De vuelta a la acción

Escribe Oscar Ángel "Marciano" Lunaretti - Investigador Profesional de Fenómenos Paranormales - Paltovoladorólogo - Expedicionario empepado.





Miércoles 21 de Abril de 2010 - 15:25 hs.

Después de los sucesos de mi última misión, incluso para mí, que soy un experto, debo decir que las cosas estuvieron bastante raras.
Y no raras en el sentido de lo paranormal (por suerte), sino raras en lo cotidiano.
Empezando por el viaje de vuelta de Córdoba donde, vaya uno a saber por qué, mi accionista principal (mi papá) estuvo todo el tiempo con cara de enojado y casi sin emitir palabra (salvo por esos murmullos y gruñidos que no se entendían muy bien) y me sacó un asiento ubicado bastante lejos de los que ocupaban él y mi mamu (bah, en realidad el asiento me lo consiguió mi mamu de pura suerte, porque justo cuando íbamos a subir al micro se dio cuenta de que mi papá había sacado pasajes solamente para ellos dos. No sé, capaz que con todo lo que pasó estaba un poco distraído, pobre).
Después ya en la base de operaciones (bueno, mi casa) el clima no mejoró en nada.
Más bien diría que empeoró un poco más todavía.
Metafóricamente hablando, es como si durante el viaje hubiera estado todo nublado y cuando llegamos a casa directamente se hubiera desatado una tormenta. Una bastante fuerte. Con viento, truenos y relámpagos. De esas que hacen que se te corte la respiración del miedo y no puedas salir de debajo de la cama.
Mis padres se la pasaron discutiendo y diciéndose cosas feas pero no se bien el motivo porque, ni bien llegamos, enseguida me encerré en mi oficina (o sea, mi habitación) para ponerme de inmediato a diseñar la logística de una futura próxima misión y hacer el inventario de todo el equipamiento que debía volver a adquirir (porque yo soy un pro-fe-sio-nal y para mi lo primero es el trabajo), así que no pude escuchar muy bien de que hablaban.
Sin embargo, de tanto en tanto, como mi papá gritaba un poco, alcanzaba a entender algunas cosas como “…la culpa es tuya…”, “…dejá de defenderlo…” o “…no, basta, ya es un reverendo pleno tubo” (¿Pleno tubo? Vaya uno a saber que quiso decir ¿No?).

Al final no se de que o quien estarían hablando. Capaz que les pasó algo allá en Córdoba, que se yo.

La cuestión es que en un momento supongo que medio que mi papá se debe haber calentado mucho por algo y creo que le pegó un golpe fuerte a la mesa.
Digo creo porque yo escuché el ruido y, pensando que era un disparo, por reflejo me arrojé al suelo (donde permanecí inconsciente por unos segundos, porque la verdad es que el ruido me tomó desprevenido y un poco me desmayé del susto).
Cuando me desperté y viendo que, evidentemente, toda esa tensión me estaba poniendo medio nervioso, decidí que ya era hora de tomarme alguna pastillita para clamarme un poco. Además, ya había pasado un buen tiempo desde que no tomaba nada y me estaba sintiendo raro.
La macana es que, aparentemente, había llevado toda mi provisión al viaje y ya no me quedaba ninguna por ningún lado y eso, lejos de ayudarme, me puso todavía más nervioso. Tanto que me agarró así como un pequeño ataque y empecé a revolver todo medio como desesperado, así con los ojos desorbitados, intentando ver si encontraba alguna dosis perdida por ahí, pero no solo no encontré nada sino que tuve tan mala suerte que justo en un momento voy y abro de golpe una carpeta archivo que tenía con unas fotos horribles de fantasmas y apariciones.

Casi me muero de un síncope.

Cuando recuperé la conciencia (porque ahí si ya me desmayé el todo unos cuantos minutos), viendo que mi necesidad de calmarme farmacológicamente era cada vez mas grande, aproveché que mis progenitores seguían enfrascados en su discusión y me mandé para su habitación pensando que, quizás, como ellos también desde hace un tiempo que se psicoanalizan (casualmente empezaron al poco tiempo en que yo me puse a desempeñarme en mi profesión) tendrían algo por ahí guardado.

Pero no tuve suerte.

Lo único que pude encontrar fueron unas pastillas azules medio raras que mi papá tenía como escondidas en una cajita metida mas o menos al fondo del cajón de su mesita de luz.
La verdad, no se para que eran, pero como se llamaban algo así como “Male Magnus Power Hard” me sonó a algo para levantar el ánimo, así que me mandé tres de un saque (es que estaba muy nervioso).

Así, ya mas relajado, como la onda en la base seguía medio densa y no quería volver a alterarme, me pareció que era un buen momento para entrenar, así que me puse el jogging y me fui a trotar un rato a la placita del barrio, esperando que las cosas se calmaran.
Lamentablemente el entrenamiento no me duró mucho.
Había dado media vuelta a la plaza nomás, cuando empecé a sentirme raro.
Empecé a hiperventilar como loco, me agarró como un calor bárbaro en todo el cuerpo y el corazón se me empezó a acelerar como si fuera a explotar.
En un primer momento pensé que, quizás, finalmente había desarrollado mi sexto sentido y estaba presintiendo algún peligro cercano (porque de tanto experimentar situaciones riesgosas uno termina desarrollando habilidades especiales. Como el “sentido arácnido” de Spiderman), pero enseguida lo descarté (con cierta desazón debo confesar).
Después pensé que era un infarto, y lloré, porque eso de morirse es como que me da un poco de cosa, pero como no sentía ningún dolor en el pecho, supuse que eso tampoco era.
Finalmente, me relajé y deduje que posiblemente fuera un simple ahogo debido a mi patético estado físico, así que busqué un banco y me desparramé en él, dispuesto a descansar unos minutos y recuperar el aliento.

Estaba ahí re cómodo, con los ojos cerrados, esperando a que se me pasara todo cuando de repente escucho una voz de señora mayor exclamando “¡¡Asqueroso!! ¡Por que no se va a su casa!” con un evidente tono de indignación.
Levanto la cabeza para ver que estaba pasando y veo que, efectivamente, una señora estaba mirando para mi lado con cara de evidente disgusto.
“¡Vergüenza debería darle! ¡Váyase o llamo a la policía!” volvió a decir con el mismo tono indignado.
Yo, pensando que le estaba hablando a un delincuente que estaba detrás mío a punto de atacarme, enseguida reaccioné, me paré de un salto y corrí hacia ella decido a utilizarla como escu… ejem … a protegerla, pero se ve que la señora malinterpretó mi movimiento porque ahí nomás empezó a chillar como loca y a correr al grito de “¡¡Nooo!! ¡¡No me toque inmundo!! ¡¡No me toque!!”.
Yo no entendía nada, pero por las dudas seguía corriendo detrás de la vieja que, para su edad, demostraba una excelente condición atlética.
En eso veo venir en sentido contrario a un grupo de colegialas de la escuela religiosa acompañadas por una de las monjitas, así que a fin de prevenirlas del peligro del que veníamos huyendo con la señora, comencé a gritarles “¡¡Eeehheehhee guarda chicas, guarda!!” mientras agitaba aspaventosamente los brazos.
Por suerte comprendieron enseguida mis señales porque, ni bien me vieron, empezaron a gritar todas como locas y se desparramaron corriendo para todos lados, mientras la monja gritaba “¡¡Sucio!! Que Dios te perdone”.
A esa altura no me imaginaba la clase de malviviente que nos vendría persiguiendo (fundamentalmente porque jamás lo vi), pero se ve que era alguien bastante desagradable a juzgar por los comentarios que generaba a su paso.
De repente, y mas por necesidad que por otra cosa (porque ya llevaba corriendo unas cuantas cuadras y estaba a punto de desvanecerme), busqué la manera de perder a mi perseguidor realizando un zigzag entre los distintos obstáculos que iba encontrando, hasta que, finalmente, logré ocultarme metiéndome en un barcito.
Y fue ahí cuando, luego de permanecer unos segundos pegado de espaldas a la pared, me di vuelta para espiar por el ventanal y sentí que algo golpeaba el vidrio y, después, cuando al girar sin querer tiré un cenicero que estaba en el borde de una mesa sin haberlo tocado con las manos ni haber pateado la mesa, que recién tomé conciencia de lo que estaba pasando.

O mejor dicho de los que ME estaba pasando.

Se ve que esas pastillas que tomé, bueno, me habían provocado una reacción física que… eh… consistente en… bueno, en que se me… eehhhmmm… cómo decirlo… bue, no voy a contar exactamente que fue lo que me pasó, pero digamos que sufrí un inesperado, vergonzoso e indisimulable efecto secundario sobre el cual prefiero no dar detalles, pero que, digámoslo así, era algo que, notoriamente, daba lugar a muy malas interpretaciones.

Al darme cuenta de la embarazosa situación en la que me encontraba, y notando además que los clientes que estaban en el bar ya me estaban mirando con mala cara (incluso un par de señoras de una mesa cercana se pararon y se fueron emitiendo toda clase de improperios hacia mi persona) y uno de los mozos se me acercaba con la evidente intención de sacarme a patadas, tuve que actuar de inmediato y, en milésimas de segundo, diseñar mentalmente y poner en práctica una típica estrategia de acción para lidiar con situaciones de emergencia (algo que puedo lograr gracias a mis años de experiencia en el manejo de escenarios de riesgo), la cual consiste en salir corriendo lo más rápido que pude.

Por desgracia, cuando voy doblando en la esquina a gran velocidad, voy y me llevo por delante a otra señora, nos caemos, y luego de rodar varias veces por la vereda, terminamos enredados en una posición sumamente inconveniente para la ocasión (especialmente para ella, a juzgar por su expresión de espanto).

Y ahí todo se puso peor.

La señora comenzó a gritar como presa de un ataque de nervios.
Yo, que también ya estaba bastante alterado (y además un poco desorientado por el golpe y, quizás, también por la falta de oxígeno que empezaba a sufrir mi cerebro) intenté calmarla y explicarle lo que pasaba mientras trataba de ayudarla a reincorporarse, pero justo voy y, sin querer, la agarro de un seno.

Ahí la vieja gritó mas todavía y empezó a tratar de alejarse de mi pidiendo auxilio, medio como arrastrándose por el suelo de una forma bastante exagerada lo cual, evidentemente, daba una imagen totalmente errónea de lo que estaba ocurriendo y llamaba demasiado la atención de todo aquel que se encontrara en las cercanías.

Ante esta situación, no me quedó mas opción que emplear nuevamente mi protocolo de emergencias y, una vez mas, luego de retomar la vertical como pude, salir corriendo.

Llegué a la base, apenas, a los tropezones (porque el efecto secundario parecía ponerse cada vez peor y se hacía realmente incómodo correr en ese estado), completamente transpirado, con el jogging todo sucio y medio ahogado, jadeando como un perro, incluso, hasta con algo de espumita saliéndoseme por las comisuras de los labios.

Debía verme bastante mal, a juzgar por la cara de horror de mi mamu y del accionista principal cuando me vieron llegar.

Encima, apenas segundos después, se aparecieron en casa un grupo de personas así medio con cara de indignadas exigiendo hablar con mis papis (Que timing. Ni que me hubieran venido siguiendo).
No tengo idea que querían, pero me pareció un momento bastante inoportuno para venir a hacer problemas. A veces la gente no tiene respeto por nada.

Lo único que sé es que, a los pocos minutos, otra vez lo volví a escuchar a mi papá gritando como loco, peor que antes, diciendo cosas como “esto es el colmo”, “ya no da para mas”, “es lo único que le faltaba al monudo ese” (¿Monudo? ¿De donde saca las palabras mi papu? jaja) y no se que otras cosas mas. Todas malas.

Al final no se como terminó todo porque, como se venían dando las cosas, decidí que lo mejor era no salir de mi oficina hasta que pasara todo (especialmente el temita este del efecto secundario), así que estuve recluido como dos días.

Lo único que se es que, después, por suerte, las cosas se normalizaron.

Tanto que, para mi sorpresa, mis papis, seguramente dándose cuenta de que todo lo que había pasado era producto del profundo estrés al que estoy sometido por mi profesión, me regalaron unas vacaciones.

Unas vacaciones medio raras debo decir. Muy originales.

Me mandaron solito a un hotel en las afueras, como en el campo, parecido a una granjita, con quintas y todo.
Lo curioso es que, en ese lugar, prácticamente todos los días me hacían levantar temprano y salir con otros vacacionantes a cuidar las quintas, darle de comer a algunos animalitos, y cosas así.
Y no solo eso. También me tenía que tender la cama y a veces hasta barrer los lugares comunes.
Bastante vivos los del hotel.
Al final uno va para descansar y lo hacen trabajar.
La verdad no se cuando habrán pagado mis progenitores por mi estadía, pero espero que no haya sido mucho porque sino es una estafa.
Otra cosa rara también era que, cada tanto, día por medio ponele, nos juntaban en grupos, nos sentábamos en círculo y uno de ahí nos hacía presentarnos y hablar de nuestras vidas y cosas así. Era todo medio extraño, pero bueno, estos centros turísticos modernos deben ser así, que se yo.
Igual era bastante tranquilo. Únicamente, tuve algunos problemas cuando quería conseguir alguna pastillita para levantar el ánimo (porque a veces medio que me pintaba el bajón) o algo para calmarme cuando me agarraban ataques de pánico porque querían que durmiera con la luz apagada.
No solo no me daban nada sino que, encima, me agarraban entre dos o tres y me decían que ya se me iba a pasar, que para eso estaban ahí, para ayudarme a superar no se que cosa.
Yo no entendía de qué cuernos me estaban hablando, pero les seguía la corriente, más que nada para no arruinar el ambiente vacacional.
Cuando llegó el momento de irme, todos me saludaron y me decían no se que cosa de que un día a la vez, y que permaneciera “limpio” que eso era lo mas importante (Pssss, como si yo fuera un roñoso. Si sabían bien que me bañaba todos los días).

Así que bueno, ahí estuve, todos estos meses, descansando y alejado un poco de la acción.

Fueron unas vacaciones medio aburridas, pero dentro de todo me vino bien el relax. Lo estaba necesitando.

Por suerte ahora ya estoy de vuelta en mi base de operaciones, listo y esperando a que surja algo que demande mi intervención profesional.

Aguardando que el mundo de lo misterioso se manifieste.

Porque eso es lo que me gusta. El misterio. O sea, develar misterios. Mientras no sean así demasiado misteriosos, claro. Tampoco hay que exagerar. Soy investigador pero no como vidrio jajajaja.

En fin… Veremos que me depara el futuro.

Porque la verdad sigue ahí ¿Viste? Ahí…

21 comentarios:

Canoso dijo...

Estimado Lunaretti:
Realmente se lo extrañó pero era necesario que se tomara esas vacaciones. El distrés es jodidísimo.
Por suerte se recuperó y ya está nuevamente con todas las pilas para reanudar sus investigaciones paranormales.
Oiga, una cosita:
Puede ser que lo haya visto vendiendo facturas y galletitas en el tren hechas en la panadería de la granja "adictos al Señor"?

A.R.N. dijo...

rene. esta es su cara inocente?
no lo puedo creer. no parece ud. felicitaciones. bah, medias felicitaciones para que se me "agrande".
besitos rene

Anavril dijo...

Pobre Lunaretti....le pegaron mucho de chiquito...no?
Esa habilidad para no salir de su mundo...casi podríamos decir que es la vida de un autista pero vista desde adentro...mmmmmm

Puede creer que tengo dos personas cercanas mias que son incapaces de incorporar el medio que las rodea?? Apenas incorporan..un 20% y sólo porque las afecta directamente!...me ponene nerviosa. Y NO SON RUBIAS! Pa´colmo

Viejex dijo...

Disculpe que no haya comentado antes, Lunaretti. De la risa no podía. Risa nerviosa, entiéndame.

Sigo intrigado con eso de "Pleno tubo". Su padre haba muy raro. Quizás las pastillas azules tengan otros efectos colaterales.

Como sea, mejor aléjese de ellas.

Nefertiti dijo...

Este artículo me hizo recordar que la gente que vive adentro de un tupper logra la felicidad definitivamente. Estar demasiado en contacto con la realidad provoca stress. Mejor volar.... me pasas una pasti?

Oscar A. Lunaretti I.P.F.P. dijo...

Carugo: Si, la verdad que lo estaba necesitando. Mi ritmo de vida no es para cualquiera.

Y no, no sería yo el que vió en el tren. Yo estuve en un hotel que parecía una granja, pero no salí mucho. Se ve que a mi papis no les alcanzó para pagarme las excursiones también. Pobres.

Viejex: Si, mi accionista principal tiene esas cosas. Siempre habla apretando los dientes y como gruñendo. La mayoría de las veces no termino de entender lo que dice. Parece que siempre estuviera enojado por algo. Especialmente cuando se trata de mi.
Quizás Ud. tenga razón y sea por esos remedios que toma. Se ve que tienen mas de un efecto indeseable.

Renegado dijo...

A.R.N.: No, yo solo me encargo que transcribir los relatos.
Además no tengo un lado inocente. No tanto al menos.

Anavril: No, nada que ver. Al contrario. Lunaretti tuvo una infancia feliz llena de amiguitos imaginarios.

Y las personas que pueden vivir naturalmente sin permitir que el medio que las rodea las altere, en el fondo son muy afortunadas.

Nefertiti: Si, eso es absolutamente cierto.
Y puede lograrse con práctica y esfuerzo.
También con "ayuda farmacológca", claro. Es un camino mas corto, pero menos permanente.

A.R.N. dijo...

oiga don renegado, deje de renegar , valga la redundancia... la ultima vez que le digo algo lindo. habrase visto...

Renegado dijo...

A.R.N.: Pero no le estoy renegando. Simplemente intento mantener la "magia" del personaje.
(¡Que gente sensible por Dios!)

A.R.N. dijo...

gracias por lo de sensible, ud tambien es muy sensible don renegado.
besitos

Bugman dijo...

Pero Lunaretti...no sé cómo no se dio cuenta...sus padres fueron reemplazados por entes antropomórficos alienígenas, y usted fue abducido y convertido en sujeto experimental. Seguramene le hicieron cosas espantosas y después le implantaron esos falsos recuerdos de granjas y plantitas y animalitos. A un cuñado mío le pasó.

Cuello de Pavo dijo...

Pero como se va a tomar unas pastillas así nomás?...

¿No ve que el gobierno o cualquier otra organización les pone químicos para controlar su mente?

lo extrañaba a Lunaretti...

Sir Lothar Mambetta dijo...

Tremenda crónica de los efectos de las misteriosas pastillas azules. Yo no las conocía pero un amiiiigo me contó que le cambiaron la vida para bien. Dejó la senda torcida que llevaba para acogerse a un camino más recto. Incluso, cambió de trabajo, ahora está en el Ministerio de Obras y Servicios Públicos... como perchero.
No se detenga en su búsqueda.

Renegado dijo...

A.R.N.: No. Yo no soy sensible. Soy de hielo. No tengo sentimientos.

Oscar A. Lunaretti I.P.F.P. dijo...

Bugman: ¡¡¡¿¿¿¿QUÉ????!!!! (le dan convulsiones y se demaya llorando).

Cuello de Pavo: ¡¡¿¿Cómo??!! (tambalea) ... No lo había pensado. Puede ser, puede ser ... (se sienta y queda mirando al vacío durante horas).

Sir Lothar: ¿Como perchero? No sabía que en el Ministerio de Obras y Servicios Públicos fabricaban perchas. Que raro. Yo creía que se fabricaban en u... aaahhhhhhhhh .... ya entendí, ya entendí... jiji.

LadyMarian dijo...

Mientras lo leía me acordaba de Forrest Gump. Se acuerda de él? "Run, Forrest, run!" Así me lo imaginaba a usted. Bastante buen estado físico, por lo que cuenta, porque eso fue una maratón.
Me alegro de que esa estadía en ese especie de spa le haya hecho bien.

Marina Judith Landau dijo...

Pobre Lunaretti, así que estuvo en una granjita. Y le dieron el alta? Digo, le terminaron las vacaciones??
Esperemos que encuentre un poco de equilibrio. Un poco, al menos.
Saludos.

Marina Judith Landau dijo...

y... 18!

A.R.N. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Oscar A. Lunaretti I.P.F.P. dijo...

LadyMarian: Es que una buena condición física es fundamental para el buen desarrollo de mi profesión. Imagínese si tuviera que correr de algún ... digo, correr persiguiendo a algún fenómeno paranormal y no pudiera porque me falta el aire. Sería un papelón.

Donde: Y si, como todo lo bueno dura poco, las vacaciones se terminaron ya. Pero bueno, dentro de todo, como yo amo mi profesión, no me deprime volver al trabajo.
Soy un afortunado.

Comentario suprimido: Eehh... Bueno, saludos (¿?)

Jazmin dijo...

jajajajajaja... Lunaretti, ud. es lo más! No deje que lo convenzan de lo contrario.


Ah, sí, claro, nadie lo puede convencer de eso.


Veo que esta vez, el fenómeno "para"normal lo sufrió en su fuero íntimo... jijiji.

Perdón.