Test del Miserable

Ambos sabemos que usted es un miserable. Es una de las pocas cosas que hemos logrado establecer a lo largo de estos simpáticos encuentros que comenzaron hace ya un año y medio. Yo se lo demostré. La vida se lo confirmó. Usted lo confesó. Está harto de que se lo repita una y otra vez, y piensa que lo mejor sería cambiar de tema.

Coincido con su apreciación, pero antes de ponernos a hablar de las fases lunares o la influencia del alcohol y la droga en las nuevas generaciones, concédame un minuto de su preciado tiempo para avanzar sobre algunos puntos oscuros que aún no hemos abordado. Aunque le resulte difícil de creer, puede que guarde bajo la manga alguna que otra revelación de último minuto.

Muchas gracias.

A lo nuestro entonces.

El hecho de que conozca su condición de miserable de ningún modo implica que haya agotado la exploración de su mugrienta naturaleza. Le digo esto porq…

¿Ah sí? ¿Está seguro?

A ver… ¿y qué clase de miserable es usted?

No me refiero a las categorías que en alguna oportunidad hemos definido en forma exhaustiva. No. Me refiero a la adjetivación del miserable de ley en el marco de una situación práctica.

Lo escucho.

…

Bien. Me parecía. No sabe la carita de zonzo que pone cuando se queda mudo.

Le preguntaba qué clase de miserable es usted. Por lo pronto, uno que interrumpe mi exposición antes de saber qué me traigo entre manos; pero bueno, ignoremos ese detalle.

Usted no sabe qué clase de miserable es. Puede intuirlo, pero no lo sabe. Y es por eso que yo diseñé un sencillísimo test que tiene por objeto despejar ese interrogante y establecer su naturaleza más allá de toda duda razonable.

Lea el planteo expuesto a continuación y responda con total honestidad la pregunta que se le formula. Esa respuesta, honesta y brutal, es la que nos revelará la información que estamos buscando.

Planteo:

Acaba de hundirse un barco. Una ola gigante lo tomó por sorpresa y, literalmente, lo dio vuelta sin siquiera otorgar la posibilidad de echar mano a los botes salvavidas.

La mala noticia es que usted era uno de los cientos de pasajeros, y ahora flota en medio del océano aferrado a un tronco que pudo manotear antes de que el cansancio y el peso de su ropa lo arrastraran al fondo sin miramientos.

A su alrededor se pinta un cuadro dantesco. Unos pocos sobrevivientes reclaman su ayuda a grito pelado, pero su pequeño tronquito solo podría tolerar el peso de una persona además de usted.

Ahora debe elegir a quién salvar. Debe proveerse un compañero para luego patalear juntos en dirección a esa isla que se dibuja en el horizonte. Es su única oportunidad.

Pregunta:

¿A quién salvará?

Estudie las opciones que se enumeran a continuación y escoja la que le resulte más atractiva sin espiar las conclusiones que, por supuesto, se detallan al final del artículo:

Opción 1: El ingeniero que construyó la malograda embarcación.

Opción 2: Una anciana de ochenta años que le recuerda a su abuela.

Opción 3: Un hombre joven, con un peso aproximado de 150 kilos.

Opción 4: Un actor/actriz porno despampanante que ha logrado escapar al naufragio en ropa interior (elija de acuerdo a su sexo y/o condición sexual).

Opción 5: El protagonista de ‘A prueba de todo’ o ‘Survivor Man’ (ese tipo del Discovery Channel que se larga en los sitios más inhóspitos y siempre se las arregla para salir con vida).

Opción 6: Juan Román Riquelme.

Opción 7: Su maestra de tercer grado.

Opción 8: Un millonario.

Opción 9: El que esté más cerca.

Opción 10: No salvo a nadie.


Si ya meditó el asunto y eligió la opción que le resultó más atractiva ya puede pasar a la siguiente fase. Si no, no.



No espíe las conclusiones, no sea miserable.



No haga trampa.



¿Ya está?



¿Seguro?



Bueno… mucho no le creo, pero allá usted.



Ya puede leer el resultado del test.

Opción 1: Miserable pesimista. Carece de imaginación práctica, se nubla ante la primera dificultad y decide basado en sus propios temores en vez de hacerlo sobre datos ciertos o útiles. Asume que la isla estará desierta y que permanecerá así por los próximos cuatro años (lo vio en la película náufrago). Entonces opta por la única persona que podría sacarlo de allí en un plazo más o menos razonable, antes de morir de hambre o de sed.
Morirá antes de que transcurra la primera semana.

Opción 2: Miserable nostálgico. Es más estúpido que miserable. Aturdido por la situación se deja poseer por los sentimientos y deja de lado los criterios utilitarios que rigen su vida en situaciones sin presión.
Morirá antes de llegar a la isla porque la vieja no lo ayudará con el pataleo.

Opción 3: Miserable intrincado. Elige la opción que a primera vista aparece como menos recomendable, pero tiene un plan ulterior que da buena cuenta de su peligrosidad. Sabe que si en la isla no hubiera comida debería solucionarlo a la brevedad. Piensa matar al gordito con el primer crujido de sus tripas, y que lo juzgue la historia. Su razonamiento es tan retorcido como errado. Más volumen, más comida.
Morirá antes de llegar a la isla por sobrestimar la resistencia del tronco, o bien en tierra firme a manos del gordito, cuyas tripas (casi con seguridad) crujirán primero.

Opción 4: Miserable depravado. Su norte resulta más que obvio a los ojos de cualquiera, pero su elección contiene aristas que denotan cierta capacidad de previsión. Se asegura el pataleo hasta la isla (ya que la condición física de los actores/actrices porno suele ser excepcional) y al mismo tiempo se asocia con una persona joven por si la misma estuviera desierta y hubiera que realizar tareas pesadas. Está dispuesto a asesinar brutalmente a los habitantes (si fueran pocos, petisos o flacos) para asegurar su derecho a aparearse, y tiene planeado sabotear las dos o tres primeras oportunidades de rescate.
Eventualmente podría salvarse.
Eventualmente morirá contento/a.

Opción 5: Miserable básico. Si este miserable fuera un auto, sería el modelo base. Levanta-vidrios y retrovisores manuales, sin ABS y sin chirimbolos que se manejen desde el volante. Nada. Quiere seguir vivo y salva a la persona que lo mantendrá en ese estado. Pero es un tipo aburrido y carente de imaginación.
Sobrevivirá solo si el Survivor Man no se lo almuerza durante la tercera semana, lo cuerea y usa su piel para proteger el refugio del viento.

Opción 6: Miserable irracional, y encima bostero. Se nubla con la presencia del ídolo y lo salva sin pensar en el mañana. Quiere un autógrafo, y de no conseguir lápiz y papel se lo hará tallar con los dientes en la corteza de un árbol.
Si la isla está desierta morirá de soledad antes del quinto mes, porque todo el mundo sabe que Riquelme es un camarillero. Seguro que hace rancho aparte aunque tenga que hacerlo solo.

Opción 7: Miserable romántico. Un paparulo. Aún afectado por ese amor platónico que sentía en su época decide tomar el riesgo sin conocer las aptitudes de ella. Eventualmente intentará devorarla, obligarla a trabajar o hacerle el amor a la fuerza.
Su pronóstico es incierto. Depende más de su maestra que de él.

Opción 8: Miserable optimista. Este miserable espera una recompensa futura por el acto heroico de salvar al ricachón. No le importa lo que deba hacer hasta el momento de ser rescatado. Con ese anhelo como norte pataleará solo hasta la isla, construirá el refugio para los dos, cazará, pescará y, si fuera necesario, entregará su cuerpo a las más horrendas perversiones.
De no mediar un providencial rescate, morirá reducido a la esclavitud. Probablemente de viejo, ya que la ilusión de esa pequeña fortuna lo transformará en un ser mucho más longevo que el promedio.

Opción 9: Miserable perezoso. No se engañe. Es vago, pero no come vidrio. Al principio se complica por no querer pensar la decisión, pero se debe más al pragmatismo que a la estupidez. En realidad es un tipo adaptable. Tal vez la clase más adaptable de miserable. Durante el pataleo suplirá con actitud la falencia inicial (por ejemplo, si le tocara la vieja o el gordito). Y en tierra firme, según sea el caso, será capaz de proceder como cualquiera de los ejemplares antes descriptos.
Peligroso, eficiente y adaptable, este se salva seguro. Un exquisito ejemplar de miserable.

Opción 10: Miserable ególatra. Este es el que mejor refleja la esencia del miserable de ley. Es el escalón más bajo. Miseria en estado de máxima pureza. Comprende a la perfección que casi cualquiera de las opciones anteriores es mejor que patalear solo, pero no puede con su genio. Quiere ser el único sobreviviente. Se imagina a sí mismo relatando su experiencia en todos los medios gráficos y audiovisuales, y no resiste la visión de un coprotagonista. Hará lo que sea para sobrevivir, pero lo hará él solito. Es resistente, voluntarioso y obstinado.
Morirá de viejo. No sé si en la isla o en la civilización. Pero de viejo.


Es todo.

Ahora que ya conoce la verdad sobre usted procedo a retirarme. Sí, lo dejo solo con sus cavilaciones. Lo que es, es y seguirá siendo. No queda nada por hacer.


Tengan ustedes muy buenas noches.