La llorona: El encuentro

Escribe Oscar Ángel "Marciano" Lunaretti - Investigador Profesional de Fenómenos Paranormales.

(Si no leyó el primer capítulo de esta apasionante historia, primero que debería darle vergüenza, y segundo, lo puede encontrar aquí).


Viernes 07 de Agosto de 2009 – 11:05 A.M.

Luego de mas de tres horas de viaje en micro, llego por fin a la pintoresca y tranquila localidad en la que estuvieron ocurriendo las apariciones.
Como en todo pueblo o ciudad pequeña, el ambiente es bastante silencioso.
La gente se muestra bastante parca en el trato, y especialmente desconfiada con los extraños, mas aún cuando uno se identifica como investigador y empieza a hacer preguntas.
Es como que te miran medio raro. Algunos se ríen. Otros directamente te dicen que no los molestes. Otros simplemente resoplan, revolean los ojos y se van sin decir una palabra, pero murmurando algo ininteligible (pero que la mayoría de las veces parece terminar en “ludo” o “tudo”. No se. Será algún dialecto local).
Aún a pesar de que lo primero que hago es identificarme mostrando mi credencial (a la que me tomé el trabajo de retocarla para “profesionalizarla” un poco. Le puse una fotito, le dibujé un platito volador y hasta la plastifiqué y todo), igual se me hace difícil conseguir la información que necesito.
Afortunadamente, nosotros los investigadores sabemos bien que estos son gajes del oficio y nunca me permito desanimarme. Además, como prácticamente en todos lados me pasa lo mismo, ya estoy acostumbrado.

Finalmente, después de varias horas de intentos infructuosos, tengo éxito y consigo que una vecina me conteste, al menos, donde queda el cementerio.
Viendo su aparente amabilidad, ya que estaba aproveché y le pregunté si había escuchado algo acerca de “la llorona”. Y ahí la cosa cambió.
El rostro se le tensó de golpe y me clavó una mirada que bien se podría describir como de furia contenida.

“Mirá querido” me dice levantando mucho la voz y llamando la atención de la gente que pasaba “Si a vos te mandó la sinvergüenza esa de la Nelly para amenazarme porque todavía no le pagué los productos de Avón, ya mismo te podés ir mandando a mudar de acá porque sino te saco yo a escobazos ¿Mentendisste? Si el otro día cuando me vino a cobrar lloré, es porque estaba en un mal momento y nada mas, no porque me estuviera mandando la parte para no pagar ¿Está claro? ¿¡Qué se piensa esa!? ¿Qué soy como ella que saca fiado y después no paga? ¡¡Pero por favor!! ¡¡Habrase visto la facha de esa tilinga!! ¡Mandarme a un mocoso con indirectas! ¿¿Quién sos vos?? ¿¿Eh?? ¿¿Por eso me preguntaste lo del cementerio?? Que ¿¿Me vas a matar vos?? ¡¿Eh!? ¡¡¿¿EH??!!”

Intenté (tartamudeando un poco, debo reconocerlo, porque medió me asustó que me empezara a gritar) explicarle que yo no tenía nada que ver con esa tal Nelly, que ni siquiera la conocía y que no estaba tratando de amenazarla ni nada por el estilo, pero la señora no parecía tener ninguna intención de escuchar mis explicaciones, se empezaba a poner cada vez mas colorada y, además, ya había manoteado la escoba y me miraba muy fijamente apretando los dientes.
Haciendo uso de todas mis facultades deductivas, llegué rápidamente a la conclusión de que no solo ya no obtendría mas información de ella sino que, además, de permanecer en el lugar por mas tiempo, las posibilidades de ligarme un bollo se incrementarían de manera considerable, por lo cual opté por darle las gracias y alejarme de ahí lo mas rápido que pude.

A pesar de todo, poco tiempo después, y gracias a la “data” obtenida de la vecina nerviosa, ya me encontraba por fin frente al sitio de las apariciones: el cementerio.
Bueno, en realidad “frente” es una forma de decir, ya que estaba como a dos cuadras, pensando si sería conveniente acercarme mas, o si por ahí era mejor quedarme ahí nomás.
Total, según las versiones, la aparición anda “en las cercanías del cementerio” y no “exactamente en el cementerio” así que habría que ver.
Así estaba, analizando mentalmente la situación cuando, de golpe, siento que alguien me toca el hombro.
Doy un grito y quiero correr, pero mis rodillas se vencen y caigo al suelo.
Luego de unos minutos de “tiempo perdido” (probablemente porque estuve semi inconsciente), vuelvo en mi para encontrarme rodeado por dos o tres vecinos del lugar que, con preocupación y cierta extrañeza en sus rostros, me preguntaban si estaba bien y si quería un vaso de agua o algo.
Lo que pasó fue que, aparentemente, a uno de ellos le resultó medio sospechosa mi actitud (quizás porque hacía un buen rato que estaba parado detrás de un árbol asomando apenas la cabeza mirando en dirección al cementerio) y se acercó a preguntarme si estaba perdido o necesitaba algo.
Superado el malentendido, decidí finalmente que era mejor no seguir llamando la atención de los locales y me dirigí, de una vez por todas, al lugar de los hechos.
Me instalé en uno de los bancos que había en la plazoleta que estaba frente al enorme portón de entrada del cementerio, preparé la robusta Pentax K1000 con teleobjetivo, que me obsequiaron mis “patrocinadores” (bueno, mis papis), y me dispuse a montar guardia esperando, emocionado, el momento de entrar en acción.
Luego de varias horas de espera, lo único que pude ver fueron un par de entierros (bueno, ver mas o menos porque la verdad es que los cajones y las pompas fúnebres me dan “cosa”) y las únicas fotos que saqué fueron a un perrito vagabundo que andaba por ahí pero, bueno, sé muy bien que las cosas suelen ser así.
No siempre se tiene éxito al primer intento.
Decidí esperar un poco mas, sabiendo como se que en esta profesión la paciencia es fun da men tal (y además porque todavía era de día y había luz).

Por desgracia, entre que calculé muy mal el tiempo y me entretuve jugando con el perrito ese, no me di cuenta y en cuestión de minutos el sol se perdió en el horizonte y se hizo de noche de golpe.
Ya no se notaba movimiento en los alrededores, y todo parecía haberse silenciado de repente.
Apenas si se podía escuchar el murmullo del viento entre los árboles.
Las pocas luces de la calle que todavía funcionaban se encendieron, algunas apenas parpadeando y, por lo que se podía apreciar, el cementerio estaba a punto de cerrar.

“Bueno, eso fue todo” me dije lleno de frustración “Acá no pasa nada. Fue todo un fraude. Que barbaridad. Ay que decepción, no pude enfrentarme a la llorona. Con las ganas que tenía. Que lástima” decía, mientras empezaba a guardar todo lo mas rápido que podía.

De repente, a mis espaldas y como a lo lejos, escucho una especie de lamento.
Me quedo inmóvil. Apenas respiro.
Segundos después otro lamento, seguido de un sollozo.
Mi inmovilidad es instantáneamente destruida por unos violentos temblores que se apoderan de todo mi cuerpo. El corazón se me acelera. Comienzo a sudar frío. Se me escapa una lágrima. Y un gas.
Como puedo, lentamente, muy lentamente, me voy dando vuelta con lo ojos todavía fuertemente cerrados.
Escucho otro sollozo y un llanto ahogado. Y lo escucho mas cerca que antes.
Tiemblo tanto que apenas si puedo sostener mi máquina fotográfica en las manos.
Muy despacio, abro los ojos.

Quiero gritar, pero la voz no me sale.

La veo, saliendo lentamente del cementerio.

Extrañamente no viste de blanco como dice la leyenda, pero es igualmente aterradora. Se mueve despacio. Su rostro está cubierto por un velo oscuro. Su llanto es desgarrador.
Es una visión espantosa.
Como puedo, haciendo un esfuerzo casi sobrehumano por controlar mis movimientos, apunto mi cámara y disparo.
Ella se da vuelta. El flash le hace notar mi presencia. No lo calculé. Hasta ahora no me había visto. Me quiero matar. Y ni siquiera sé para que usé el flash si igual estaba muy lejos como para que la alumbrara.
Sin dejar de sollozar, la macabra silueta cambia su rumbo y comienza a acercarse hacia donde estoy.
Quiero correr pero no puedo. El cuerpo no me responde. Estoy petrificado. Lloro. Tiemblo. Lloro mas. Se me escapa otro gas.
Ella está cada vez mas cerca. Entre gemidos parece decir algo que no alcanzo a entender. No se si es “¿Dónde estarán mis hijos?” o “¿Qué estás haciendo querido?”.
Su figura es horrible y sus movimientos lentos.
Su voz, quebrada y añosa, repite la frase una y otra vez a medida que se acerca.
Cuando está a apenas un metro de mí, extiende su brazo y me hace un gesto uniendo los cinco dedos y subiendo y bajando repetidamente su huesuda mano.

En ese momento, mi instinto de supervivencia, sumado al pánico absoluto que siento, hace que mi cuerpo se inunde de adrenalina otorgándome la fuerza necesaria para hacer un único y salvador movimiento.

“¡¡¡NO ME VAS A LLEVAR ENGENDRO INFERNALLL!!!” le grito con todas mis fuerzas, mientras le arrojo mi cámara lo mas fuerte que puedo y salgo corriendo.

Minutos después me encuentro caminando, todavía nervioso, agitado, empapado de transpiración y todo lleno de tierra (porque me caí un par de veces en la huida), por una de las calles principales del pueblo.
Me cuesta recuperarme de mi encuentro con ese ser maldito.
Pienso que quizás por la mañana, vuelva al lugar para ver si puedo recuperar mi cámara y revelar las pruebas que ella contiene, para darlas a conocer al mundo entero.

De repente noto que en una esquina, alguna gente se empieza a arremolinar alrededor de una persona que, por los gestos que hace y la expresión de su rostro, parece ser portadora de una noticia importante.
Es un pueblo chico. Seguramente alguien mas vio la aparición. Quizás ya haya cobrado un nueva víctima. Quien lo sabe.
Me acerco para escuchar el relato pero ya se juntó mucha gente y no puedo entender bien lo que dice.

“¿Qué pasó?” le pregunto entonces a un señor que estaba por ahí atrás.

“Parece que hace un rato un loco atacó a la viuda de Gómez” me dice con gesto de indignación.

“¿La viuda de Gómez?” repito con un hilo de voz.

“Si” me responde “Pobrecita. El viejo Gómez se murió hace como cinco años y ella, cada aniversario del fallecimiento, va a visitar la tumba y se queda ahí todo el día llorando como si se hubiera muerto ayer. Se queda ahí hasta que cierra el cementerio y después se va. Lo hace todos los años”.

“Ah pero que barbaridad” le digo mientras me voy retirando despacio, tratando de llamar lo menos posible la atención

Concluyo que mi misión en este lugar ha terminado y es tiempo de marcharme, especialmente porque alcanzo a escuchar que alguien comenta que a la tarde habían visto a un muchacho medio raro escondido atrás de un árbol, mirando para el lado del cementerio y, no se, capaz que se confunden y creen que era yo.

Saco un pasaje en el primer micro que sale.

El caso, por ahora, seguirá inconcluso.

Quizás la llorona sea simplemente una leyenda de pueblo. Quizás no. Por desgracia no pude comprobarlo.

Y encima perdí la cámara de fotos.

Bueno. Ya habrá otra oportunidad. Siempre hay otra oportunidad.

Porque el mundo está lleno de misterios, esperando para ser develados.

Y ahí estaré yo para hacerlo (Aunque sea de lejos).

25 comentarios:

Briks dijo...

perdió la cámara?

no habrán quedado fotos comprometedoras ahí adentro?

pregunto...
yo, una vez, perdí el celu y....

mire, mejor ni le cuento
OTRA QUE LA LLORONA!

Pablo dijo...

Qué le va a hacer, Lunaretti, los famosos gases del oficio.

La solitaria dijo...

Jaja pobre viuda de Gómez!!!

laura dijo...

diga, de sólo pensarlo sudando y rajando del cementerio con pasito apurado, le juro que me reía sola

aquí le manda saludos la viuda de Gómez, dice que no se haga problemas que los vecinos ya la llevaron al hospital y le "emparcharon" la frente. Parece que la cámara era muy dura, o la frente muy blanda...no sé

pasele los mensajes a Lunaretti, si?


le dejo un beso Sr.

Mariana de Melo dijo...

Me buscaban? buuuuu!

Yoni Bigud dijo...

El problema real lo va a tener con los patrocinadores. Bueno... sus papis.

¿Usté sabe cuánto cuesta la cámara que dejó escapar con tanta ligereza?

La próxima vez le van a dar una polaroid. O un anotador y un lápiz negro para que dibuje.

Un saludo.

Fabiana dijo...

Uyyyyyyyyyyy..
Me había olvidado que esta historia seguía.. :S

Ve!
Ahora me quedo con miedito!!


y el muy guacho no se quiere ir..
:P

Bugman dijo...

Atento a lo que le dijo el Señor Bigud, averigüé que una cámara Pentax K1000 se puede conseguir a unos 200 dólares, usada en E-bay. Súmele unos 100 verdes más por el teleobjetivo.
O sea que noquear a la viuda le costó la friolera de 300 dólares.
Yo que Lunaretti, cada vez que emprenda una de estas tenebrosas investigaciones, me agencio de un ladrillo o una piedra arrojadiza.

Renegado dijo...

Briks: Eso le pasa por no borrar debidamente la evidencia, aunque, por lo que se (obviamente porque me contaron, ya que yo JAMAS hago esas cosas), es un error que suele cometerse solo una vez.

Pablo: Si. Literalmente.

La solitaria: Así es. Estaba en el lugar equivocado en el momento menos indicado pobre vieja.

Laura: Si, como no. Yo se lo comunico (Si lo encuentro).

Mariana de Melo: Si, si, pase por la redacción cuando guste.

Yoni: Como diría Lunaretti "son los gajes del oficio". Supongo que entenderán.

Fabiana: ¿Cómo que se había olvidado? ¿No estuvo comiéndose las uñas todo este tiempo esperando el desenlace? Que barbaridad. Debería darle verguenza.

Bugman: No levante la perdiz que los "patrocinadores" ya están bastante calientes.
Además era una situación de vida o muerte.

Mariela Torres dijo...

Lunaretti es muy valiente. Yo, con los gritos de la mujer que debe los productos de Avón, ya me hubiera tomado el primer ómnibus para mi casa.

Etienne dijo...

Si se hubiera quedado un ratito más, capaz que averiguaba algo de la cámara y a lo sumo, la compraba "usada"...

Any dijo...

Estoy de acuerdo con Mariela; a mi no hace falta mucho para asustarme, yo ya me hubiera hecho humo desde la conversación con la vecina chiflada, y si veía al otro esperpento ni le digo ...

Uncle Leo dijo...

-Lunaretti me ha hecho reir en forma, muchacho, como hacía tiempo no reía, con gases y todo, mire usted
Y a ganado un nuevo fan....osea yo.

Uncle Leo dijo...

-Flor de fan!!!
Eso era para que no quedemos en trece, por bigud, que se pone mal

La Ruiva dijo...

Pero lloraba, salia de noche de un cementerio, tenia la cara tapada, era vieja, viuda y se lamentaba por la pérdida de un familiar!

Cualquiera se hubiera confundido!

Yo lo banco Lunaretti. Es mas, propongo que hagamos entre todos una vaquita para comprarle una camarita nueva.

Renegado dijo...

Mariela: Es que él es un profesional. No puede dejarse amedrentar por cualquier cosa.

Etienne: Puede ser, pero la vida de los investigadores es así, vertiginosa, y no hay lugar para sentimentalismos.

Any: Por eso el trabajo de investigador paranormal es tan exclusivo. Es solo para personas con temple (aunque eso nadie se lo avisó a Lunaretti).

Uncle Leo: Es bueno saberlo (lo de las risas, no tanto lo de los gases). Muchas gracias.

Rubia: Bueno, dele. Ud. junte las donaciones y me las hace llegar a mi que yo me encargo de comprar la cámara nueva. Gracias!

Viejex dijo...

Momentito! no tenemos un tesorero en el grupo?

Viejex dijo...

Digo, porque se perfectamente que tenemos un secretario de actas. Po él estoy escribiendo este comentario (el numero 18, para mas datos).

Maldito secretario de actas!

Renegado dijo...

Viejex: (Ssshhhh ... Después le doy su parte. No sea botón)

Viejex dijo...

Que yo no sea botón? usted no sea inocente! que garantías tiene de que la señorita Rubia no se quede con todo el beneficio de la colecta!!? No es que desconfie de ella particularmente, ¿vio? yo desconfío de todos.

Yoni Bigud dijo...

Los voy a escrachar a los dos en el acta. Y cuando la lea el Señor Bugman...

Viejex dijo...

Eso! escrachelos, secretario! a la falsa tesorera y al cómplice de gafas oscuras. Bien hecho. Yo le salgo de testigo!

Renegado dijo...

La chica quiere hacer una obra de caridad y ustedes desconfían! Pobrecita! Todavía que quiere colaborar.
Y encima desconfían de mi ¡¡DE MI!! Pobrecito yo, que soy incorruptible!!(Hay un diez para cada uno si se callan la boca)

Estoy ofendidísimo...

Viejex dijo...

Renegado, esto me ha inspirado... creo que ya tengo el wwwebo paraeste fin de semana. Seguimos por linea privada

La Ruiva dijo...

Eh, bueno, acá hay mas manos en la lata de las que tendría que haber.
La junto yo y listo.

(quiero un 20)