Frío Bipolar

Señores, hoy es jueves. Sí, ya sé que hoy es lunes, pero hoy es jueves. Precisemos: el día de aparición de este artículo es el lunes, pero el día en que yo lo escribo es ¿a qué no adivina? No, jueves. Por otro lado, usted bien podría estar leyéndolo un miércoles o un domingo (¿me explica qué hace el domingo por acá? sí, sí, ya sé que está fresco, pero le va a hacer bien salir) La cuestión es que entre el jueves que yo vivo y el lunes que usted vive hay una enorme diferencia. Y no se trata de 3 días. Resulta que yo escribo esto sin saber cómo saldrá/salió el partido de Argentina. Con lo cual ignoro/ignoraba el humor con el que usted recibirá/recibe este artículo de mi propia factura/medialuna.

Si Argentina es semifinalista, cualquier cosa que garabatee aquí le parecerá fantástica porque la vida es hermosa y si le quitamos el humor qué nos queda. Usted se encuentra envuelto en una flatulencia en forma de cumulus nimbus y se ríe hasta de la cuenta del gas (lo que en su situación no deja de ser irónico). Pero si peores vientos soplasen, el sólo hecho de mencionar esa inmunda competición es una afrenta sólo explicable por una imbecilidad profunda o la portación de pasaporte brasileño.

Puesto por mí mismo en este brete temporal, haré aquello que caracteriza mi lúcido accionar: salir por la tangente.

Y es que el cambio de humor que ciertas acciones -propias o ajenas- pueden ocasionar en uno se trata de un tema a analizar en sí mismo. Luego de ciertos hechos no cabe la medianía: o nos hacemos acreedores de un humor de perros (de perros tipo Cervero, no del perro buena onda de "Up" o del Verdell de "Mejor imposible". No, no. Más bien un can recientemente castrado en frente de su novia sobre el que volcaron jugo de limón y, cuando fueron a buscar algo para limpiar, lo olvidaron dejándolo en un cuarto con la televisión prendida en Canal 7) o, por el contrario, un estado de felicidad frecuentemente acompañada por un chupahuevismo importante.

Tomemos un acto azaroso y analicemoslo desde la perspectiva "a" (Argentina ganó) y desde la perspectiva "b" (Argentina perdió):

Situación 1: "Te entrego el informe que me pediste".

a) "No te hubieras molestado. Sos un genio ¿eh? Un genio"

b) "Nene, ¿vos sos pelotudo? Metete el informe en el culo. ¿Sabés qué? Hacelo de nuevo. Y cuando lo termines, asumí que está mal, rompelo y hacelo de nuevo".

Situación 2: "¡Uy, disculpá! Te volqué un poquito de café en la punta del saco".

a) "Bueno, loco, estas cosas pasan. No te pongas así. ¡Mirá la cara que pusiste! Pero che, no hay que hacerse drama, viejo. Las cosas importantes pasan por otro lado".

b) "¡¿Pero qué tenés en la cabeza, infeliz?! Me arruinaste el saco. Mirá, mejor salí porque no respondo de mí. ¿Vos me lo va a pagar? Porque sabé que este saco es importante".

Situación 3: "¿Cómo estás Bichi?" (típica pregunta post partido)

a) "¿La verdad? Excelente. Tengo una mujer que me quiere, unos chicos vitales y tantas posibilidades que se me abren en la vida... Hagamos algo. Vamos a comer, vámonos de vacaciones, tengamos un hijo... Hagamos algo"

b1) "..." (a veces acompañado de ocasionales gruñidos)

b2) "Dejame en paz ¿querés? No me hinches más vos ni estos pendejos de mierda que no se quedan quietos. La vida es una porquería. Cuando se me pase -cerca de agosto- hablamos".

Y así podríamos seguir ejemplificando. Pero no lo haré porque:

a) Creo que el punto ha sido probado y no es necesario redundar quitándoles a ustedes, ilustrísimos lectores, su precioso tiempo.

b) Son unos imbéciles y no lo van a entender hasta que evolucionen, hatajo de neandertales.

Teniendo en cuenta que nuestra platea se divide entre amantes del fútbol y -como diría F- personas de orientación hobbística diferente, bien pueden ustedes completar ya sea ejemplificando con situaciones personales o exponiendo cuales son aquellos hechos que sí logran producir esta bifurcación de humores respectivamente.

a) Que lo disfruten con salú.

b) Váyanse a la mierda.

PD: llegó esto a la redacción de parte de dondelohabredejado.

No se preocupen que ya se lo pasé a Miguel Ignacio Balbuena, el de limpieza. Raro que pongan iniciales en un cheque.