Dieta y ejercicio

"Fiz uma dieta rigorosa, cortei álcool, gorduras e açúcar. 
Em duas semanas perdi catorze dias"(¹)

Sebastião Rodrigues Maia (más conocido como Tim Maia), cantante brasilero

Llevo una vida como cualquier otra ¿Qué les puedo decir, que no haya sido dicho? Nada, de seguro, pero ya que están acá queriendo escuchar una historia, les contaré lo más cercano a algo digno de mención entre las cosas que me sucedieron en estos últimos días.


Hace un tiempo decidí que era hora de bajar de peso. Bueno, a fuer de ser sincero, lo que se dice decidí...debería decir que acepté que debía bajar de peso, cuando cruzando una avenida muy ancha se me ocurrió intentar una pequeña carrera de, digamos, unos cincuenta metros para evitar que me detenga un inoportuno semáforo. 

Logré cruzar antes de que el inicuo se pusiera en rojo, pero el tiempo que gané lo tuve que emplear en recuperar el aliento y desenredarme la lengua de los pies y así fue que llegué entonces tarde a mi cita. Y con la corbata un poco floja. Y la camisa por fuera del pantalón. Y jadeando. 

De esta suerte, cuando conseguí que los latidos de mi corazón no apabullasen a mi voz interna, ella me dijo que tenía que hacer algo con mi humanidad, que la gravedad se estaba dando un banquete conmigo, que soy una morsa inmunda...si, mi voz interior a veces es un poco cruel conmigo, pero lo hace por mi bien. Eso dice ella. Ahora mismo me lo dice. Y por el tono que emplea mejor no discutirle. Nunca me fue bien discutiendo con una entidad del género femenino.

Como es lógico, también "decidí" que debía mejorar mi condición física, y visto que mi voz interna me dijo que soy una entidad marina, la actividad que escogí fue la natación.

En el club en el que me inscribí me informaron amablemente que para admitirme debía presentar una ergometría, por lo que cumplimenté los trámites admistrativos necesarios en mi servicio médico y conseguí un turno para cuatro preciosas  semanas después del episodio de la avenida.

Visto que no podría hacer ejercicio hasta ese momento, seguí comiendo como de costumbre. "Como una morsa inmunda con un ragú(²) pavoroso". 

Mi voz interior tiene algo con las morsas que no alcanzo a comprender.

La cuestión es que llegó el día y me hice el estudio. Me adhirieron al cuerpo una cantidad de electrodos tal que parecía el Monstruo Espagueti Volador

(³)

(Yo sería el de la derecha, no el coso ese de la izquierda. 

Lo aclaro antes de que Briks diga nada de mis atributos viriles)

La prueba duró solamente seis minutos, mientras yo corría sobre una cinta de esas que se usan para caminar sin ir a ningún lado. La mayor parte del tiempo el ejercicio fue con una inclinación de unos 20 grados.

Imaginen como terminé. 

Dos horas después, más o menos, logré musitar una puteada. Es increíble lo reparador que puede ser un litro de cerveza helada.  


Al fin y al cabo, ahora sí lo había decidido, ninguna morsa debería cruzar una avenida.

Eso quería contarles. Los dejo. 

Eso de pensar en el monstruo espagueti me dio  hambre.

(¹)“Hice una dieta rigurosa,  suprimí el alcohol, las grasas y el azúcar . En dos semanas, perdí catorce días”.

(²)) Ragú  (Lunfardo porteño): Hambre, apetito
(³)Dice, más o menos: "Tocado por su apéndice tallarinesco"