Me despierto mareado. Tengo la boca reseca, la garganta hecha trizas, varias yemas de los dedos ampolladas y una sensación de náuseas importante… Estoy sentado contra el tronco de un árbol. Alrededor todo es vegetación. Espesa… Lentamente vienen a mi memoria las imágenes de la aquella noche de farra…
Si le resultó un resumen un tanto pobre, inconexo y sin demasiado sustento como para comprender de qué va la mano, le sugiero que haga clic acá.
Tomo la lata de atún y me preparo para revolearla en caso de ser necesario. Consigo distinguir al menos tres figuras que se acercan a pie en dirección a mí. La vegetación, que ya aclaramos es espesa, me sirve como escondite. Intento agudizar la vista y el oído. Sólo logro captar palabras sueltas, onomatopeyas sonoras, vocablos pronunciados en una lengua extraña. Distingo lo que parece ser un hombre disfrazado de zorro. Lo acompañan un aparente señor de negocios calvo y otro que viste ropas de rey. Por un momento me ilusiono y busco entre la maleza al Principito, al Farolero y al Geógrafo, pero no veo a nadie más. Todos bien sabemos que lo esencial es invisible a los ojos. Lograr un mejor contacto visual requiere resignar cierto resguardo que, como habrá podido intuir, no estoy dispuesto a resignar. Se los nota bastante compenetrados, ensimismados (de hecho me llamó poderosamente la atención la corta distancia que separaba a uno de otro), absortos en lo que supongo debe tratarse de una reunión de trascendencia mayúscula. “Korps”, “hjerne”, “sovende”, “jævlig”, “snørehull”, “eksperiment”, son los vocablos que puedo reconocer, aunque no estoy del todo seguro de que se trate de una interpretación acertada. En cuanto pasen de largo tendré que jugármelas con un movimiento rápido, ágil y arriesgado, cruzar el pequeño sembrado de girasoles y ganar aquella barranca en dirección al este, allí donde comienza aquel bosque tenebroso, del cual es demasiado probable que no salga con vida. Inspiro profundamente, junto coraje y me preparo para llevar a cabo la jugadísima maniobra.
De golpe, una voz bastante familiar interrumpe mi plan de escape: “¡Señor Mariano, qué sorpresa!”.
“¡Me rindo!”, grito a viva voz al tiempo que le salgo al paso, con las manos en alto, a los tres desconocidos. A veces me gustaría ser un tanto menos impulsivo.
-Baje la manos, gandul, que no corre ningún peligro… por ahora, muejeje muejeje…
-Bu… Bu… ¡Bugman! (éste es el momento en el cual comprendo la preciada utilidad del rollo de papel higiénico)
-¿Qué anda haciendo por acá? Si mal no recuerdo usted tiene una entrega pendiente… y, como es su costumbre, se ve que prefiere estar echado en medio de la nada, jugando con esa pelotita de tenis a “María tenía una burra”… ¿Ve Su Majestad lo que le digo? Disciplina, estos párvulos necesitan dis-ci-pli-na… (“Su Majestad” me miró fijamente, levantando muy sutilmente su ceja izquierda)
-Pero Bugman –inquirí de forma repentina- déjeme explicarle… resulta que estábamos en medio de una fiesta con el resto de los muchachos, en un momento Briks, que llevaba el cuerpo completamente aceitado, se balanceaba arriba de una mesa mientras repetía hipnóticamente “mira cómo se menea, menea, menea, digo corazón que tu te ves bien buena, bien, bien buena”…
-¡Suficiente! –interrumpió el Amado Líder, tomándose el nudo de la corbata- Dejémonos de rodeos, ¿usted sabe por qué está acá?
-Sí, por culpa del Señor Pablo que me incitó a beber de esa jarra que contenía líquido para frenos mezclado con bebida cola…
-No señor, no se haga el chistoso… usted se encuentra acá para trabajar su discip…
En ese preciso instante un destello cegador, acompañado por un agudísimo sonido similar al que realiza el mandril enano de Borneo al momento de eyacular se apoderó de toda la escena.
Abro los ojos. Es de noche. Estoy en el mismo lugar, pero esta vez me encuentro solo. Llueve copiosamente. A lo lejos distingo una silueta que atraviesa corriendo el llano. Y está desnudo. Es una figura que me resulta conocida y viene en dirección hacia mí. Y viene gritando. Conforme se va aproximando comienzo a reconocerlo. Y a escucharlo. Es el Señor Briks que, completamente desencajado (y desnudo, reitero), se acerca vociferando una y otra vez algo así como “Los Otros, los Otros, nos cuelgan, tres”. Probablemente, vaya uno a saber bajo qué circunstancias, esté aquí por el mismo motivo “disciplinario” que busca llevar adelante el Amado Líder. Y, también, es probable que haya dado con alguna tribu de nativos a la cual ahora denomina “Los Otros” y éstos tengan planes poco favorables para nosotros. Intento detenerlo pero me es imposible. Y digo que me es imposible porque, lisa y llanamente, con la fuerza de mil demonios me lleva puesto y ambos rodamos varios metros por el suelo. Se incorpora, y con los ojos inyectados en sangre vuelve a repetir su incoherente frase, pero en esta oportunidad de modo claro y entendible: “Los Ortos, los Ortos, noruegas, tres”. Acto seguido retoma la carrera y se pierde entre la frondosidad de la vegetación.
Nuevamente el destello cegador y el sonido agudo.
Esta vez, lo primero que visualizo es a un jovencísimo Señor Viejex, lo cual, reparo un segundo, representa una paradoja espeluznante. Estamos en el patio de un colegio primario. Viste delantal. Y está sentado hablando con un grupo de palomas. La imagen me provoca ternura. Cuando me dispongo a hablarle, veo que del bolsillo de su pantaloncillo corto extrae un encendedor y, por lo que calculo, se dispone a experimentar qué tan resistentes al fuego pueden resultar esta clase de aves.
Una vez más me interrumpe la luz y el chillido.
¿Qué hace el Señor Pablo con la camisa anudada a la altura del ombligo entonando temas de Pablito Ruiz en este galpón abandonado?
Sin siquiera poder moverme, vuelvo a experimentar el resplandor y el sonido agudísimo.
Y así una y otra vez. Diversas situaciones, en las que el Señor Bigud, el Señor F. y el Señor Renegado (este último animando un trencito de la alegría enfundado en un coqueto traje de Twitty) son claros protagonistas pasan ante mis ojos antes de volver a quedar en presencia del Señor Bugman. Ahora en un sótano, los dos solos.
-¿Se siente bien? (me interroga el Amado Líder, evidentemente a raíz de mi expresión simil japonés con conjuntivis)
-Si… bah, no sé… la luz… el mandril enano de Borneo… los muchachos…
-Descuide… –repuso Bugman, con tono cuasi paternalista- Todo lo que vivió o experimentó en este pequeño lapso de tiempo es irrelevante, lo que usted…
-Redundancia…
-¿Cómo? ¿Qué dice? ¿Está intentando marcarme un “error”? Mire que según la Real Academia Española, a partir de su edición del año 1992, lo acepta como correcto…
-Redundancia…
-¡Pero le estoy diciendo!
-“Año 1992”… redundancia…
-¡Bueno, basta! Que acá estamos para otra cosa. ¿Ve esa computadora que está allí?
-Ajá…
-Bien, tome este papel. En él encontrará una secuencia numérica. Tiene que ingresarla en la computadora cada 108 minutos. Tres minutos antes de llegar al tiempo indicado, comenzará una cuenta regresiva seguida de un pitido, una alarma, la cual se irá acentuando conforme pasen los minutos y podrá monitorear dicha cuenta en aquel panel colocado en la pared de enfrente. Si usted…
-¿Y si no hago a tiempo? Si no los pongo, ¿qué pasa?
-Mariano, tiene 108 minutos… es imposible que no haga a tiempo. Ese es su trabajo. Con esto pongo a prueba su disciplina, su constancia. Si se hace de costumbre, con algo tan simple como esto, usted podrá volver a la redacción convertido en otra persona. O la misma, pero con hábitos más acordes a un ser humano promedio y responsable.
-Ok, pero qué pasa si el contador llega a cero…
-No puede permitir que eso pase. Si el contador llegase a marcar cero y usted no ha ingresado los números, Dios se apiade de nuestras almas… Algo innombrable podría ser liberado…
Dicho esto, girose sobre sus propios talones y marchose. Es admirable cómo, además del truco de la ceja, Bugman sabe girar sobre sus talones.
Despliego el papel y leo la secuencia: 24 –35 – 69 - 76 – 92 - 95
Durante varios minutos analizo los números. “Deben tener algún tipo de significado”, me digo a mí mismo, en un claro gesto de locura transitoria ya que lo hago en voz alta. Pienso. Analizo. Luego de un rato comienza a sonar la chicharrita. Corro hacia el teclado e ingreso los benditos números. El contador vuelve a 108. Sigo buscándole la vuelta a los números. Estaba a punto de claudicar cuando me iluminé. Mis años como asistente de mi tío Eduardo, eximio levantador de quiniela clandestina, sirvieron de algo. Tomo un lápiz y comienzo a anotar, los significados vienen a mí como la grasa a Ricardo Arjona:
24 = El Caballo = Señor F.
35 = El Pajarito = Twitty = Renegado
76 = Las Llamas = Viejex
69 = Los Vicios = Briks
92 = El Doctor = Abogado = Yoni
95 = Los Anteojos = Pablo
“Este dolape es un crack”, pensé mientras me recostaba en el comodísimo sillón ubicado en la sala contigua al escritorio donde reposaba la computadora.
Y cuando digo comodísimo entiéndase co-mo-di-si-mo. Tanto que me dormí. Setenta y nueve minutos más tarde, aquella estúpida chicharra me sacó brutalmente de mi reparador descanso. Corrí. Miré el contador. Cuatro, tres, dos, uno… Me paralicé. Los números del contador comenzaron a girar como poseídos por el espíritu errante de un ventilador. Me horroricé. De a poco, lo que antes contenía números, ahora comenzaba a mostrar un mensaje. Letras. Recordé las palabras de Bugman: “Si el contador llegase a marcar cero y usted no ha ingresado los números, Dios se apiade de nuestras almas… Algo innombrable podría ser liberado…”.
Y ahí lo ví.
De golpe, una voz bastante familiar interrumpe mi plan de escape: “¡Señor Mariano, qué sorpresa!”.
“¡Me rindo!”, grito a viva voz al tiempo que le salgo al paso, con las manos en alto, a los tres desconocidos. A veces me gustaría ser un tanto menos impulsivo.
-Baje la manos, gandul, que no corre ningún peligro… por ahora, muejeje muejeje…
-Bu… Bu… ¡Bugman! (éste es el momento en el cual comprendo la preciada utilidad del rollo de papel higiénico)
-¿Qué anda haciendo por acá? Si mal no recuerdo usted tiene una entrega pendiente… y, como es su costumbre, se ve que prefiere estar echado en medio de la nada, jugando con esa pelotita de tenis a “María tenía una burra”… ¿Ve Su Majestad lo que le digo? Disciplina, estos párvulos necesitan dis-ci-pli-na… (“Su Majestad” me miró fijamente, levantando muy sutilmente su ceja izquierda)
-Pero Bugman –inquirí de forma repentina- déjeme explicarle… resulta que estábamos en medio de una fiesta con el resto de los muchachos, en un momento Briks, que llevaba el cuerpo completamente aceitado, se balanceaba arriba de una mesa mientras repetía hipnóticamente “mira cómo se menea, menea, menea, digo corazón que tu te ves bien buena, bien, bien buena”…
-¡Suficiente! –interrumpió el Amado Líder, tomándose el nudo de la corbata- Dejémonos de rodeos, ¿usted sabe por qué está acá?
-Sí, por culpa del Señor Pablo que me incitó a beber de esa jarra que contenía líquido para frenos mezclado con bebida cola…
-No señor, no se haga el chistoso… usted se encuentra acá para trabajar su discip…
En ese preciso instante un destello cegador, acompañado por un agudísimo sonido similar al que realiza el mandril enano de Borneo al momento de eyacular se apoderó de toda la escena.
Abro los ojos. Es de noche. Estoy en el mismo lugar, pero esta vez me encuentro solo. Llueve copiosamente. A lo lejos distingo una silueta que atraviesa corriendo el llano. Y está desnudo. Es una figura que me resulta conocida y viene en dirección hacia mí. Y viene gritando. Conforme se va aproximando comienzo a reconocerlo. Y a escucharlo. Es el Señor Briks que, completamente desencajado (y desnudo, reitero), se acerca vociferando una y otra vez algo así como “Los Otros, los Otros, nos cuelgan, tres”. Probablemente, vaya uno a saber bajo qué circunstancias, esté aquí por el mismo motivo “disciplinario” que busca llevar adelante el Amado Líder. Y, también, es probable que haya dado con alguna tribu de nativos a la cual ahora denomina “Los Otros” y éstos tengan planes poco favorables para nosotros. Intento detenerlo pero me es imposible. Y digo que me es imposible porque, lisa y llanamente, con la fuerza de mil demonios me lleva puesto y ambos rodamos varios metros por el suelo. Se incorpora, y con los ojos inyectados en sangre vuelve a repetir su incoherente frase, pero en esta oportunidad de modo claro y entendible: “Los Ortos, los Ortos, noruegas, tres”. Acto seguido retoma la carrera y se pierde entre la frondosidad de la vegetación.
Nuevamente el destello cegador y el sonido agudo.
Esta vez, lo primero que visualizo es a un jovencísimo Señor Viejex, lo cual, reparo un segundo, representa una paradoja espeluznante. Estamos en el patio de un colegio primario. Viste delantal. Y está sentado hablando con un grupo de palomas. La imagen me provoca ternura. Cuando me dispongo a hablarle, veo que del bolsillo de su pantaloncillo corto extrae un encendedor y, por lo que calculo, se dispone a experimentar qué tan resistentes al fuego pueden resultar esta clase de aves.
Una vez más me interrumpe la luz y el chillido.
¿Qué hace el Señor Pablo con la camisa anudada a la altura del ombligo entonando temas de Pablito Ruiz en este galpón abandonado?
Sin siquiera poder moverme, vuelvo a experimentar el resplandor y el sonido agudísimo.
Y así una y otra vez. Diversas situaciones, en las que el Señor Bigud, el Señor F. y el Señor Renegado (este último animando un trencito de la alegría enfundado en un coqueto traje de Twitty) son claros protagonistas pasan ante mis ojos antes de volver a quedar en presencia del Señor Bugman. Ahora en un sótano, los dos solos.
-¿Se siente bien? (me interroga el Amado Líder, evidentemente a raíz de mi expresión simil japonés con conjuntivis)
-Si… bah, no sé… la luz… el mandril enano de Borneo… los muchachos…
-Descuide… –repuso Bugman, con tono cuasi paternalista- Todo lo que vivió o experimentó en este pequeño lapso de tiempo es irrelevante, lo que usted…
-Redundancia…
-¿Cómo? ¿Qué dice? ¿Está intentando marcarme un “error”? Mire que según la Real Academia Española, a partir de su edición del año 1992, lo acepta como correcto…
-Redundancia…
-¡Pero le estoy diciendo!
-“Año 1992”… redundancia…
-¡Bueno, basta! Que acá estamos para otra cosa. ¿Ve esa computadora que está allí?
-Ajá…
-Bien, tome este papel. En él encontrará una secuencia numérica. Tiene que ingresarla en la computadora cada 108 minutos. Tres minutos antes de llegar al tiempo indicado, comenzará una cuenta regresiva seguida de un pitido, una alarma, la cual se irá acentuando conforme pasen los minutos y podrá monitorear dicha cuenta en aquel panel colocado en la pared de enfrente. Si usted…
-¿Y si no hago a tiempo? Si no los pongo, ¿qué pasa?
-Mariano, tiene 108 minutos… es imposible que no haga a tiempo. Ese es su trabajo. Con esto pongo a prueba su disciplina, su constancia. Si se hace de costumbre, con algo tan simple como esto, usted podrá volver a la redacción convertido en otra persona. O la misma, pero con hábitos más acordes a un ser humano promedio y responsable.
-Ok, pero qué pasa si el contador llega a cero…
-No puede permitir que eso pase. Si el contador llegase a marcar cero y usted no ha ingresado los números, Dios se apiade de nuestras almas… Algo innombrable podría ser liberado…
Dicho esto, girose sobre sus propios talones y marchose. Es admirable cómo, además del truco de la ceja, Bugman sabe girar sobre sus talones.
Despliego el papel y leo la secuencia: 24 –35 – 69 - 76 – 92 - 95
Durante varios minutos analizo los números. “Deben tener algún tipo de significado”, me digo a mí mismo, en un claro gesto de locura transitoria ya que lo hago en voz alta. Pienso. Analizo. Luego de un rato comienza a sonar la chicharrita. Corro hacia el teclado e ingreso los benditos números. El contador vuelve a 108. Sigo buscándole la vuelta a los números. Estaba a punto de claudicar cuando me iluminé. Mis años como asistente de mi tío Eduardo, eximio levantador de quiniela clandestina, sirvieron de algo. Tomo un lápiz y comienzo a anotar, los significados vienen a mí como la grasa a Ricardo Arjona:
24 = El Caballo = Señor F.
35 = El Pajarito = Twitty = Renegado
76 = Las Llamas = Viejex
69 = Los Vicios = Briks
92 = El Doctor = Abogado = Yoni
95 = Los Anteojos = Pablo
“Este dolape es un crack”, pensé mientras me recostaba en el comodísimo sillón ubicado en la sala contigua al escritorio donde reposaba la computadora.
Y cuando digo comodísimo entiéndase co-mo-di-si-mo. Tanto que me dormí. Setenta y nueve minutos más tarde, aquella estúpida chicharra me sacó brutalmente de mi reparador descanso. Corrí. Miré el contador. Cuatro, tres, dos, uno… Me paralicé. Los números del contador comenzaron a girar como poseídos por el espíritu errante de un ventilador. Me horroricé. De a poco, lo que antes contenía números, ahora comenzaba a mostrar un mensaje. Letras. Recordé las palabras de Bugman: “Si el contador llegase a marcar cero y usted no ha ingresado los números, Dios se apiade de nuestras almas… Algo innombrable podría ser liberado…”.
Y ahí lo ví.
Antes de que finalizaran los dos últimos espacios escuché a mis espaldas un fortísimo rugido. Giré sobre mis talones (soy muy bueno observando cómo lo hace Bugman) y ahí estaba. Una intimidante columna de humo negro se aproximaba lentamente, como estudiándome, listo para caerme encima. Cerré los ojos. Lo que pude intuir como aquel fulgurante destello, volvió a repetirse.
Abrí una vez más los ojos. El pitido de la caja registradora parecía querer devolverme a la realidad. Mientras la cajera pasaba una a una las siete latas de atún y los siete packs de papel higiénico (el Amado Líder nos deja salir una vez por mes para comprar suministros) la sensación percibida ante la presencia de aquella columna de humo negro se hizo carne en mí nuevamente. Con miedo voltee la cabeza. Y ahí estaba. El Señor Viejex me miraba sonriente. “¿Llevan algo más?”, preguntó la cajera. “Sí, estos siete trapos de piso y esta caja de acuarelas color beige… al Señor Renegado le gusta el café livianito”, sobrepuso el Señor Viejex en tono cómplice mientras me guiñaba un ojo y, tímidamente, también pasaba una caja de fósforos. Mientras el Señor Viejex pagaba, tomé una lapicera, un trozo de papel y escribí aquella reveladora palabra.
Ahora sólo restaba encontrar al Señor Briks.
Abrí una vez más los ojos. El pitido de la caja registradora parecía querer devolverme a la realidad. Mientras la cajera pasaba una a una las siete latas de atún y los siete packs de papel higiénico (el Amado Líder nos deja salir una vez por mes para comprar suministros) la sensación percibida ante la presencia de aquella columna de humo negro se hizo carne en mí nuevamente. Con miedo voltee la cabeza. Y ahí estaba. El Señor Viejex me miraba sonriente. “¿Llevan algo más?”, preguntó la cajera. “Sí, estos siete trapos de piso y esta caja de acuarelas color beige… al Señor Renegado le gusta el café livianito”, sobrepuso el Señor Viejex en tono cómplice mientras me guiñaba un ojo y, tímidamente, también pasaba una caja de fósforos. Mientras el Señor Viejex pagaba, tomé una lapicera, un trozo de papel y escribí aquella reveladora palabra.
Ahora sólo restaba encontrar al Señor Briks.
30 comentarios:
Mandril enano de Borneo..creo que nos ha dejado mudos a todos. Usted es un verdadero poeta.
Sr. Viejex, me lo sacó de la boca.
El comentario sobre el mandril, digo.
Espeluznante pesadilla la del Sr. Mariano. Quizás sea, ojo, ojito, ojazo, un universo paralelo... (no puedo aventurar más, no vi EL ULTIMO CAPITULO todavía!)
Como espeluznante me resulta que casi todos esos números sean bondis que pasan por mi casa. Casi todos me dejan bien... oh.
Lo "más pior" de la pesadilla debió ser el ticket del supermercado. 7 latas de atún son la compra más escasa y cara que se le puede haber ocurrido. ¿Ya ven? El Amado Líder no es tan laucha como dicen por ahí.
¿Por que yo siempre aparezco disfrazado de algo ridículo?
¡Años de hacerme una imagen de tipo duro y asqueroso para que ahora ustedes me la arruinen de un plumazo! Así no se puede...
En cualquier momento agarro mi traje de Power Ranger y me voy.
Uff! Hay imágenes que se me han quedado grabadas de forma inquietante! El mandril enano de Borneo eyaculando (veo que hay otros impactados con esto), Viejex con las palomas y el encendedor, Briks bailando aceitado arriba de una mesa, Pablo cantando temas de Pablito Ruiz...
Mejor no sigo. Me voy para recuperarme de todo esto (Qué pasa que hoy salgo de todos los blogs con necesidad de recuperarme de visiones?)
Besos
Con la camisa anudada a la altura del ombligo?!
En fin...
Este relato es increible, el de crack es usted, me parece, Mariano.
Y yo que pensaba que ahora sin LOST mi vida carecería de misterio...
Esto se pone cada vez mas interesante.
Compró 7 latas de atún y ningun abre latas? y solo 7 rollos de papel higiénico? porque no compra el pack de 12 y listo.
De solo pensar en la acuarela color beige como café, me da acidez.
Buen finde y q le sea leve.
definitivamente mariano usted se esmero en las imagenes. termine de leer y me quede pensando...nahh...necesito vacaciones urgente.
Yo sé que me cuelgo en detalles.... pero .... como es el "pitido" de la caja registradora?? Se me ocurren muchos sustantivos para definir el ruido de la mencionada máquina... pero "pitido"???? Vos decís???
no termino de agradecer (le) que tuviera la valentía necesaria para jugarse la vida en pos de todo el grupo
Su mensaje llegó en el momento justo
y me salvó de cometer un error irreparable
ahora voy a jugar esos numeritos al quini
para ver si me salvo (a secas)
A secas?
Dudo, Sr. Briks, que si gana esos numeritos esté siquiera cerca de estar seco.
Ahora me voy a tener que ir a mirar que significan los numeros de Lost en la quiniela.
Señor Mariano, por lo que veo usted está tan desequilibrado como sus compañeros.
No me sorprende.
Ah, no se olvide: Si no consumió su lata de atún debe devolverla, junto con los metros de papel higiénico sobrantes, y un detalle de cómo utilizó los faltantes. Espero ver el informe sobre mi escritorio el lunes a primera hora.
A ver si le quedan ganas de marcarme redundancias.
Su historia surrealista hizo que me compenetre tanto que al final nunca supe cual era la realidad y cual el sueño.
Otra que el cuento de Cortázar "La Noche boca arriba"
Para colmo, mientras leía "un destello cegador, acompañado por un agudísimo sonido similar al que realiza el mandril enano de Borneo.." el loro de la vecina chilló y me pegué un julepe padre.
Dígale a Viejex que se venga para mis pagos a probar la resitencia al fuego de este pájaro maldito...
Saludos!
'Gandul' batió.
Cada vez que el chillido se hacía audible, ¿usted se agarraba la cabeza con las dos manos, apoyándolas en sus oidos?
¿¿Vio pasar al mandril enano??
Si necesita ayuda para la entrega del manuscrito, me avisa, eh?
Si yo fuera un animal, quisiera ser el Mandril enano de Borneo, que criatura majestuosa.
Lo admiro por hacerle frente en el tema del lenguaje a Bugman, es mi nuevo ídolo!
Pero en algo tiene razón el pelado, podría ponerse a escribir un poco más seguido...
18, maldito yoni.
No quiero saber cómo es que sabe qué ruido hace un mono malayo al eyacular.
Y no sé qué es "maría tenía una burra", en google no aparece, pero conociéndolo, no puedo esperar nada bueno...
sólo espero que no involucre un media hora.
Después el degenerado soy yo.. carajo miertha.
Briks se ha tranformado en un referente para todos los sujetos de vida licenciosa, pecaminosa, estruendosa, o de cualquiero tro adjetivo finalizado en osa.
Quinielisticamente a Bugman le corresponderia el 27?
Son un grupo de degenerados hermoso.
Sepan disculpar la intromisión.
Represento a la Warnes Bros., verdadero imperio del entretenimiento y la venta de repuestos “usados”. Están muy interesados en adaptar este relato a la pantalla grande. Ya tenemos a Tom Hanks para el papel de Dunlop, le encantó el conflicto interno de este personaje.
El pago se realizaría en latas de atún con sistema “abre-fácil” y papel higiénico “doble-capa”. Es lo que más sale en Jólibud, papi.
Excelente lo que tienen armado acá. Todos del ojete pero organizados (aunque sea a base de prácticas tortuosas).
Oiga... ¿por qué el mandril enano? ¿No había otro ejemplo? Y dale con los enanos...
Lo peor de esta historia es que a usted, además de torturarlo como a nosotros, el Amado Líder lo obligó a pensar.
Imperdonable.
Un saludo.
Que lo tiró!!
Me leí de un tirón la odisea que les hizo vivir el amado Lider!!(mas me vale que lo trate con respeto, quién sabe si no me puede hacer lo mismo a mí.. :S)
Señor Mariano: Lo admiro!
El solo hecho de hacerle una corrección al amado Lider es tener hue..
Emmmmmm..
Valentía, eso..
Quedo a la espera del desenlace..
(lo del señor Briks bailando, aceitado, sobre una mesa es una imágen que no creo poder soportar.. :P)
(ni hablar del mandril enano de Borneo.. :P)
Visiones estremecedoras Sr. Mariano. Sigo con la duda de como el Sr. Bugman se las arregla para saber tanto de Uds.
Viejex: Agradezca no haber dicho que lo dejé con la boca abierta.
Jazmín: Ya notamos que cualquier bondi la deja bien. Sobre todo después de leer la primera línea de su comentario.
Samain: No se crea, Bugman nos manda a un supermercado de productos discontinuados. Con suerte podemos llegar a hacermos de alguna lata de atún que no lleve más de tres meses vencida. Ni hablar de conseguir papel higiénico doble hoja.
Renegado: Dejeme decirle que su disfraz de escoba ha sido uno de las caracterizaciones más asombrosas que he podido apreciar a lo largo de mi vida. Sin lugar a dudas es usted un genio en el arte del camuflaje. Dudo que podamos arruinar su imagen de un pajaz... digo, de un plumazo.
LadyMarian: ¿Usted dice que hay otro impactados por la eyaculación del mandril enano de Borneo? Puede ser, se dice que tiene una excelente puntería...
Rubia: Ver para creer. Y eso que no mencioné lo pantalones de tiro bajo. Se agradecen los elogios, aunque esté exagerando.
Anita: Nosotros vamos al supermercado y nos atenemos a comprar sólo lo que el Amado líder nos indica en el reverso de un boleto de colectivo que él mismo insiste en denominar "lista".
ARN: ¿Vacaciones? ¿Qué es eso? Una vez me contaron que hay países en donde los superiores le dan algo así a sus empleados. También me hablaron de un sistema de compensación salarial extraordinaria llamada "aguinaldo". Recuerdo que cuando le pregunté a Bugman sobre el tema me terminó sacando el trapo de piso y me acusó de "sindicalista".
Nefertiti: Yo no lo digo. Así nos enseñó el Señor Bugman. COmo también nos enseñó que se dice "artículo" y no post y se dice "weblog" en lugar de blog. Cualquier cosa márquele el error a él, pero no se lo recomiendo.
Briks: Uno para todos. Y todos para el beneficio propio de Bugman.
Además, ¿cómo no me la voy a jugar por mis amigos?
Jazmín: Briks nunca está seco. Siempre tiene botella de aceite a mano.
Elber: Yo no quiero echar más leña al fuego, pero bien podría el número 8 indicar la condición de candidato del Señor Viejex. Inquietante, ¿verdad?
Bugman: Debería haberlo previsto de antemano.
Carugo: Su comparación es poco menos que ultrajante. No para conmigo, está claro, sino para con el maestro Julio.
Y quedese tranquilo, ahí le estamos mandando al Ave Fénix... perdón, quise decir "al Señor Viejex"...
Mostro: Acá el único que "bate" es el Amado líder. Los huevos a punto de nieve son su especialidad.
Etienne: Quedese tranquilo que le aviso. Aunque acabo de repasar un poco los relatos y al parecer ya se lo he entregado. Estos deplazamientos temporales de la trama me tienen bastante confundido ya.
Viejex, Jazmín, Carugo, Etienne y otros también hicieron referencia al mandril enano de Borneo así que evidentemente también quedaron impactados.
(Aclaro que no me gustan los zoológicos)
Cuello: Agradezco profundamente su reflexión final, pero no sería yo si lo hicera. Además le quitaría argumentos a Bugman, eso repercutiría de alguna forma en mis compañeros, que a su vez, realizando pequeñas modificaciones de conducta, podrían terminar afectando a terceros, los cuales su vez harían lo propio con cuatros, desarrollando de esta forma una cadena de sucesos de consecuencias insospechadas. Imaginese el inmenso efecto mariposa que podríamos estar provocando. Que un japonés se convierta al comunismo por cada artículo que presento en MIB es algo que no puedo tolerar.
Señor F: Usted debería saber perfectamente qué significa cual cosa que se relacione, directa o indirectamente, con equinos.
Los media hora son opcionales. Eso sí, no olvide la pimienta.
Don Ramón Axl: Briks es un heroe. Le diría que merece llevar la 10, pero como estamos con el tema de los números de la quiniela no sé si es muy buena idea...
Sir Lothar Mambetta: ¿Pero por quién nos ha tomado?. ¿Se piensa que nos va a comprar con un par de latas de atún y algunos rollos de papel higiénico "doble-capa"? Vamos, hombre, agregue una cafetera eléctrica y somos todos suyos.
Yoni: La inclusión de detalle justifica la historia. Fijese sino el golpe de efecto que logramos. Todos con la boca abierta e impactados por la eyaculación del primate.
Fabiana: Despreocupese y quedese tranquila que el Amado líder no puede hacerle nada. Salvo claro, que usted también le haya vendido su alma tal como hicimos nosotros mediante esa especie de contrato que nos hizo firmar con sangre. En ese caso sí, tenga cuidado de Bugman. Y también de Briks, que todavía anda suelto y aceitado.
Rebeca: Según el contrato al que hice referencia en el comentario anterior especifica que, al momento de firmarlo, el Señor B. pasa a ser dueño inmediato de todos nuestros recuerdos, vivencias y posesiones. La famosa letra chica que le dicen...
Con la boca abierta? usted cre que yo puedo cometer la gafé de utilizar semejante expresión aquí?
Yo también. Por suerte, sólo por suerte no lo hice.
bugman los tiene drogados a todos.
drogas, drogas y mas drogas.
todo habla de drogas.
Viejex: Acá hay que mirar cuatro veces antes de poner el pie. Por suerte nadie reparó en que anduve entregándole cosas a Briks.
LSD: Todo.
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