se encuentra con los muchachitos buenos que no resultan ser tan buenos porque no les alcanza con la carpeta de 500 fojas con pruebas que lleva la mina y le piden que vuelva a la fortaleza enemiga para sacar fotos y para eso le dan una  cámara fotográfica (que nunca se ve) pero que la rubia esconde entre sus generosas lolas mientras promete las mejores imágenes 



(sí, lo moto está fija y el fondo es una tela donde proyectan el paisaje como en las mejores películas de los años 50)

4.- en la foto que adjunto en este item vemos a un voluntario que se deja penetrar por un pícaro diablito. …sí, tiene razón, como viene la mano mejor escojo otros términos (incluso dudo en usar “escoger”) Todo esto en presencia de la rubia aliada que no duda en agarrarse DESCARADAMENTE las tetas y apretarlas una contra otra mientras se escucha claramente el “click click” de la cámara fotográfica. (como lo lee)


Por suerte los nazis están más preocupados por el ser del averno que por las lolas de la rubia espía.

5.- Finalmente, la secretaria/doble agente/hermana de un tipo que el negro yankee/samurái/nazi había rescatado de la muerte, vuelve con el grupo munida de los documentos gráficos.
Un poco para festejar el éxito de la misión, otro poco para agradecerle al negro que le haya salvado la vida a su hermano y mucho por trola, se abre la camisa dejando en claro que no pensaba usar nunca más ese infecto uniforme.
  


El negro – que había quedado re caliente porque la aldeana virgen del principio no había querido saber nada con él (posta, de nuevo), decide aceptar el agradecimiento de la mina.
El film no deja de sorprendernos porque la dama, que tiene pinta de ser la prostituta estrella de cocodrilo, le pide disculpas al grone, antes del acto, aduciendo carecer de experiencia amatoria ya que es virgen


bueno…lo importante de todo es que esta declaración impactante ES ESCUCHADA POR UN GENERAL NAZI !!

Sí, yo tampoco sé de dónde salió.
Chau, a la mina la agarran para sacrificarla por ser …por sermmgggfff por ser ji ji POR SER VIRGEN JAJAJAJAJAJA COFF COFOFFF aaaah….quehijjj…bueno y al tipo también lo apresan pero para que el demonio lo posea, no había muchos voluntarios en tal sentido

Todo termina cuando el comandante de la misión, que es soldado y ex cura, afortunadamente, y que – además – de pedo tenía una cantimplora llena de agua bendita, exorciza al negro, y – juntos – rescatan a la rubia virgen (ji ji ji) que no sé por qué todavía no la habían pasado a cuchillo.
FIN

Como dije con la obra de teatro. Si no me creen googleen, pero de verdad les digo…el tiempo es una joya que no se recupera y acá, amigos, lo van a perder lastimosamente.

Tengan una excelente semana


MIB: la tira - 24




Aburrido


El estadio, me aburre
la radio, me aburre
el camping, me aburre
el zapping, me aburre
la religión, me aburre
el cotillón, me aburre
el bingo, me aburre
el domingo, me aburre
el Fair play, me aburre
el Djay, me aburre
la oficina, me aburre
la rutina, me aburre
el shopping, me aburre
el doping, me aburre
divertirme, me aburre
aburrirme, me aburre...

Fragmento de "Nada me da satisfacción" del album "Bipolar", del Cuarteto de nos


Sesión anterior http://men-in-blog.blogspot.com.ar/2012/10/la-puerta.html

Nos saludamos y tomé asiento frente a Gargiulo, como ya es rutina. No quise dar rodeos, así que apenas me senté le espeté:

-Hoy me siento particularmente incómodo, Gargiulo. Necesito un cambio
-Ajá
-No, no me venga con "ajases", le pido encarecidamente...

Gargiulo anotó algo en una pequeña libreta y se dirigió a mi

-De acuerdo, Sr Viejex, no más "ajases". Dígame a que se refiere con eso de que necesita un cambio, por favor.
-A que esto de la terapia me está aburriendo. Si vamos a hurgar en mi inconsciente me parece que esto de estar quietos y poniendo toda nuestra atención en la conversación es contraproducente.
-Creo que no le entiendo...
-Quiero decir que creo que el inconsciente se manifiesta más fácilmente si uno está distraído haciendo otra cosa.
-¿Y usted qué quiere hacer?
-Estaría bueno jugar a algo...¿nunca se les ocurrió a ustedes los psicólogos hacer una sesión mientras el chiflado de turno juega? por ejemplo si pusiera acá un aro de básquet usted me pregunta mientras yo trato de embocar la pelota...Por esa historia de los lapsus linguae, los actos fallidos...

Gargiulo hizo otra rápida anotación. Yo me quedé en silencio.

-Interesante...
-Interesante es una forma sofisticada de decir "aja", Gargiulo.
-Quiero decir, usted cree que por venir acá usted necesariamente es un chiflado...interesante...
-Ajá.
-No habíamos quedado en que no más "ajases"?
-No. Yo le pedí a usted que no diga más "ajases". Usted a mi no me pidió nada, ni me comprometí a nada.

Otra vez Gargiulo anotó algo.

-¿Qué escribe, Gargiulo?
-¿Qué cree usted que estoy escribiendo?
-Hmmm, no sé, ¿la lista de compras del supermercado? ¿un haiku? ¿la formación de Flandria del '73? No sé, Gargiulo. ¿No es más fácil si me lo dice?
-Desde luego. Pero es más interesante lo que usted imagina que escribo.

Estoy preocupado, es evidente que algo raro me pasa y que necesito un cambio. Es cierto que la libreta era muy pequeña y no cabía esperar mucho de ella. Hasta sentí algo parecido al remordimiento. Raro, todo es muy raro. Pero lo peor es que comprendí, mientras abandonaba en la sala a un boquiabierto y perplejo Gargiulo, que era la primera vez que prender fuego algo no me produce ninguna satisfacción.

Cobarde



Some break the rules, and live to count the cost 
The insecurity is the thing that won't get lost 

Howard Jones. 
Fragmento de "No one is to blame"



Sé de sobra que te herí sin ninguna necesidad y de la manera más cruel. Y aunque hoy a la distancia miro atrás y con condescendencia trato de convencerme que era inevitable, que esas torpezas que cometí fueron fruto de mi inexperiencia, la culpa está siempre ahí, torturándome. Yo no quería hacerte sufrir tanto, al contrario, yo creía ¡maldito estúpido! que de esa forma tu dolor iba a ser menor. Pero me engañaba, lo que en verdad  yo no quería era enfrentarme a la cruda verdad de que el momento de decir adiós había llegado. Fui un cobarde en toda la extensión de la palabra. Por eso no me atreví a cortar por lo sano, a ser más duro.

Hoy ha pasado mucho tiempo y aunque no me enorgullezco de eso, creo haber aprendido que algunas cosas conviene no dilatarlas en el tiempo. De la manera más difícil aprendí que el golpe más brutal duele sólo un instante, mientras que una molestia ínfima que se prolonga en el tiempo es una tortura. Como cuando se toma una medicina de sabor desagradable, o como cuando uno se da un chapuzón el el mar y el agua está fría. Hacerlo gradualmente es prolongar innecesariamente el sufrimiento. Y eso, precisamente eso, es lo que hice con vos.

¡Lamento tanto que nunca vayas a leer estas palabras! Sé que merezco tu desprecio, pero aspiro a .. ¿que me comprendas?....¿tu indulgencia?.. .no sé...¡Diablos! ¡Es tan difícil! En mi defensa, solo puedo esgrimir que tanto vos como yo somos marionetas del destino, que nos unió en el lugar y en el momento equivocados. Ni vos ni yo estábamos preparados para lo que vendría después ¡Qué distinto sería nuestro encuentro hoy! ¿Cómo demonios hago para sacarte de mi mente?

¡Maldita sea!

Pocos saben, pocos siquiera se imaginan, lo difícil que es convertirse en un asesino a sueldo profesional.

Bigudia. Miserias Mínimas II.





Acápite: Segunda entrega de 'Bigudia'. Saga de miserias mínimas.




EL DILEMA

Martina tiene un dilema. No es un dilema demasiado complejo, y tampoco merece un sitio de privilegio en el podio de la originalidad, pero lo cierto es que a ella, como mujer, la aflige, la mortifica y la agobia. Y entiende bien, Martina, que los dilemas que ejercen esa clase de presión sobre el espíritu deben ser resueltos con la máxima celeridad, sobre todo si se pretende evitar que hallen el camino, la forma o la manera de manifestarse en el físico, que es, tal como la modernidad nos ha enseñado, el tesoro más preciado que posee cada Ser Humano que habita esta tierra.

‘¡A lo nuestro sin más!’ exclamará usted ahora, viéndose venir una de esas introducciones eternas en las que suelo plantear cualquier cosa menos el dilema en cuestión.

Bien, se equivoca. A lo nuestro iba antes de que me interrumpiera con sus modos intempestivos. Dedíquese más a leer y menos a hablar o exclamar, hágame la caridad.

Martina tiene dos pretendientes. Dos pretendientes bien distintos, claro está. Con virtudes y carencias que, como suele suceder en estos casos, se complementan casi a la perfección, arrojando sobre la mesa un problema de asombrosa simetría. Hemos dicho ya —creo recordar— que no es precisamente la originalidad el punto más destacado de su dilema, pero es lo que hay, y a ello nos avocaremos con genuina concentración y estricto profesionalismo.

Sergio tiene cuarenta años, es soltero y preside una empresa que ha sido propiedad de su familia por casi un siglo, donde fabrica no se qué pieza irreemplazable para no sé cuál máquina industrial (él lo cuenta con tan poca gracia que Martina jamás logra asimilar la información), hecho que lo hace prácticamente inmune a los vaivenes de la economía nacional. Maneja un BMW último modelo y si no es multimillonario le pega en el palo y recorre la línea.

De corta estatura, algo regordete y con una calvicie en franco desarrollo, compensa sus desventajas físicas con una personalidad fuerte, mucha extroversión y un humor picante, al borde de la acidez. Sin embargo, lo que más repercute en la mente de Martina es su cuerpo cubierto de vello. Un vello corto, negro y enrulado que abarca la integridad del pecho, abdomen, hombros, brazos, espalda y buena parte del cuello, y que recién comienza a ralear en la zona de las nalgas para desaparecer casi por completo por debajo de las rodillas. Un vello que opera como estufa cada vez que hacen el amor, produciendo verdaderos océanos de sudor que distribuyen y adhieren cerca de una veintena de náufragos entre los pechos, vientre y caderas de ella cuando él por fin decide separar el torso brilloso para echarse a descansar a un lado de la cama. Eso la pone de mal humor. Eso y también ese ruidito como de roedor o mamífero pequeño que hace con la boca entreabierta y los dientes apretados en su oído cada vez que tiene un orgasmo. Sin embargo son detalles, se dice. En el fondo siempre son detalles y hay que aprender a convivir con ellos.

Manuel tiene treinta y nueve años, es divorciado dos veces, tiene una hija del primer matrimonio y, cuando no se queda dormido, toca la guitarra en la banda de sus primos. Cerrame la cuatro se llama la banda, y a fuerza de presentarse en los sitios más recónditos ha logrado cierto éxito en la franja adolescente. Vive en un departamento de dos ambientes en Barracas, maneja un ciclomotor Zanella y suele apelar a una mezcla de imaginación, privaciones y suerte para llegar con algo de dignidad a fin de mes.

De más está decir (además ya lo hemos dicho) que Manuel es, hablando en términos físicos, todo lo contrario de Sergio. Pero lo que más repercute en la mente de Martina es su pulcritud a la hora del asunto amatorio. No es que la someta a un sexo ascético, falto de condimentos, sino todo lo contrario. Siempre le regala experiencias vertiginosas, extensas y repletas de creatividad, y sin embargo su físico no acusa recibo. Es esa la pulcritud que llama tanto la atención de Martina. Sería lo mismo si ahora no se duchara, y yo acá, hecha una porquería, piensa siempre echada boca arriba en la cama mientras lo observa fumar un cigarrillo. Eso la pone de mal humor. Eso y también ese silencio que se instala en el ambiente cada vez que él comienza a buscar la manera de dar por terminado el encuentro. Sin embargo son detalles, se dice. En el fondo siempre son detalles y hay que aprender a convivir con ellos.

Martina echa un poco de parmesano sobre la rúcula y vigila las dos milanesas que está horneando mientras mira por la ventana. Lo cierto es que está conforme con el departamento. Con la vista al parque. Con su auto usado modelo 2008 y con los quince días al año en Mar del Plata. Es algo muy parecido a la felicidad.

De pronto se vuelve y observa al hombre que aguarda sentado a la mesa. Con respecto a tu propuesta —dice—, acepto. Llevamos muchos años juntos y creo que deberíamos casarnos.

A Santiago le brillan los ojos.

Y esto es todo lo que he venido a decir, como siempre sin emitir ningún juicio de valor.

‘¡Pero entonces los otros dos no son pretendientes, son amantes!’ exclamará usted, que ya había tomado partido y, entusiasmado con la posibilidad de una definición, ahora se siente estafado y alega ausencia de precisión descriptiva.

Bien. Sepa que esta pequeña saga arrima solo historias de miserables. Miserias mínimas. Y para el miserable de ley, un amante califica como tal recién cuando contribuye en forma constante y uniforme con la economía personal. De otro modo es un simple pretendiente, y que dé las gracias.

Además, agrega Martina que Santiago posee una inestimable ventaja cuando se pone en consideración el tamaño de su herramienta amatoria. No es que sea algo determinante en su decisión, pero pesa bastante. Literalmente. Y esos son detalles con los que da gusto convivir. Dice ella.

Sí, que la tiene más grande. Usted es un poco lerdo, ¿no?



Tengan ustedes muy buenas noches.

Bigudia. Miserias Mínimas.




Acápite: Primera entrega de ‘Bigudia’. Saga de Miserias Mínimas.




TODO LO BUENO

Ella lo miró a los ojos y por un instante su mente se vio invadida por todo lo bueno. Internamente denominaba ‘todo lo bueno’ a ese cúmulo de vivencias que habían servido para construir la única pareja que le había durado en la vida. Aquella primera cita en el McDonald’s de Flores y la discusión con la empleada regordeta a causa de la temperatura polar de las papas. El cine de los miércoles. Ese domingo en que se lo presentó a sus padres. Asado había, era una ocasión especial, y el tipo se comió como media vaca sin sacar la vista del plato. La primera vez que lo vio desnudo, todos esos pelos. Estaban en su casa e hicieron el amor con las ventanas abiertas de par en par. Hacía calor, muchísimo calor, y él hacía un ruidito como de toro embravecido con cada jadeo. Le causó un poco de gracia, pero no se rió. Después las excursiones al Tigre, la vez que le chocó el auto contra el gomero mientras el pobre —iluso— intentaba enseñarle a manejar, la luna de miel en Brasil, el departamento de Almagro, el premio de la lotería que sirvió para comprar el taxi en el que por accidente terminó naciendo Florencia. El viaje a Italia sin los chicos. Tantos recuerdos lindos tirados a la basura. Todo lo bueno.

‘Quiero el divorcio, José. Te estás cogiendo* a Clarita, no tiene caso negarlo.’

Eso le dijo. En más o en menos. Quizás agregó algún insulto, no lo puedo asegurar. Hijo de puta* o sorete*. O algo más suave. Miserable (por imaginar algo que tenga que ver con la presente sección).

Él la miró a los ojos y por primera vez en su vida no supo qué decir. Se estaba cogiendo a Clarita, sí. Desde hacía varios meses. En el telo de la vuelta, en el sótano de la panadería, en el auto, en el departamento de Damián. Pero nunca en su casa. En su cama. Coger con una extraña en el hogar conyugal le parecía una obscenidad, una trastada de pésimo gusto que había refrenado en más de una ocasión, a último momento, pero refrenado al fin.

Le gustaba Clarita. Era veinte años más joven que Sofía y la cosa física se le daba muy bien, la vivía con genuino entusiasmo. Además tenía buenas tetas*, y como todos deben saber o intuir, un buen par de tetas es suficiente argumento para cualquiera. Sobre todo cuando se ofrecen, y ese sin duda era el caso. Ella lo había buscado a él, no al revés. En ese punto tenía la conciencia tranquila. O medianamente tranquila. O no tan sucia. En cualquier caso ya no importaba demasiado.

‘Está bien, Sofía. No lo voy a negar, hacemos como a vos te parezca.’

Eso le dijo. En más o en menos. Quizás ensayó alguna justificación, no lo puedo asegurar. Lo que sí confirmo es que de su boca no salió ruego alguno. Solo resignación.

Permanecieron en la mesa algunos minutos que parecieron horas. Mudos. Inmóviles. Luego se despidieron con algo de esa frialdad atroz que surge cuando un hecho posee la potencia suficiente para dividir a la vida misma en un antes y un después. Sin embargo se prometieron mutuamente un arreglo civilizado. Era la una de la tarde. Quizás una y diez.

Celular de Clarita, mensaje de texto, una y media: ‘Vamos a tener que dejar de vernos por un tiempito, beso.’

Celular de Damián, mensaje de texto, una y media: ‘Te espero donde siempre. Estoy contenta, preparate porque hoy sí te voy a dar hasta que se te caiga.’

Y eso es todo. Una pequeña historia de miserias y miserables sin conclusiones del autor. Solo hechos que podrán o no ser valorados por los amables lectores. El segundo mensaje tiene dos remitentes posibles, y según cuál se elija cambia el sentido del relato, aunque no su carácter de tragedia. La estaba escribiendo para mi blog, pero finalmente la presento en este espacio, que también es mío (o al menos una cuota parte). Es que hoy en día no me sobran demasiadas palabras para andar repartiendo. Uno escribe y publica donde toca, qué tanto. Carajo*, mierda*.

* Términos expresamente autorizados por el Amado Líder para ser utilizados a discreción y con todos sus derivados si fuera el caso.



Tengan ustedes muy buenas noches.